De lo que se puede demostrar no se puede discutir

De pequeño odiaba la enciclopedia Larousse. La odiaba con todas mis ganas. Por una simple razón, porque siempre estaba del bando de mi padre. Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños y le discutíamos alguna información a mi padre, ya fuera de historia, de deportes o de ciencias, él nos despachaba con una frase: “De lo que se puede demostrar, no se puede discutir”. Entonces iba a la maldita enciclopedia, buscaba la entrada sobre la que debatíamos y encontraba el dato. Y siempre, siempre le daba la razón. Aquellos tomos de tapa marrón y azul marino ni una sola vez arrojaron un poco de clemencia sobre nosotros.

Tal y como me sentía yo, deben de sentirse cientos de esparcidores de fake news en las últimas semanas en Twitter (también conocida bajo el seudónimo X). Después de años de investigaciones, de retorcer el algoritmo para evitar las informaciones falsas, Twitter ha encontrado la Larousse que pueda detener cualquier mentira: la gente.

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Ahora, si un usuario de la red social se encuentra con una mentira, puede refutarla enviando una nota de comunidad (algo así como un aviso) con pruebas de que aquello que se cuenta es falso. Si varias personas envían la misma información y se contrasta la crítica, un cartel aparecerá bajo el tuit advirtiendo de los datos falsos y mostrando los contrastados.

Por mi pantalla he visto pasar cientos de aclaraciones bajo este método, desde vídeos generados por inteligencia artificial que se hacen pasar por reales, a la nacionalidad de un jugador fútbol que es puesta en entredicho por su apellido. Las notas de comunidad no entienden de ideología ni de partidos, solo van al dato certero. Si es un bulo, es fácil de desmontar.

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Sé que esto es un gran avance para la democracia en las redes, pero yo tengo que solidarizarme con esos pobres tuiteros que tienen que borrar sus mensajes. Twitter ofrece una página donde puedes encontrar los mensajes que han sido refutados por la comunidad. Muchos de esos mensajes han sido eliminados. Y tengo que decir que me da pena por esos pobres tuiteros que se pasaron la noche ficcionando o buscando un vídeo que manipular que ven tirado su trabajo a la basura. Yo les comprendo. Sé lo que es saber que la realidad nunca esté de tu bando, que nunca te conceda una. 

¿Hasta cuándo van a tener que aguantar ese dedo que les niega la razón en una página de la Larousse?

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Por ahora, lo único que puedo hacer es contarles cómo logré superar yo aquella situación: dejando de tener 7 años.