El clima empeora, el negacionismo climático crece
2024 ha sido el año más cálido de la historia en la Tierra desde que se tienen datos. Todos los registros han empeorado y se ha superado por primera vez el umbral de los fatídicos 1,5 °C por encima de la temperatura media de la era preindustrial (1850-1900). Se trata de un dato que fulmina la temperatura límite de calentamiento global para este siglo fijada en los objetivos del Acuerdo de París de 2015. Así pues, ni mucho menos estamos frenando el aplastamiento ni, por tanto, todas las afectaciones que está teniendo, como hemos visto recientemente con las trombas de agua de la DANA o ahora con los incendios de California.
Aunque nos suene a déjà-vu, el informe climático publicado por el programa europeo Copernicus es demoledor. No podemos normalizar lo que está ocurriendo. No podemos darlo por supuesto. La dinámica fatalista en la que estamos metidos es muy peligrosa. ¿Habrá una decidida reacción global? Por desgracia, no parece que vayamos en esa dirección. Si nos atenemos a los resultados de la última cumbre climática, la COP28 de Dubai de diciembre, la respuesta debe ser negativa. El acuerdo de Dubai, demasiado contemporizador, fue poco o nada tajante: pedía apenas una "transición para alejarse" de los combustibles fósiles. Si a esto le añadimos que en el 2025 empieza con el regreso a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, un frívolo negacionista climático, aún tenemos que preocuparnos más. El presidente electo ya ha anunciado que nombrará a Chris Wright, propietario de la petrolera Liberty Energy, como nuevo secretario de Energía de Estados Unidos, con el encargo explícito de impulsar la producción de energías fósiles. EEUU no piensa contribuir, pues, a la lucha contra la crisis climática. Su mal ejemplo resulta letal.
Paradójicamente, la publicación del informe ha coincidido con los devastadores incendios de Los Ángeles, que están provocando una pesadilla para miles de ciudadanos estadounidenses, con gran impacto en la opinión pública. Pues bien, los científicos relacionan directamente la virulencia del episodio –la conjunción de vientos huracanados con una persistente sequía– con la crisis climática que Trump, pese a las evidencias, desprecia. ¿Qué evidencias? Quince de los veinte peores incendios forestales de la historia de California se han producido en los últimos quince años. Según la organización de análisis Climate Check, la crisis climática ha elevado el riesgo de sequía un 83% en la ciudad de Los Ángeles y ha incrementado el riesgo de calor extremo en un 27%.
Resulta tópico y seguramente demasiado oportunista decirlo así, pero lo cierto es que estamos jugando globalmente con fuego. El caso de California, donde el clima es mediterráneo, podría darse también en nuestro país, por ejemplo en el Alt Empordà, atramontanato y que hace tiempo que sufre una persistente sequía. En nuestras latitudes sabemos muy bien el mal cada vez más recurrente de los fenómenos extremos, como hemos visto con la DANA valenciana. Ahora les ha tocado a los californianos. Mañana puede tocar en cualquier otra zona del planeta. No parece que seamos suficientemente conscientes de ello: la crisis climática empeora y, absurdamente, el negacionismo climático se fortalece.