El derrumbe de Sasi, la inmobiliaria que conquistó Catalunya
La empresa, víctima de la crisis del ladrillo, tuvo que cerrar 27 oficinas y pasó de 100 a 18 trabajadores
Una Rambla vacía de turistas, tenderetes poco llamativos, una marea de camisas de rayas desbotonadas, camisetas de imperio y vestidos de colores llamativos. A principios de los 80, en una Barcelona que apenas empezaba a abrirse al mundo, el empresario gallego Fausto Serén caminaba por la calle y pensaba. Quería abrir su propia cadena inmobiliaria. En 1982 se lanzó y creó Sasi, un nombre que, todavía hoy, sigue grabado en la memoria de muchas familias que compraron o alquilaron una vivienda en Cataluña durante la década de los 90 y 2000. Especializada en el mercado inmobiliario de segunda mano, la cadena supo aprovechar el impulso de la transformación de Barcelona con los Juegos para plantarse a principios de 2000 con 34 oficinas. Poco a poco, Sasi se había convertido en una de las marcas de renombre en el sector.
Entre 1999 y 2007, como el resto de inmobiliarias del Estado, Sasi hizo agosto. Era la época del boom inmobiliario. "La renta de las personas había aumentado, el paro había bajado y los tipos de interés, que se habían reducido, hacían más atractivo comprar que alquilar", contextualiza Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Gerona. "Todas las expectativas eran favorables, y nada hacía indicar que las cosas se torcerían", recuerda. Instaladas en ese paraíso, las franquicias de Fausto Serén no paraban de vender pisos. Su caja se iba llenando. El negocio funcionaba tan bien que en el 2004 el empresario decidió diversificarlo y empezar a construir obra nueva. “Todo el mundo creía que el ladrillo siempre tendría más valor que el dinero”, dice Espinet. Los bancos facilitaban la compra de viviendas. “Las entidades financieras aumentaron el importe por el que se podía financiar una vivienda y empezaron a aceptar hipotecas a largo plazo: si en los años 80, con la fundación de Sasi, la duración de una hipoteca se situaba en 13 años, en mediados de los 2000 se encaramó hasta los 30.
Pero en 2007 el panorama cambió. La venta de pisos empezó a caer y promotores, bancos e inmobiliarias se pusieron en alerta. Para hacer frente a la tendencia del mercado, Fausto Serén se apresuró a buscar a dos parejas de baile. Se unió con la promotora inmobiliaria Grupo Cast y la sociedad gestora Cinquecento. De la boda nació Sasi Cast Gestió, una sociedad con tres millones de euros de capital inicial controlada por Sasi y Grupo Cast, con un 40% de las acciones cada uno.
En el 2007 Sasi aún cerró el año con números verdes, con 144.000 euros de beneficio. Pero en el 2008 ya perdió 800.000. En el 2009, las cuentas siguieron tintadas de rojo. No se alquilaban pisos, y menos aún se vendían. Sasi, que había empezado a construir sus promociones poco antes de la crisis, se topó de repente con tres proyectos inmobiliarios entre manos que no conseguía vender y con una deuda de más de 10 millones de euros. La empresa empezó a replegarse y en el 2011 la inmobiliaria ya tenía solo siete establecimientos y unos dieciocho empleados, lejos del centenar de la época dorada. El 9 de julio, Sasi decidió cerrar para siempre.