David Fernández: "Cobraba más en la fábrica que en el Parlament"
El periodista y ex diputado de la CUP explica cómo gestiona su economía doméstica
El periodista y activista David Fernández explica que la historia de su familia es como la de tantas otras durante la dictadura franquista: “Mis padres emigraron de varias partes de España a Barcelona, en el barrio de Gràcia, donde nací. Fue una migración interna, motivada por la pobreza económica”. Fernández, que estudió en la escuela pública, cursó ciencias políticas en la UAB durante los años 90, pero confiesa que dejó el grado en el último año: “Cuando me dijeron que la Transición la había hecho el rey, me negué a pagar las 50.000 pesetas de la matrícula para escuchar más fascículos de este relato”.
Como estudiante, Fernández trabajó en el sector de la hostelería para ganarse un sueldo. "Con 16 años me puse a trabajar un verano y con esos ahorros me compré una guitarra eléctrica que todavía conservo", revela. El periodista se marchó de casa a los 18 años, pero fue justamente durante la etapa universitaria cuando vivió de cerca la crisis económica del momento, porque su padre sufrió un despido y sus hijos trabajaron para aportar dinero a la economía familiar: "Para ganar un sueldo combinaba los estudios con el trabajo, primero sirviendo en restaurantes como el Hotel Plaza y más tarde de planchista en la Seat".
En cuanto al activismo político, Fernández recuerda a su abuelo como el primer referente. "Mi relación con la política empezó con mi abuelo, que fue miembro del Partido Comunista y fue condenado a dos penas de muerte", detalla. Desde entonces, Fernández ha estado vinculado a diversas organizaciones políticas de la izquierda alternativa y en 1996 fue uno de los miembros fundadores del Ateneo Popular La Torna, en el barrio de Gràcia.
Justamente fue impulsando este proyecto donde conoció la cooperativa de servicios financieros Coop57, donde trabaja desde hace más de veinte años: “Vinimos a la cooperativa siendo unos jóvenes que buscábamos apoyo para montar La Torna y descubrí una nueva forma de entender la economía a través del cooperativismo”. Fernández aún desarrolla tareas de comunicación, un rol vinculado a la profesión periodística que también desempeña desde hace décadas en varios medios.
Sobre su etapa como diputado de la CUP en el Parlament entre 2012 y 2015, enumera muchas anécdotas y reivindica el trabajo realizado: “Entramos en la institución en un momento de mucha desafección política y crisis económica. Pedí una especie de excedencia y me encontré trabajando en el Parlamento a los quince días de campaña. Éramos sólo tres y hacíamos jornadas de hasta dieciséis horas para llegar a todo y con una limitación salarial de 1.400 euros. Cobraba más en la fábrica”. Durante aquellos años, Fernández presidió la comisión de anticorrupción de la cámara y considera que la austeridad “espartana” que se impusieron era una forma de “demostrar que las clases populares también pueden hacer política”.
“No me afectó la limitación salarial porque venía de una precariedad permanente, pero allí te das cuenta de lo alejada que está la política de la realidad de la calle”, remarca. Fernández también denuncia el clasismo vivido durante los años en el Parlament: “Se nos amonestó verbalmente por nuestra forma de vestir, decían que no dignificábamos la institución. Me asustó el desprecio constante contra las personas afectadas por la crisis”.
Cooperativista
Al día siguiente de salir del Parlament, Fernández volvió al trabajo en Coop57 y en las colaboraciones periodísticas: “Me creí un héroe y debería haber descansado unos meses entre las dos etapas”. Fernández defiende que formar parte de una cooperativa demuestra que otro modelo económico es posible. “El cooperativismo no es perfecto, pero resuelve los problemas de la forma más democrática, social y solidaria. Tiene una gran capacidad de resistencia de sus puestos de trabajo frente a situaciones de crisis”.
En cuanto a sus finanzas personales, Fernández dice tener “una gran desafección por el dinero”. Tal y como explica él mismo, tiene todos sus ahorros en cajas cooperativas y no es usuario de ninguna gran empresa energética. “Audité mis gastos y el 81% de mi PIB está destinado a consumo de economía social y solidaria. Cuando se publican los beneficios de las empresas del Ibex, sé que no está con mi dinero. No participo en esa estafa piramidal”, sentencia. Haciendo referencia al sociólogo vasco Imanol Zubero, señala que “todos tenemos un DNI para votar y una tarjeta por pagar” y que el primer paso es “no colaborar” para poder salir del actual modelo de consumo: “Acabamos pagando la soga que nos ahoga”.
Fernández declara que en su vida privada tiene una economía muy “casera”: “Seguramente mi peor gasto es en tabaco, pero nunca he invertido ni hago turismo”. Sin embargo, también afirma que ha tenido que irse a vivir fuera de Barcelona por la imposibilidad de acceder a una vivienda a precio asequible. "Poco es mucho y demasiado siempre es insuficiente", concluye.