"Hablo la primera lengua que me sale, es inconsciente"
La inercia, la comodidad y la fuerza del grupo son los principales motivos de los jóvenes para abandonar el catalán y pasarse al español
BarcelonaEn casa hablan catalán, pero cuando salen con sus amigos se pasan al castellano. O hablan una mezcla de catalán y castellano. Así es la vida de muchos jóvenes catalanohablantes, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona. Lo dicen las encuestas y lo confirman los jóvenes. "Si es algo superimportante hablo en catalán, pero si es una conversación con una amiga que suele hablar castellano, le hablo en castellano. Es que en una conversación quizás cambio seis veces de idioma, es completamente aleatorio", explica Helena Bou, que hace segundo de bachillerato. ¿Por qué cambia de idioma? "No lo sé. No tengo ni idea", admite. "Hablo la primera que me sale, es inconsciente", añade su amiga Irene Figueras.
"La lengua es un tema tabú porque, si defiendes el catalán, siempre acabas saliendo perjudicado"
Marta Seuba, Barcelona, segundo de bachillerato
Reunimos a un grupo de alumnos de tercero de ESO en segundo de bachillerato del Centro de Estudios Montseny, una escuela-instituto concertado del distrito de Sant Martí de Barcelona. Todos certifican que la inercia, comodidad y fuerza del grupo son los tres principales motivos para abandonar el catalán. "Depende de la costumbre –apunta Irene–. Con quien hablo en castellano, me sale el castellano. Con las amigas con las que hablo catalán es imposible que les hable castellano, excepto si es en una conversación en la que todos hablamos en castellano". "Si la primera conversación que tienes con una persona es en castellano, siempre le hablarás castellano, es muy difícil cambiar", continúa Aitana Torres.
Los usos que hacen de la lengua son muy fluidos, las conversaciones cotidianas son en catalán o castellano (o las dos lenguas a la vez) en función del tema y, sobre todo, de las personas a las que se dirigen. Ahora bien, admiten que el castellano siempre es la lengua que arrastra al grupo. "Si una persona habla castellano, cambia la dinámica y todo el mundo acaba hablando en castellano. No sé por qué lo hacemos. No ocurre a la inversa", observa Beth Martín. "Es cierto que siempre acabamos cediendo los que hablamos catalán, porque como el castellano es más internacional, no lo sé, yo cambio, me engancho, porque me sale muy fácil y no aguanto una conversación bilingüe, porque estás traduciéndolo todo internamente", explica Marta Seuba. Esto ha hecho incluso que se haya acostumbrado a hablar en español con amigas que también tienen el catalán de primera lengua. "En baloncesto hablamos en castellano porque hay una chica francesa y, por inercia, con todas las del equipo siempre hablo en castellano. Ni te das cuenta", dice Marta. Admiten que les falta conciencia y consistencia lingüística.
Más allá del hábito, los jóvenes apuntan otros dos argumentos para explicar la convergencia al castellano. Por un lado, que la mayoría del consumo de ocio que realizan en las redes y el audiovisual es en castellano o inglés. "El catalán está asociado al ámbito educativo", dice Oriol Gómez. Por otro, que algunos compañeros castellanohablantes no se sienten cómodos con el catalán: "Tengo amigas que tienen vergüenza de hablar catalán, quizá por su acento o pronunciación, porque no suelen utilizarlo", dice Marta. "Quizá sea porque a veces la gente que habla catalán, cuando te equivocas o dices una expresión en castellano, se ponen las manos en la cabeza", critica Helena. Ser motivo de burla –por ejemplo "por el acento de Lleida"– o temer a ser señalados políticamente es uno de los motivos que les preocupan. "Si miras un TikTok en catalán siempre te encontrarás el comentario «habla otra lengua» y eso afecta mucho", dice Marta.
