Historias de espías (1)

¿Dónde mataron a Mata Hari? Todos los enigmas todavía abiertos del espía que sedujo a Europa

La vida y la muerte de esta bailarina neerlandesa ejecutada con 41 años en París todavía esconde muchos misterios

BarcelonaCuando lo preguntas en la puerta del Castillo de Vincennes, los trabajadores ponen cara de sorprendidos. "¿Aquí ejecutaron a Mata Hari? No lo sabíamos", dicen. Ninguna placa lo recuerda, pero el 15 de octubre de 1917 el espía más famosa de Europa fue ejecutada en este castillo en las afueras de París, seguramente en uno de los fosos. Otros dicen que estuvo en el fondo del recinto, donde había un campo de tiro de entrenamiento durante la Primera Guerra Mundial. No se sabe con seguridad cuál fue el lugar de la ejecución, ya que la fotografía que a veces se utiliza para hablar de la muerte de Mata Hari en realidad es un fotograma de un filme de época.

La alocada vida de Mata Hari acabó aquí, en un castillo que se había convertido en recinto militar y que antes había acogido a presos ilustres como el marqués de Sade y Diderot. Mata Hari, a los 41 años, fue trasladada de la cárcel de Saint-Lazare hasta el castillo acompañada de dos monjas y de su abogada. Llevaba un sombrero elegante y un abrigo largo y se maquilló. En el castillo le esperaba una guerrilla de fusilamiento. Se explicaría que no lloró ni imploró, que apenas mostró emociones. Encaró la muerte con frialdad, haciendo más grande su misterio. Siempre que se habla de espías se habla de ella, la mujer que creó el mito de la femme fatale que utilizaba la seducción para conseguir información. Como suele ocurrir, detrás de la fascinación por personajes famosos hay una historia con muchas mentiras, exageraciones y suficiente dolor.

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¿Pero quién era Mata Hari? Nacida en 1876 en Leewarden (Países Bajos), en realidad se llamaba Margaretha Zelle y era hija de un vendedor de sombreros. Un hombre con delirios de grandeza que según se cuenta el primer día de escuela de su hija la hizo llegar al colegio en lo alto de una carroza dorada arrastrada por dos cabras blancas. Del padre heredaría su pasión por el lujo y cierta tendencia a mentir. Margaretha se casaría con un funcionario de las Indias Orientales Neerlandesas, la actual Indonesia, que entonces era una colonia neerlandesa. Al parecer, quería huir de su padre, que se había arruinado, y de un profesor del instituto donde estudiaba, que le asediaba enviándole cartas y persiguiéndola por las calles casi de rodillas. Cuando Margaretha vio un anuncio en la prensa firmado por el capitán Rudolf McLeod donde se leía "Oficial destinado a las Indias Orientales Holandesas desearía encontrar señorita de buen carácter con fines matrimoniales", respondió rápidamente. Se citaron en el Rijksmuseum de Ámsterdam y pese a la diferencia de edad tardaron poco en casarse. Él ya tenía un hijo y más de 40 años.

Margaretha no aceptaba quedarse en casa esperando órdenes de nadie, así que la boda acabó mal. Maltratada por McLeod, que era alcohólico, le dejó y se fue con otro militar, pero aceptaría volver con su marido cuando le aseguró que dejaría de beber. No lo hizo. La pareja tuvo dos hijos, uno de los cuales murió joven. En Java, que para ellos fue un infierno, Margaretha se enamoró de los bailes locales y los aprendió, y se hizo suyo el apodo de Mata Hari, que en lengua malaya significa "ojo del día". Después de unos años tensos se divorció y fue a parar a París, donde hizo de bailarina y según se dice se inventaría el striptease moderno como tal, aunque lo de desnudarse se había hecho siempre . Ella lo convirtió en un espectáculo en una de las pocas ciudades en las que a inicios del siglo XX se podías hacer, París. Y así sedujo a decenas de hombres. Muchos de ellos, con cargo. Se inventaría un pasado, diciendo que había vivido entre brahmanes en la India, y se dejó ver con políticos, artistas y especialmente militares, ya que admitía que sentía fascinación por los hombres uniformados. Pero el pasado la perseguía, ya que no podía olvidar a su hija, a la que intentaría recuperar sin suerte. Mata Hari lograría ser una bailarina de cierto éxito, aunque con el paso del tiempo recibía cada vez más críticas, hasta que abandonó los escenarios justo antes de la Primera Guerra Mundial, cuando ya era famosa en media Europa.

