México

Las cowgirls piden paso a los cowboys

En estos espectáculos, muy masculinizados y populares tanto en México como en EE.UU., las figuras femeninas destacan cada vez más

MéxicoEl aparcamiento es un descampado de tierra enorme, lleno de polvo que levantan los coches a su llegada. Cuando el polvo se desvanece, deja al descubierto juegos de puntería y diversas atracciones de feria, de colores y luces que despegan unos metros hacia el cielo. Esta gama de estímulos visuales –algo de película– se complementa con una alternancia entre reggaeton y música norteña mexicana, una capa transparente y sonora que rodea a cientos de personas, la mayoría vestidas con botas vaqueras, sombreros, pantalones vaqueros y camisas de cuadros. Se escuchan conversaciones en español, inglés, o una mezcla de las dos lenguas. Porque estamos en México, pero a poco más de dos horas en coche de Estados Unidos.

Estos cientos de personas caminan como hormigas entre las barras con cervezas y micheladas, las diferentes paradas de tacos, gorditas rellenas de nutella y muchos otros platos de esta zona, y las pequeñas tiendas de ropa y accesorios. Todo está montado en torno a una gran plaza redonda, una especie de plaza de toros, donde tienen lugar las múltiples disciplinas deportivas del rodeo. En las gradas de la plaza de toros también hay vendedores ambulantes anunciando sus productos mientras los espectadores disfrutan de sus competiciones. Cuando se vaya el sol, un puñado de caballos y sus jinetes encenderán una gran hoguera y darán inicio a las competiciones de baile al ritmo de la orquesta de turno.

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Son las fiestas de La Misión, un pueblo de gran tradición vaquera en el norte de México, cerca de la costa del Pacífico, dentro del estado de la Baja California. Toda la zona bebe de esa herencia cultural que también comparte con otros estados del norte de la región fronteriza, como Sonora o Chihuahua, y con parte de Estados Unidos.

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De hecho, en México, la charrería, que es el máximo exponente de esta tradición –o arte– en la versión mexicana, está considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2016, aunque tiene un punto de diferencia con el rodeo, más estadounidense y centrado en la competición y el espectáculo. La charrería tiene una parte más ritual y de ceremonia. La vestimenta también es distinta: los charros llevan sombreros de ala ancha como el andaluz, y los de los rodeos son sombreros de vaquero.

Las fiestas de La Misión y los espectáculos en los estados del norte de México son rodeos, no charrería, por la influencia de EE.UU. Y se celebran en otros muchos rincones de ambos países desde hace décadas. Pero lo que es más novedoso es que cada vez las mujeres van desempeñando un papel más importante dentro de esta cultura tradicionalmente patriarcal.

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Un grupo de mujeres en Texas

Los orígenes de esta tradición se remontan a la época de la conquista española, cuando los ganaderos de allí trajeron sus costumbres a Latinoamérica y se mezclaron con la cultura de la zona, en este caso, la mexicana. Cuando esa corriente llegó a EEUU, mutó un poco más y se mezcló con los detalles identitarios de ese país. Ahora, a ambos lados es un batiburrillo histórico y binacional que consiste en demostrar la destreza de los jinetes. En EEUU está muy ligado a la música country y al norte de México con la música norteña.

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Pero en aquellos inicios, en el siglo XIX, todo giraba en torno a la figura del hombre. Aún deberían pasar décadas, hasta los años 40 del siglo XX, porque en Texas, EE.UU., un grupo de mujeres se uniera para crear una disciplina específica femenina, para que también ellas tuvieran un espacio dentro de este espectáculo. El grupo de mujeres se institucionalizó como Asociación de Rodeo Profesional de Mujeres (WPRA, por sus siglas en inglés) y así fue cómo nacieron las carreras de barriles, una competición exclusivamente femenina. Se trata de una carrera contra reloj donde las amazonas deben recorrer tres barriles haciendo una imaginaria forma de trébol. Por cada barril tumbado o por caer del caballo hay una penalización, y gana quien lo completa en menos tiempo. Por proximidad, los estados del norte de México empezaron también a implementar esta disciplina entre los años 80 y los 90.

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Valentes abriendo camino

A unos pocos metros de la plaza de toros de La Misión, Valeria Bermúdez, montada sobre su yegua Humata, no habla con nadie, para mantener la concentración. En unos minutos le anunciarán por los altavoces y saldrá a toda velocidad esquivando con destreza los barriles para proclamarse campeona de la competición. Pero ahora busca claridad mental para repasar su estrategia sin distracciones. Sabe que cuando entre en la plaza de toros volando sobre Humata, con la adrenalina a mil, la mente se le pondrá en blanco, los minutos pasarán acelerados y no será consciente ni de lo que llama la gente, ni de lo que dicen por los altavoces , ni de nada, sólo de disfrutar y, a ser posible, ganar sin sufrir ningún accidente. "Es una sensación muy bonita", dice. Tiene 22 años y lleva desde los 9 montando y entrenándose, aunque nadie en su familia se dedicaba al rodeo. Nacida en Rosarito, Baja California, en el 2023 se proclamó campeona estatal y durante todo el 2024 no ha parado de ganar.

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Pero ella no es la única que destaca en los rodeos de esa región. Ahora, las mujeres no sólo participan en esta área, sino que también compiten en categorías donde anteriormente sólo existían hombres. Es el caso de la campeona Johana Acosta, de Baja California, que participa en lo que se llama lazo de becerro, donde se sale galopando y se debe atrapar con el lazo y amarrar un becerro en menos de 25 segundos, desmontar del caballo rápido y atarle tres patas.

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Gana quien complete la tarea en menos tiempo. En una entrevista online a uno de los ranchos donde se celebran habitualmente rodeos, explica que empezó en este mundo a los dos años, porque toda su familia competía. Después, durante años estuvo compitiendo en ponis, hasta que pudo montar caballos y pasó un tiempo realizando carreras de barriles. Ha sido multiganadora de campeonatos nacionales y estatales de lazo de ternero y este año por primera vez ha competido también en EE.UU.

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También destaca Athena Rivera, en su caso en la disciplina más conocida y más peligrosa: jinete de toros. El jinete debe conseguir mantenerse ocho segundos sobre el lomo del toro, que se mueve enfurecido.

Sólo puede agarrarse con una sola mano de un dorsal con un asa sobre el cuello del animal. El pasado mes de mayo, en el estado de Sonora, se anunciaba el primer rodeo en el que participaban dos mujeres en esta disciplina: Athena Rivera y Rebeca Cervantes. Ellas son una inspiración para muchas. Como dice Valeria Bermúdez: “Pocas mujeres nos atreveríamos a subirnos a un toro tan grande y ella [Athena] ha ganado competiciones”.