MECÁNICA

La caja de herramientas que ha dado la vuelta al mundo

La empresa Heco de Figueres tiene la patente y sirve a clientes como el ejército francés, Airbus, Heineken y Nestlé

Maria Garcia
y Maria Garcia

Era mediados de los años 50 cuando los hermanos Josep y Antoni Conesa de Figueres recibieron una gran varapalo: el gobierno franquista no los autorizaba a fabricar un nuevo automóvil. Era la gran apuesta que habían hecho con la empresa que acababan de crear, Heco -que proviene de Hermanos Conesa-, tras una discusión con su padre, Antoni Conesa Muñoz, con quien trabajaban. Los primeros meses habían salido adelante fabricando motores y depósitos de gasolina para otras compañías, pero lo que tenía que su gran salto -producir un vehículo propio- acabó en papel mojado. Lejos de rendirse, los dos hermanos empezaron a crear diferentes productos, uno de los cuales, sin saberlo, acabaría instalado en la retina de los catalanes durante más de medio siglo. Y la fortuna llegó del objeto más inesperado, gracias a una caja de herramientas con unas características que la hacen única: se puede abrir al 90%, puede tener diferentes niveles y permite coger fácilmente cualquier pieza, esté en el cajón que esté. Y, 65 años más tarde del invento, la compañía vende más de 4.000 productos a países de todo el mundo, y en su cartera de clientes cuenta con multinacionales como Nestlé, Cruzcampo, Heineken o Airbus, además de ejércitos como el francés y el español.

"Mi padre y tío eran dos genios, muy trabajadores y autodidactas. En esa época viajaban por ferias de Milán y París y, de estraperlo, traían herramientas y válvulas para mejorar y modernizar diferentes piezas como motores o depósitos", relata el hijo de Antonio, August Conesa, que es el actual gerente de Heco y presidente ejecutivo del Grup Conesa. Él recuerda que su padre y su tío le explicaban que, al principio, guardaban todas las herramientas en una caja de madera -"como la del abuelo, que era carpintero"-, y que necesitaban una alternativa que fuera más práctica para poder trabajar con comodidad, y poderla cargar arriba y abajo. "La primera que hicieron era de chapa y de un solo volumen. Y, al querer hacer dos volúmenes o dos pisos, vieron que costaba mucho poner la mano dentro. Y fue cuando inventaron un sistema de apertura que permite llegar casi a los 180º y coger fácilmente cualquier herramienta", sigue Conesa, que añade que en 1962 registraron la patente por el modelo de utilidad, es decir, por esta apertura de más del 90%.

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Ahora bien, para conseguir la distinción, se tienen que detallar todas las características de la innovación, lo que provocó que, poco después, salieran otras empresas que ofrecían una caja muy similar. "Siempre nos han copiado sin permiso, nosotros nunca hemos cobrado nada de la patente", recalca. "Y tampoco lo hemos denunciado porque supone una inversión de recursos y energías que no sé si saldría a cuenta", añade el gerente.

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En sus inicios, Heco estaba ubicada en el taller del abuelo, Carrocerías Conesa, situado en la calle Nou de Figueres. Las primeras cajas de herramientas que fabricaron las colocaron en la puerta, en la calle, para darlas a conocer. "Rafael Martínez, que era un comercial que iba con un 600, se llevó una para ver si la vendía. Cuando volvió, llevaba una lista larguísima de clientes que se la habían pedido. Y él empezó a repartirlas por toda España", señala Conesa.

Pero la caja de herramientas no fue el único invento que diseñaron los hermanos Conesa y que aún perdura hoy en día. También crearon una guía para cajones que soporta 200 kilos. "No hemos encontrado ningún otro sistema que aguante tanto peso", reconoce el gerente desde las actuales oficinas mostrando la guía en uno de los cajones que están fabricando. En los años 60 la compañía se trasladó a dos naves de 10.000 m2, junto a la Nacional-II, en Figueres, que es la actual sede. Pero de sus orígenes no se conserva ningún documento, ni tampoco de los primeros diseños de la famosa caja de herramientas. "En 1974 se inundaron las naves por los aguaceros y en 1976 quemaron el interior, no sabemos quién fue, eran tiempos convulsos. Pero a la una de la madrugada prendieron fuego aquí y dos horas más tarde en la fábrica de papel de Sarrià de Ter".

