La fiebre por el ladrillo ahora es digital
La explosión en el consumo de contenido y servicios digitales está teniendo efectos muy tangibles en el mundo físico, y algunos nos tocan de muy cerca. Las grandes empresas de internet están destinando millonadas para desplegar cables submarinos de fibra óptica que aproximen los datos a los clientes, y no dan abasto a construir centros de procesamiento y almacenamiento de información por todo el planeta. Este fenómeno no ha pasado desapercibido a los grandes inversores tradicionales, algunos de los cuales están adaptando su negocio a la nueva demanda. Es el caso de la inmobiliaria Hines, que en Barcelona explota el centro comercial Diagonal Mar, entre otros. Fuentes del sector aseguran que la firma está interesada en crear centros de datos o adquirir algunos existentes. Es lógico: con unas conexiones de la calidad adecuada, estas instalaciones se pagan a más de 10.000 euros por metro cuadrado.
En esta línea hay que entender el aterrizaje de la alemana DE-CIX, que acaba de activar el nodo catalán de su red mundial de puntos de intercambio de tráfico de datos, un elemento vital para mejorar la velocidad de acceso de consumidores y empresas a los servidores. Las regiones bien conectadas a las redes globales son las que atraen la instalación de centros de datos, y el Govern impulsa que Catalunya sea una.
Otro objetivo de los fondos de inversión son las redes de fibra óptica ya desplegadas que llegan a los consumidores finales. Mientras las grandes telecos tratan de optimizar la explotación de las redes propias, hay un segundo nivel de compañías de menos alcance, regional o local, que se han convertido en objeto de deseo del gran capital. El fondo francés Ardian ha pagado esta semana 1.000 millones por la catalana Adamo, que desde Barcelona atiende a 250.000 clientes. Y la manresana Fibracat pasó hace pocas semanas a formar parte -a cambio de 55 millones de euros, se dice en el sector- de las 110 operadoras locales que la española Avantel tiene previsto comprar antes de que acabe el año.