Europa está perdiendo la carrera del coche eléctrico

China ha pulsado el acelerador del coche eléctrico. La industria occidental, y la europea en particular, necesita dejar atrás rápidamente a los vehículos de hidrocarburos para no perder pie en este sector crucial, no sólo en términos económicos, sino también ambientales y tecnológicos. Los datos son abrumadores. En poquísimo tiempo, desde la salida del covid, el gigante asiático ha dado un salto adelante indudable: hoy, un 41% de las exportaciones mundiales de coches eléctricos son chinas, cuando en el 2019 suponían el 21%. Además, un 52% de las ventas de coches enchufables (eléctricos e híbridos) son de marcas chinas. Más datos sobre esta indisimulable preeminencia: dos de cada tres baterías para coche electrificado ya se fabrican en China y un 32% de los coches exportados por ese país van destinados a la Unión Europea (y un 9% en Reino Unido). La penetración y potencia chinas suponen un embate brutal.

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De momento, queda claro que Europa está perdiendo la carrera global del coche eléctrico. Ante esto, la pregunta clave es: ¿hay capacidad de reacción? De momento, debido a los aranceles y la guerra comercial con EEUU, China se ha focalizado en el mercado del Viejo Continente, donde en el 2025 se calcula que exportará 800.000 coches, la mayoría eléctricos. La fuerte apuesta se basa en una agresiva política comercial sustentada, tal y como ha denunciado la presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, en unos precios "artificialmente bajos" gracias a las ayudas públicas. Unos precios contra los que la industria europea no puede competir. Von der Leyen, por tanto, insinúa que habrá que poner barreras a lo que considera una competencia desleal.

En todo caso, mientras no se tomen hipotéticas medidas de choque, que ahora mismo no están sobre la mesa y que, dados los intereses y dependencias cruzados –China no deja de ser a la vez competidor y socio– no está claro que salgan adelante , las compañías continentales no tienen más remedio que acelerar y abaratar también ellas su producción eléctrica, y los estados tendrán que ayudar con el impulso al consumo y con la facilitación de las infraestructuras de carga. Dos aspectos, por cierto, en los que Catalunya y España están en la cola: sólo Italia se sitúa por detrás en la venta de vehículos 100% eléctricos. Claro, tanto el precio como la falta de servicio son los dos elementos que frenan ahora mismo aquí la venta de coches sólo de baterías. Urge ponerle remedio con una política concertada público-privada. En este sentido, algunos parecen estar haciendo los deberes: Seat y Volkswagen tienen planificada sólo en España una inversión de unos 10.000 millones de euros, la apuesta industrial más importante jamás realizada en el Estado. Éste es el camino.

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En cualquier caso, en conjunto vamos tarde y China, como ya se está viendo, va a toda máquina y no nos esperará. Tampoco nos va a esperar el cambio climático. Dos razones de peso para ponernos las pilas con el coche eléctrico.