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A pesar de estos incidentes, la compañía despegó, gracias a la venta de cajas de herramientas y armarios, hasta que en 1992 cambió de manos: padre e hijo le compraron el 50% de la propiedad al tío. Ese año, además, llegó una crisis económica y, para compensar la pérdida de pedidos, comenzaron a vender en grandes superficies. Entre el 93 y el 95 representaban entre el 30% y 40% de la facturación, pero August Conesa tomó una decisión arriesgada: dejar de suministrarles sus productos. "Las grandes superficies utilizaban las cajas como reclamo para vender, y reventaban los precios". Y se centró en los clientes "de toda la vida": los profesionales del sector de la ferretería y de la industria.

Uno de los productos que más vendían entonces, además de la caja, era el carro de herramientas. Pero justo cuando lo sacaron entró en el juego el mercado chino, con precios mucho más bajos. "Ellos ofrecían el carro lleno de las herramientas al mismo precio que nosotros solo el carro. Pero siempre nos hemos negado a rebajar la calidad y nunca hemos comprado nada de China".

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En 2006 murió Antoni Conesa y su hijo August se puso al frente de la empresa dos años más tarde, después de largas negociaciones con sus hermanos. Se estrenó batiendo récord de facturación: 12 millones de euros. Sin embargo, la crisis económica los volvió a perjudicar y los siguientes ejercicios no dejaron de perder ventas: en 2010 las habían reducido a la mitad. Entonces tenían 128 trabajadores, pero los años siguientes tuvieron que recortar plantilla llevando a cabo varios expedientes de regulación de empleo (ERE). "Entre el 2012 y el 2013 facturábamos entre 3 y 4 millones de euros y teníamos 87 empleados, no era rentable", lamenta Conesa, que hasta 2015 no logró remontar los números.

En 2019 llegó a los casi 5 millones anuales, pero en 2020, como consecuencia de la pandemia, ha vuelto a caer la facturación un 30%. "Nuestro sector está relacionado con la industria, y cuando no hay consumo, no hay ventas. Podríamos haber optado por bajar la calidad, pero una de nuestras cajas dura toda la vida y no queremos que esto cambie", insiste.

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Actualmente la empresa tiene 54 trabajadores y en su catálogo ofrece cerca de 4.000 productos, además de los que puede hacer de manera personalizada. Exportan cerca del 30% de la producción y tienen clientes de todo tipo: desde pequeñas ferreterías y tiendas de bricolaje hasta grandes multinacionales. "Hemos hecho todos los armarios del ejército francés y de la gendarmería: necesitaban unos armarios especiales para guardar todo el equipamiento y las armas", concreta el gerente, que añade: "También hemos trabajado para el ejército español y el de Arabia Saudí". Una compañía que los llama a menudo es Airbus: "Les hemos hecho de todo: armarios, carros de herramientas, talleres de trabajo... y lo pintamos todo de su color". Y Conesa admite que nunca imaginó que acabaría diseñando y fabricando salas, vestuarios y talleres para compañías como Heineken, Cruzcampo o Nestlé.

A pesar de la diversidad de productos y servicios que ofrecen, la caja de herramientas sigue siendo la joya de la corona. La que más venden es la de color "azul martelé", que es la que la hizo conocida, aunque Conesa revela que el color originario era el "verde marcelino". "Pero lo cambiaron por el azul por las aguas que hacía la pintura y que ayudaban a disimular las imperfecciones de la chapa". Ahora se pueden encontrar en casi toda la gama de colores y también las pueden pintar al gusto de los clientes. Ellos trabajan con un stock relativamente pequeño porque la mayoría de la producción es bajo pedido.

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Compran grandes placas de chapa, las cortan intentando aprovechar hasta el último milímetro y, con la ayuda de diferentes máquinas, elaboran pieza a pieza todos los elementos que componen las cajas, armarios, baúles y carros, desde las diferentes secciones que dividen las dos naves. "Tenemos stock para poder servir cualquier producto en 24-48 horas, pero no hemos querido producir a gran escala, porque entonces no podríamos personalizarlos", explica el gerente, que empezó a trabajar en la empresa cuando solo tenía 14 años. "Me pagaban 35 pesetas la hora. Y entonces se cobraba semanalmente: uno de los trabajadores pasaba con un carro y nos iba dando el sobre a cada empleado", rememora con una sonrisa.

Para Conesa, la clave de la supervivencia empresarial ha sido ofrecer siempre un producto singular y mantenerse fiel a sus principios. "Hemos pasado de todo: cuando no eras un país pobre, llegaron las crisis. Primero nos hacían competencia desde Portugal, después desde Europa del Este y de China. Hay muchas marcas y mucha oferta, pero siempre hemos intentado dar un valor añadido a nuestros productos para diferenciarnos". Y, gracias a este espíritu, la familia Conesa ha conseguido que una caja de herramientas lleve más de 65 años dando la vuelta al mundo.