La convergencia al castellano y la sustitución lingüística son conceptos de los que han hablado en clase o con su familia, pero no se tocan con sus amigos. "La lengua es un tema un poco tabú porque, si defiendes el catalán, siempre acabas saliendo perjudicado", dice Marta. Es signo de una opción política, "por eso el tema es incómodo", concreta Helena. Y por eso puede ser más fácil e inocuo hablar castellano, que es la lengua no marcada. "A veces empiezas a hablar en castellano y en la tercera réplica te das cuenta de que el otro habla catalán y cambias", admite Mar Cussó. Irene celebra haber roto un hábito lingüístico que parece inamovible: "He conseguido cambiar de lengua una vez, con una amiga. Es pensarlo y decir: «Si tú hablas catalán en casa y yo también, ¿por qué hablamos en castellano cuando estamos solas?»".
"El catalán está desprestigiado, a los padres no les parece útil"
Anna Miquel, profesora del CE Montseny
“Los jóvenes no son innovadores en usos lingüísticos. Son espejo de lo que ven en la sociedad. Sobreprotegemos a los alumnos incluso a la hora de darles las notas y, en cambio, ¿por qué les responsabilizamos tanto con lo que ocurre con la lengua? –se pregunta la profesora de catalán Puri Pinto–. Son un síntoma, no la causa: es lo que ven”.
Las profesoras de catalán de la escuela CE Montseny dibujan un uso general del castellano espontáneo en las conversaciones entre alumnos y del catalán para dirigirse a las maestras de catalán, que a menudo hacen de “policía” con la mirada, admite Arantxa Martínez. Dicen que los jóvenes han desconectado de TV3, de los referentes musicales catalanes, ya se les hace extraño el doblaje en catalán, encuentran de mala educación hablar catalán con el que habla castellano y pueden identificar el catalán "como ramplón, localista, de pueblo" , explica Alessandra Marcia. “Es que incluso los chavales de 14 y 15 años hablan con acento latinoamericano”, dice la profesora, para explicar los referentes que importan a los jóvenes. Además, para muchos jóvenes el castellano es "la lengua materna o una lengua familiar", señala Pinto. Por eso ella defiende que lo importante no es el idioma inicial de los alumnos, sino la elección lingüística que pueden aprender a hacer.
Más allá de los hábitos, existe un contexto sociopolítico complejo. Anna Miquel recuerda que, cuando empezó a hacer de profesora, hace 37 años en la Verneda, “en un barrio lleno de inmigrantes andaluces, los padres lucharon para que sus hijos aprendieran catalán para integrarse y hablaban un catalán fantástico; ahora no, está incluso desprestigiado, los padres no ven que sea importante, no te lo dicen, pero es evidente que no les parece útil”. Las profesoras se encuentran “nadando contracorriente”.
“La estructura social ha cambiado mucho y el Proceso no ayudó mucho, porque cuando pedías hablar en catalán parecía que eras independentista, que estabas adoctrinando, tenías que vigilar”, recuerda Trelis, director de un centro que tanto recibe constantemente a inmigrantes como algunos expatos. La escuela está reforzando el proyecto lingüístico para que los alumnos cada vez lleguen más cojos en lectoescritura y conocimiento léxico.
“Estamos viviendo un cambio cultural que trasciende los usos lingüísticos. Tras la pandemia se ha abierto otro mundo. Se ha pasado de una generación de luchadores que se identificaban con el proyecto de la escuela en catalán a hoy en día, que esto no está, pero es que forma parte de un cambio de mentalidad: hay poca implicación en escala ideológica entre los chavales, viven un mundo globalizado y virtual”, sentencia Marcia.
"En Terrassa y con los amigos hablo castellano; cuando estoy en el pueblo y en casa, en catalán"
Marta Bieto, estudiante de segundo de bachillerato
Marta Bieto tiene 17 años, estudia en el Instituto Can Roca y vive en Terrassa. Es una hablante bilingüe selectiva: el entorno determina la lengua que utiliza. "En Terrassa, sobre todo en el instituto y con los amigos de la ciudad, hablo castellano. En casa o en mi pueblo, la Nou de Berguedà, siempre he hablado catalán", explica. "Siempre he envidiado un poco a los amigos del pueblo, que siempre hablan catalán", admite, pero el hecho de que en su entorno haya una mayoría castellanohablante, sumado a la minorización estructural del catalán, le invita a abandonar esta lengua. La actitud militante implica un protagonismo que rehuyen a la mayoría de jóvenes.
