Ganas de Sant Jordi, ganas de calle
Las librerías se llenan dos días antes de la Diada, que este año más que nunca estará marcada por las colas
BarcelonaFalta un día para Sant Jordi pero, en realidad, la Diada ya ha empezado. No lo parecía este miércoles por la mañana en Barcelona, cuando la lluvia ha tumbado la intención de las librerías de sacar una mesa con libros afuera la calle en la iniciativa pensada para estirar la fiesta dos días antes. El prólogo de Sant Jordi se ha animado a partir del mediodía, cosa que confirma la infalible teoría de que, si hace sol, los lectores corren a buscar libros. En la Finestres, la Byron, la Documenta, la Ona, la Central de la calle Mallorca y la Laie de Pau Claris prácticamente no se podía entrar por la tarde, y de repente se han vuelto a ver escenas propias de un Sant Jordi normal, con libreros corriendo arriba y abajo y pescando títulos incluso directamente de las cajas de cartón.
"Son días de mucho movimiento, se palpan las ganas de Sant Jordi en el ambiente", explica la librera de la Byron Mariana Sarrias. En la Laie, el librero Lluís Gallardo constata que "desde el fin de semana se ha animado mucho, pero justamente hoy estamos teniendo mucho trabajo", y lo atribuye en parte al hecho de que "mucha gente querrá evitar hacer colas el viernes". Y en el otro lado de la calle, la librera de la Ona, Montserrat Úbeda, define el ritmo de los últimos días como "una montaña rusa" que los está entusiasmando. "Es un oasis dentro de tanta tristeza. Espero que sirva como un paréntesis de vida dentro de esta realidad tan extraña", apunta. Entre las previsiones de más vendidos, los libreros auguran que el podio lo ocuparán los libros de Jaume Cabré, Xavier Bosch, Maria Barbal, Eduardo Mendoza, Javier Cercas, Víctor García Tur y Arcadi Oliveres.
Desde este miércoles y hasta el viernes, las librerías pueden instalar una parada en el exterior del establecimiento para vender libros y para que los escritores firmen. El primer día de esta nueva propuesta ha funcionado a medio gas: las librerías se han llenado pero en las firmas de autores no se han hecho mucho colas. "Todo lo que se vaya haciendo para ampliar la salida de la gente a la calle está muy bien, pero hará falta tiempo para que se consolide más allá de la pandemia", pronostica el escritor gerundense Rafel Nadal, que ha firmado Mar de verano (Universo) en la Byron. Veterano de las jornadas maratonianas durante el 23 de abril, este año Nadal hará una excepción y pasará la mañana en Barcelona, pero la tarde en Girona. "Es la primera vez en muchos años que lo pasaré en mi ciudad", admite el autor. Las debutantes Irene Pujadas y Laia Viñas –ganadoras ex aequo del último Premio Documenta con Los desperfectos y Les closques-, en cambio, esperan con fervor estrenarse en la experiencia de pasar un día entero dedicando libros en directo. "Estamos contentas y perplejas a la vez, a pesar de que teníamos fe en poder celebrar Sant Jordi de una manera u otra. El gran misterio será cómo nos desplazamos de un lugar a otro", dice Pujadas, que admite haber pedido trucos a una escritora cercana para sobrevivir a la jornada. "Lo más bonito de todo esto es encontrarnos a gente desconocida que se lo ha comprado", añade Viñas.
El Sant Jordi de las colas
En la Calders han montado una programación digna de fiesta mayor, puesto que no podrán celebrar su Sant Jordi particular en el patio del Antic Teatre. Estos días han invitado a editores, periodistas y autores a hacer de libreros, que si traductores del ruso, que si expertos en clásicos. “Jugamos a fidelizar a nuestro público. No pretendemos competir con grandes librerías ni con Amazon”, dice la librera Isabel Sucunza. Este miércoles por la mañana los DJ invitados eran los periodistas Anna Guitart y Xavier Grasset. Por la mañana el goteo permitía entretenerse. Grasset dice que han vendido un Paul Valéry y una Laia Viñas. Recomienda el No digas nada de Patrick Radden Keefe y la Ruta de escapada de Philippe Sands, dos novelas de raíz periodística. Él se ha comprado a Brit Bennett. Sucunza afirma que desde el fin de semana la afluencia de gente es buena –“la gente compra de 3 en 3 o de 4 en 4, para regalar”–, a pesar de que ha "echado de menos una campaña institucional” para incentivar la compra anticipada. Las librerías tendrán que tener a una persona controlando aforos y el confinamiento perimetral impedirá que en la capital catalana se traslade gente de fuera de la comarca. “Normalmente el 23 aquí no se puede andar y no será así –dice–. No podremos repetir la caja de hace dos años, es materialmente imposible”.
Este año será, inqüestionablement, el Sant Jordi de las colas. Ya sea en los espacios perimetrados, afuera o adentro de las librerías, habrá controles de aforo por todas partes para evitar aglomeraciones y cumplir las condiciones impuestas por el Procicat. "Será la primera gran fiesta popular que se hace en Catalunya desde la pandemia, y esto hace mucha ilusión", subraya el librero de la Documenta, Èric del Arco. Con la euforia de la Diada, sin embargo, confluye la necesidad de que todo salga bien. "Será difícil. Habrá que hacer colas para comprar libros y para firmar, se tendrá que tener paciencia. Pero tenemos que demostrar que somos capaces de respetar las normas –dice Del Arco–. Todavía parece mentira que el viernes saldremos a la calle".