Homenotes y danzas

El farmacéutico que hacía marchar la tos en el siglo XIX

Las Pastillas del Doctor Andreu popularizaron a un empresario que también fue promotor de la avenida y del parque del Tibidabo

Resulta inevitable empezar esta biografía hablando de las pastillas para la tos que, probablemente, han tenido mayor trascendencia en la historia de nuestro país. De un producto de éxito promocionado a través de grandes campañas de marketing a acumular una fortuna que sirvió para incidir en la ejecución del plan Cerdà y en la urbanización de la esquina barcelonesa del Tibidado. También para hacer nacer el Tramvia Blau, el parque de atracciones del Tibidado e, incluso, para invertir en la fabricación de coches. Pero vayamos a palmos.

Nacido en el seno de una familia más vinculada a las leyes y al comercio que a la ciencia, Salvador Andreu Grau acabó haciéndose médico y farmacéutico. En el establecimiento que abrió en el Barri Gòtic de Barcelona en 1866 siempre intentó distinguirse de la competencia ofreciendo una imagen muy atractiva y con una muy buena atención a los clientes. Eran las primeras muestras de su acentuada visión comercial y que en el futuro sería clave.

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El punto de inflexión llegó cuatro años más tarde con la creación del laboratorio desde donde empezarían a elaborarse productos enfocados al asma y la tos. De estas instalaciones acabarían saliendo las famosas Pastillas del Doctor Andreu, verdadera piedra angular de sus negocios. Tanto las campañas comerciales como la capacidad para exportar la nueva creación al extranjero –sobre todo en América– hicieron de las pastillas un producto emblemático y reconocido en todas las casas.

A partir de finales de los años 70 del siglo XIX, Salvador Andreu se lanzó a la promoción inmobiliaria. Por encima de todos los proyectos en los que invirtió destaca el de la avenida Tibidabo, donde levantó su domicilio familiar, y la zona anexa del Frare Blanc. La casa que se hizo construir, la llamada Torre Salvador Andreu, está situada en el número 21 de la avenida y, después de haber sido sede de una clínica de la familia Dexeus, ahora está ocupada por el Consorcio de Salud y Social de Cataluña. El parque de atracciones que hoy todavía pervive también surgió de la alianza con otros propietarios de los terrenos que rodeaban la cima (Roviralta, Bosch, Macaya), así como el nacimiento del Tramvia Blau, del funicular y la construcción del Gran Hotel La Florida.

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Su experiencia como fabricante de coches surgió a raíz de la unión con la familia Armangué, los fundadores de la marca David, una estirpe que todavía en nuestros tiempos produce frutos bien dulces. Por cierto, aunque ya no fabrican automóviles, el nombre David ha quedado ligado para siempre a la ciudad de Barcelona a través, primero, del Drugstore David, muy popular en los años 70 y 80, y, actualmente, por un local comercial que mantiene la denominación y que está ocupado por un parking y un Mercadona. Todo en la calle Tuset, sede de la primitiva fábrica de coches, con entrada también por Aribau.

En el momento de la muerte de Salvador Andreu, el patrimonio familiar daba muestras de gran solidez, pero con el paso de las décadas y las generaciones la situación empezó a debilitarse. A principios de los 70, ya del siglo XX, la empresa química Cros adquirió un 80% del capital de la sociedad Doctor Andreu SA, una operación que marcaría una fecha clave en el declive del imperio familiar.

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Más tarde, Cros pasaría a ser Ercros, en virtud de la fusión con la española Explosivos Río Tinto (ERT), e inmediatamente Doctor Andreu SA salió del grupo adquirida por la multinacional suiza Roche. Poco después, en 1990, los suizos desmantelaron lo que quedaba de la farmacéutica catalana a través de la venta de las distintas líneas de negocio y la liquidación del patrimonio inmobiliario. Hoy el apellido del emprendedor catalán pervive gracias a la compañía peruana Doctor Andreu QF, que se considera heredera del laboratorio original fundado en 1866.

Otro legado que nos ha dejado esta familia son las películas que la hija de Salvador Andreu, Madronita Andreu, filmó muy joven y que reflejan escenas costumbristas impagables de la vida burguesa de la época.