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Cuando la Guerra estalló, ella estaba en Berlín, según algunas fuentes, o en La Haya, ciudad que rápidamente sería ocupada por los alemanes. Y aquí comienza el misterio, ya que poco después vuelve a París cruzando la frente. ¿Ya era entonces una espía alemana? En Francia se ofreció por ser espía aliada al capitán Ladoux, el jefe del Servicio de Espionaje y Contraespionaje francés. Quién sabe lo que pensaba, ella, cuando empezó a citarse con decenas de militares de diferentes nacionalidades en esas fechas, haciendo viajes arriba y abajo. En 1916 se encuentra en Londres, donde fue interrogada por el servicio secreto británico. Después volvería a Francia, pasando primero por España, donde conocería a Arnold von Kalle, el agregado militar alemán en Madrid. Y sería un telegrama de Von Kalle el que marcaría el destino de la neerlandesa, ya que los franceses le interceptarían. En ese telegrama Von Kalle daba detalles sobre el agente H21, con datos bancarios y el nombre de una sirvienta de Mata Hari. Es decir, los franceses descubrieron quién era esa agente a sueldo de los alemanes. ¿Fue así? Algunos historiadores han demostrado que entonces los alemanes ya sabían que los franceses habían descifrado el código que utilizaban para enviar mensajes. Es decir, enviando el telegrama eran conscientes de que sería interceptado por sus enemigos. Por tanto, estaban tirando a Mata Hari a los leones. ¿Lograron que los franceses ejecutaran a una agente que trabajaba para ellos pensando que en relidad estaba a sueldo de Berlín? Todo se giraría en contra de Margaretha, ya que el caso se filtró a la prensa, que le acusó de pasar información en Alemania y de ser responsable de la muerte de miles de soldados. Además, era el chivo expiatorio perfecto para las autoridades francesas, que no dejaban de encadenar derrotas. Era más fácil culpar a una mujer extranjera sexualmente liberada que culpar a sus militares.

Su muerte sigue rodeada de cierto misterio. Francia no permitió el acceso a su expediente hasta un siglo después de la ejecución, y en ese informe faltan papeles importantes, como el telegrama enviar por Von Kallen. Aparece la traducción, pero no la original. También se encuentra el interrogatorio realizado por el procurador Pierre Bouchardon, donde se explica que Margaretha había confesado haber sido reclutada por los alemanes en 1915, al inicio de la guerra. Según ella, estaba desesperada por regresar a París, así que habría aceptado colaborar con los alemanes a cambio de los papeles para pasar a Francia. Pero en París habría ofrecido sus servicios a los aliados. Fuera como fuere, todo estaba en su contra. En el expediente aparecen documentadas las citas que en 1915 y 1916 mantuvo con militares con cargo a más de ocho nacionalidades diferentes, y de ambos bandos. Costaba saber para quien trabajaba. En ese interrogatorio ella razonaría que la mayor parte de esas citas tenían sólo un objetivo: el placer. Los historiadores militares creen que nunca fue una buena espía, ya que charlaba demasiado y mentía mucho. Y que no se puede descartar que algún militar quisiera quitársela de encima.

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Mata Hari, esa mujer que había tenido admiradores, amigos y amantes, murió sola. Nadie reclamó su cuerpo, que fue entregado a la Escuela de Medicina de París, donde se utilizó para las clases de disección. Su jefe se preservó en el Museo de Anatomía, pero durante un inventario hace 25 años se reportó que había desaparecido. Nadie sabe dónde está, pero hay un montón de leyendas que afirman que algunos admiradores suyos le robaron. Una leyenda que nunca termina, ni siquiera después de la muerte.