Los deberes: en grupo y fuera de casa
Centros especializados en ayudar en las tareas de la escuela detectan una falta de rutinas de estudio y de hábitos en primaria
BarcelonaAntonio tiene quince años y cuatro tardes a la semana acude a Penkamuska, un centro de psicopedagogía de Centelles, Cataluña. La mitad de los días acude para dar clases particulares, pero las otras dos tardes acude a grupos de refuerzo escolar donde le ayudan a hacer los deberes y a no perderse en el día a día en clase. Hace muchos años que su abuela, Maria Amaya Castro, decidió llevarlo a este centro, porque asumió su guarda. El niño tenía problemas de dislexia. Tiene claro que lo único que dejará en herencia a los nietos son "los valores y la educación" y les intenta hacer entender que "su trabajo es quitarse al graduado". "Los estudios son lo primero", insiste Amaya, que hace un esfuerzo económico para que Antonio pueda disfrutar de ese apoyo y le deja la tarde del viernes para poder ir con sus amigos.
Pese a ocuparle cuatro tardes, Amaya dice que Antonio va contento, tanto en las clases individuales como en las colectivas, donde les hacen un acompañamiento en grupo para garantizar el éxito escolar en una edad tan sensible como la adolescencia. David es otro usuario de este centro, pero tiene otra situación. Ahora hace 3º de ESO y ha dejado de ir, pero durante unos años requirió los servicios de este centro porque su madre pasó a trabajar de jornada reducida entera y no podía ayudarle en las tareas diarias . "Él es constante", explica Imma, su madre, "pero me pedía ayuda mientras yo estaba en el trabajo". Por eso, pensó que le iría bien. Y así fue.
También le ha ido bien al hijo de Verónica, que tiene 13 años y que tras empezar con el logopeda se sumó a los grupos de deberes del centro para "coger hábitos". Va cuatro días a la semana y Verónica explica que va contento, pero que, sobre todo, externalizar la gestión de los deberes "ha liberado tensiones en casa". Explica que normalmente era pasivo e iba a última hora y que los grupos le han permitido justamente evitar estos inconvenientes. "Estamos muy contentos, saca muy buenas notas ahora", explica la madre.
La directora de Penkamuska, Elena Torres, es logopeda y desde la pandemia que tomó las riendas del negocio, después de ejercer como trabajadora. Explica que éste es un servicio que se ofrece principalmente en la ESO y cree que los resultados y la demanda radican en el cambio metodológico que ha hecho la primaria. "Los padres se asustan por si sus hijos no tienen ni hábitos de estudio ni nivel y empiezan a apuntarlos", explica Elena. Este mismo cambio metodológico, con escuelas más activas y sin deberes, hace que los grupos de primaria, por el contrario, sean cada vez menos y que, a estas edades, sólo se apunten si van justos de notas.
"De cero a cien es demasiado", apunta Elena, que ve en la falta de rutinas de estudio y de hábitos los principales problemas de los niños y niñas. Los niños y niñas que entran en la ESO, ejemplifica, no saben hacer uso de la agenda y "tiran" de la memoria. Además, cree que no se saben organizar y que, en cambio, cuando se unen al grupo dan un salto de notas y motivación.
Las preevaluaciones, el termómetro
A menudo, cuando los contenidos empiezan a complicarse para los niños y niñas pero también para los padres, es cuando las familias recurren a este tipo de centros, que tienen su pico durante las preevaluaciones. "Es cuando se llenan los grupos", explica Eulàlia Rosanas, fundadora de La Acadèmia, de Mollerussa. Al igual que en Penkamuska, en La Academia realizan sobre todo control de agendas y refuerzo en las materias que más cuestan, y sobre todo con estudiantes de ESO. "En primaria aún no los necesita y en bachillerato prefieren clases particulares", explica Eulàlia. "Junto al inglés, es el programa que más demanda tiene", añade la responsable de La Academia.
En La Academia lo que más refuerzan son las materias instrumentales. A los cursos más avanzados de ESO se suma la física y la química, pero cuando comienzan siempre son el cálculo y las lenguas, lo que más hace sufrir a los escolares. Según Eulalia, con el cálculo se nota que en primaria "no les enseñan a pensar" y cree que esto ocurre porque muchos maestros no han hecho una carrera de ciencias y ni siquiera les gustan los números. En las lenguas el problema que detectan es que durante los primeros cursos se les permite la ortografía natural y cuando deben escribir bien no tienen alcanzada la normativa. "Hay alumnos que van muy perdidos", dice Eulàlia, que cree que hay un factor de desmotivación general y que a menudo "las dudas se les van acumulando". "Con algo de disciplina, el cambio y los resultados son espectaculares", aseguran desde el centro.
Los deberes más sociales
Sin embargo, las necesidades de refuerzo dependen de la preparación en primaria pero también de otros factores como el origen socioeconómico. Entre las familias que recurren al centro de Mollerussa para ayudar a sus hijos hay muchos padres y madres que acaban tarde de trabajar y que, con el grupo de deberes, cuando ellos llegan ya están hechos.
Son un perfil similar al que se encuentran en el Esplai El Nus los grupos que ofrecen en el Instituto de Sant Just Desvern. Tal y como explica la directora de la entidad, Aroa Aceitón, es un instituto donde deben hacer más énfasis en el apoyo emocional y conductual que en el nivel de estudios, "que ya es alto". El cálculo les cuesta más que las lenguas, para las que ya tienen extraescolares –por ejemplo de inglés– para solucionarlo. En cambio, el propio equipo ofrece el servicio al Instituto Ferrer y Guardia de Sant Joan Despí, donde los alumnos van recomendados por las tutorías y, así, pueden disfrutar de un espacio de refuerzo sin gasto económico. Pero El Nus también atiende a estudiantes en su propio local, muchos derivados de los servicios sociales. En este caso, explica Aroa, necesitan sobre todo apoyo en lenguas porque muchos son inmigrantes, recién llegados o refugiados que tienen problemas con el catalán y el castellano.
La función en este ámbito de El Nus es la que hacen, en algunos casos, los grupos de deberes de las Bibliotecas de Barcelona, un servicio que no siempre ni en todos los barrios se puede impulsar, pero que ha llegado a dar apoyo a muchos alumnos. Virginia Cierco, directora de la Biblioteca San Pablo-Santa Cruz, en el barrio del Raval, cree que en este barrio ya hay muchas entidades sociales que realizan esta tarea –desgraciadamente, dice, con voluntariado que puede "caer" en cualquier momento–pero que, por su experiencia, es clave en otros equipamientos.
"En Sagrada Família, por ejemplo, nos derivaban las familias desde servicios sociales –explica Cierco–; en el Raval hacemos de antena informativa para apoyar las necesidades de las familias que acaban de llegar". Para Cierco, a la hora de ofrecer recursos de acompañamiento y apoyo, la secundaria "siempre queda más coja" y es más complicado que los jóvenes se vinculen a un recurso de este tipo. Por eso, cree que vale la pena hacer esta vinculación cuando son aún más pequeños, porque necesitan un apoyo "más emocional" que acaba derivando en una experiencia social más satisfactoria y, de rebote, una mejor experiencia académica.