Cuando tenía 7 u 8 años, Marta recuerda haberse dado cuenta de que sus compañeros de clase hablaban castellano con sus padres y ella no. De hecho, su padre adoptó el catalán como lengua habitual familiar cuando la tuvo a ella y su hermana gemela. "La verdad es que no sé por qué hablo castellano en la escuela, cuando mi lengua materna es el catalán". Y a continuación se responde: "Para sentir parte del grupo", dice. Aparte de un entorno escolar castellanizado, señala las redes sociales como referencia: "Es la lengua de los tuyos influencers preferidos", dice, aunque sigue Berta Aroca, Juliana Canet y Gal·la Castelltort. Ella creció con el Súper 3 pero también con Disney Channel, Boing y Clan. "Eran los canales más populares en el colegio, y creo que también influyó en que Marta pequeña asociara la escuela con el castellano", piensa. En cambio, ha encontrado otros entornos propicios para el catalán. "Esta Navidad hice un curso de premonitores en Barcelona y conocí a gente muy guapa y, sorprendentemente, catalanohablante como yo. Incluso me emocionó y eso me hizo pensar", explica.
Marta hará el trabajo de investigación de bachillerato sobre la Patum durante el franquismo, y quiere estudiar relaciones internacionales en la UAB. Con la pandemia se aficionó a leer, y habitualmente lee en español e inglés. "Me gustaría leer más en catalán", dice, pero cree que la literatura catalana está "poco promocionada" en tiendas como La Casa del Llibre o la FNAC. Además, las lecturas "impuestas" del instituto no han ayudado mucho. "Los adolescentes relacionamos el catalán con las obligaciones estudiantiles, con algo pesado que a la mayoría de gente no le apetece hacer", opina. En cambio, la nueva ola de música urbana en catalán sí la ha enganchado: The Tyets, Mushkaa, Julieta, Figa Flawas, más que Txarango y Oques Grasses, han hecho que las dos hermanas reconecten con el catalán: "Los jóvenes catalanohablantes sentimos que también existe música guay y de tendencia en nuestra lengua".
"En el instituto, el catalán era como una lengua extranjera"
Laia Jordà, periodista
Laia Jordà es periodista, amante de la moda, tiene 22 años y trabaja de redactora en Time Out Barcelona. Su caso es un ejemplo paradigmático de cómo un entorno propicio puede provocar mudas lingüísticas. Durante su juventud, a pesar de tener el catalán de lengua familiar, Laia siempre habló castellano en la escuela y en el instituto, y todavía lo habla con los amigos de La Llagosta (Vallès Oriental). “En clase era la única que hablaba catalán. Incluso nos decían que presentar el trabajo de investigación en catalán subía nota, porque para la mayoría era como una lengua extranjera, como inglés, les era un reto de verdad –recuerda–. Allí yo hablaba siempre en castellano. De pequeña, si te sientes en minoría, cambias de lengua”. En el instituto era habitual que los profesores se dirigieran a los alumnos en castellano, "porque el 95% hablaban castellano".
Cuando llegó a la Universidad Pompeu Fabra, en cambio, fue “completamente al revés”. Encontró que la mayoría de alumnos hablaban en catalán y es la lengua que ha normalizado dentro de su grupo de amigos. Incluso, quizá por tener una edad más madura, han roto la convergencia al castellano. “En el grupo sí que hay dos personas que hablan castellano, y al principio yo cambiaba de lengua, de forma inconsciente. Pero después te das cuenta de que no le hablan porque no quieren, porque no se sienten cómodos y quizás no se expresan igual de bien, pero te entienden perfectamente, así que ahora yo sigo en catalán y ellos en castellano”, explica . Han hablado abiertamente, no es un tema tabú.
El trabajo ha sido otro espacio catalanizado, aunque Laia se pasa muchas horas en internet y en las redes sociales, navegando, sobre todo en inglés. El de la moda es un sector muy poco normalizado. "Hay espacio para un medio de moda en catalán, y para crear contenido, porque no hay casi nadie", avisa.