Una comedia sobre el Me Too

La plataforma Filmin ha estrenado una comedia sobre la industria del cine que nació a raíz de una discusión de los creadores y protagonistas sobre el Me Too. En 2018, los actores Steve Coogan y Sarah Solemani mantuvieron una disputa vehemente durante el rodaje de la película Greed. El motivo de la polémica fue el movimiento feminista que estaba sacudiendo a Hollywood. Y Michael Winterbottom les sugirió que aquella confrontación debían aprovecharla para escribir algo juntos. La pandemia les dio el tiempo para ello. Y de ahí sale Chivalry, una serie de seis capítulos que homenajea al screwball comedy, las comedias de los años 30. La presentación apela directamente a la estética y las características de este género. La trama se desarrolla en el Hollywood actual, con el machismo en el punto de mira y la industria intentando adaptarse a los nuevos tiempos. Cameron (Steve Coogan) es un consolidado productor que necesita a alguien que le acabe y le arregle la película de un director francés misógino y caducado. Y el trabajo recae en Bobby (Sarah Solemani), una joven directora que tiene entre manos un biopic bíblico iraní centrado en la menstruación. Él la necesita para modernizar y adaptar la producción inacabada y ella necesita contactos y dinero para sacar adelante su proyecto. La colaboración entre los dos protagonistas evidenciará las tiranteces, la hipocresía y la nueva realidad y pondrá a prueba la convivencia entre dos sectores contrapuestos: el machismo imperante que sigue teniendo el poder y el feminismo que representa el talento emergente. La productora ejecutiva anticipará, en el minuto ocho del primer capítulo, todo lo que pasará: “Cameron te rechazará al principio, intentará desgastarte, hasta que se dé cuenta de que tus ideas son buenas. Después fingirá que son suyas, se enamorará de ti y querrá liarse contigo. No se lo permitas”. Y aquí nace esta comedia de diálogos ágiles, ritmo rápido, enredos y crítica social que desafía a los estereotipos, pero también a los nuevos roles, con personajes histriónicos que conforman la fauna de Hollywood. Es una sátira sobre el statu quo de la industria del cine estadounidense.

Chivalry (que podríamos traducir por caballerosidad) reivindica la necesidad de una nueva mirada y unos nuevos valores, pero también inocula dosis de humor en los argumentos, dinámicas y contradicciones que conlleva esta nueva manera de hacer. Parece reclamar cierta indulgencia o misericordia con la masculinidad tradicional. La serie, de capítulos de solo 20 minutos, pone a prueba las costuras del Me Too, relaja su combatividad, explora posibles complicidades y añade sonrisas. Pero, sobre todo, la serie habla de la integridad, el precio de renunciar a ella, lo que estamos dispuestos a hacer para defender nuestras convicciones y en lo que estamos dispuestos a ceder. Lo que más chirría de este duelo es, paradójicamente, la parte romántica y la lucha por no caer en ello. Pero quizá sea la prueba que demuestra las dificultades para liberarse de los patrones más clásicos de la industria de Hollywood.