Detectada una extraña explosión de rayos gamma proveniente de una galaxia vecina
La señal sólo duró una décima de segundo, pero su excepcionalidad permite estudiar mejor cómo funcionan los magnetares
En el cuento Los crímenes de la Rue Morgue, Edgar Allan Poe escribe que “lo importante es saber qué debe ser observado”. Esto es, precisamente, lo que debieron pensar los astrónomos de la colaboración INTEGRAL, de la Agencia Espacial Europea (ESA) cuando, el 15 de noviembre, una explosión de rayos gamma muy energética proveniente de la galaxia vecina M82 incidió sobre su satélite. Los análisis revelan que la señal tuvo su origen en un magnetar, una estrella de neutrones con un campo magnético extremadamente potente. Este fenómeno es muy poco frecuente y el descubrimiento permite entender con mayor detalle el proceso de creación de este tipo de estrellas y su influencia en la formación de las galaxias.
El evento, que tuvo una duración de sólo una décima de segundo, hizo saltar las alarmas. Literalmente. “Recibí un SMS en el teléfono. No recuerdo qué hacía en ese momento, pero probablemente trabajaba en el despacho y sentí cierta emoción”, comenta para el diario ARA Carlo Ferrigno, investigador de la Universidad de Ginebra y participante en el descubrimiento.
Trece segundos después de detectar la señal, un sistema de alertas automático había ya alertado a varios observatorios alrededor del planeta para que apuntaran sus instrumentos en cuya dirección procedía. Los astrónomos necesitaban conocer con toda urgencia cuál era el origen preciso de aquella señal antes de que se desvaneciese para siempre. Uno de los encargados de determinar su procedencia fue el telescopio XMM-Newton, también de la ESA, que sólo pudo ver el gas caliente y las estrellas de la galaxia. Otros telescopios situados en la superficie terrestre como el Telescopio Nazionale Galileo, instalado en las islas Canarias, o el Observatorio de la Alta Provenza, tampoco detectaron nada especial.
En general, estas explosiones de rayos gamma suelen provenir de la fusión de dos estrellas de neutrones. Lo que alertó a los investigadores de que esta señal era distinta es que cuando dos estrellas de neutrones se fusionan generan ondas gravitacionales. Estas ondas perturban el espacio y viajan hasta los detectores instalados en nuestro planeta. La sorpresa llegó cuando los investigadores de la colaboración INTEGRAL contactaron con los científicos de los observatorios de ondas gravitacionales LIGO, Virgo y KAGRA para preguntar si sus detectores habían grabado algún tipo de señal. La respuesta fue negativa. La hipótesis de la fusión de dos estrellas de neutrones quedaba, pues, descartada. “En cuestión de una hora, comprobamos que la señal era real, alertamos a otros compañeros por e-mail y confirmamos que provenía muy probablemente de un magnetar”, comenta el doctor Ferrigno.
Los magnetares son un tipo de estrellas poco común. Cuando una estrella más masiva que el Sol llega a las últimas etapas de su vida, se producen las conocidas supernovas. Del remanente de la estrella original se puede generar un agujero negro o una estrella de neutrones. Ésta última es una estrella formada casi exclusivamente de neutrones, partículas sin carga que forman parte de los núcleos atómicos. Con un diámetro comparable en el área metropolitana de Barcelona, las estrellas de neutrones son compactas, giran a elevadas velocidades y generan unos campos magnéticos muy intensos. Las más jóvenes pueden tener campos magnéticos unas diez mil veces más potentes que el de las estrellas de neutrones corrientes. En ocasiones, estos campos magnéticos sufren alteraciones abruptas que generan intensas emisiones de rayos gamma que viajan a través del espacio y se detectan en los instrumentos que las diferentes colaboraciones astronómicas tienen repartidos por todo el planeta, tanto en tierra firme como en órbita .
Fenómenos como el que se detectó el pasado noviembre se dan al azar y son muy poco frecuentes. “Antes ya habíamos observado el cúmulo de Virgo durante varias semanas y no detectamos nada. La clave es estar siempre buscando”, comenta Ferrigno. "Hay una parte de serendipitidad, pero, en cualquier caso, se debe estar observando aquella región en concreto y se debe ser capaz de identificarla". También añade que "tan importante es detectar la señal como conocer su procedencia".
En nuestra galaxia, con una población de unos cien mil millones de estrellas, en los últimos cincuenta años sólo se han podido identificar tres de estas explosiones de rayos gamma provenientes de magnetares. Una incluso provocó perturbaciones en la ionosfera de nuestro planeta. Debido a la baja frecuencia de este fenómeno, observar uno de ellos supone un gran paso en su comprensión. “Este descubrimiento nos permite determinar con mayor precisión cuántos acontecimientos como éste provienen realmente de magnetares. De esta forma podemos obtener información interesante sobre su formación así como sobre la composición de la galaxia”, concluye el doctor Ferrigno.
El Universo puede llegar a ser muy tímido, pero, a veces, se deja ver. Sólo hace falta que en ese momento nos encuentre mirando.