El catalán en las aulas

¿Por qué mi hijo ya pasa del catalán al castellano con 5 años?

¿Es una muestra de empatía o la primera señal de minorización del catalán? Cómo es el aprendizaje y uso de las dos lenguas en las escuelas del área metropolitana

BarcelonaSi tienes criaturas escolarizadas en un colegio de Barcelona o cercanías, seguro que te ha llegado este momento: cuando ves, con asombro, cómo tu hijo catalanohablante con 4 o 5 años habla en castellano con sus compañeros de clase.

–¿Por qué le hablas en castellano a Lídia?
–Porque habla castellano.
–Pero también catalán.
–Habla castellano y yo le hablaré castellano.

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Cuando llegan compañeros nuevos, sean de Argentina o de Pakistán, también les habla en castellano. Y también es una situación que se repite en el bazar chino o en una cafetería donde despacha una dependienta de piel oscura. ¿Por qué ocurre esto? ¿Y por qué tan pronto? ¿Es positivo como señal de empatía o es el primer paso hacia la minorización del catalán?

Cuando los niños comienzan en la escuela es cuando suman el catalán y/o el castellano a su lengua materna y a menudo salen mezclas graciosas. "Las lenguas no se aprenden en compartimentos separados, y menos el castellano y el catalán, que tienen un 80% de intercomprensión. Una vez aprendes la lengua, todo lo que sabes lo transfieres a la otra", explica la doctora en filología catalana de la UB Mireia Galindo. Los niños no colocan cada nuevo idioma en un cajón diferente del cerebro y lo abren para responder cada vez que se les habla en esa lengua, por lo que el cambio al castellano no tiene una explicación neurocientífica, sino social. Los niños se pasan al castellano porque es lo que ven y oyen.

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La fuerza del grupo

"En infantil los niños utilizan sobre todo su idioma nativo, que en Barcelona para muchos es el castellano. Poco a poco irán aprendiendo catalán, pero en los primeros años el castellano es la lengua que predomina entre los alumnos. Aunque hacen muchas mezclas, no es 100% castellano o 100% catalán", explica la maestra Zaira Albaladejo, que trabaja en una escuela pública en el barrio de Horta.

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Es fácil ver el cambio de lengua al castellano como un simple gesto de adaptación o empatía. "Las personas tienden a converger en los actos de habla hacia unas prácticas que no generen conflictos o malentendidos -explicaba al ARA el filólogo de la UAB Enric Serra–. Lo más natural es que los hablantes busquen inconscientemente un espacio cómodo en el que la comunicación fluya sin problema". Así pues, cuando los chavales catalanohablantes ven que el castellano es mayoritario, se adaptan. Cuando llega un alumno nuevo que no entiende la lengua o detectan que el compañero no la habla lo suficientemente bien, cambian para hacérselo fácil, pero esta empatía inicial tiene consecuencias: "El problema es que el primer idioma con el que te sueles hablar a alguien es el que se consolida", afirma Albaladejo. Según el último estudio sociolingüístico de la Generalitat, en 6º de primaria en las escuelas de ciudades grandes sólo la mitad de estudiantes realizan los trabajos de grupo en clase a menudo o siempre en catalán, y de estos mismos alumnos, el 67% nunca hablan en catalán con los amigos fuera de clase, o lo hacen puntualmente.

La gestión de la diversidad

Hoy el castellano es, efectivamente, la lengua de la mayoría: sólo el 30% de los alumnos son catalanohablantes iniciales. En las escuelas públicas, además, hay aulas muy diversas (cerca del 10% de estudiantes son extranjeros) y la matrícula viva hace que constantemente se sumen nuevos compañeros que desconocen el catalán. En algunas localidades del país, como en Salt, Palafrugell o Santa Coloma de Farners, "el hecho de que en las aulas haya mucha diversificación lingüística en cuanto a las lenguas maternas hace que se encuentre en el catalán la lengua referente que utiliza dentro y fuera de el entorno escolar este alumnado", explica Anna Sarrà, del Instituto de Ciencias de la Educación de la UdG. En el área metropolitana, en cambio, el peso del castellano como lengua materna, de acogida y socialización decanta la balanza y la convierte en la lengua del grupo, incluso en las escuelas.

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"Nosotros hablamos siempre en catalán, también a los recién llegados, porque es la manera de que lo aprendan. Quizás sí que a los latinoamericanos en momentos puntuales y críticos que no te entienden puedes pasarte al castellano", admite la maestra. Los alumnos no catalanoablantes necesitan entre dos y cinco años para entender y hablar catalán, con mayor o menor soltura, en función de su origen y entorno. Pero que lleguen a tener un buen nivel ya ir más allá del contexto escolar dependerá ya de la exposición y la socialización fuera del aula. Y ahí está otro hándicap, ya que la lengua informal en muchas escuelas, parques, casales y extraescolares del área metropolitana es o el castellano o un bilingüismo desequilibrado, por lo que se pierden palancas de aprendizaje del catalán. "Que los dibujos sean en castellano y, de mayores, que los youtubers de referencia hablen castellano hace que ésta sea una lengua muy atractiva para ellos", aún añade Mireia Galindo.

Repetir lo que hacen los adultos

Los lingüistas están de acuerdo en que en el cambio de lengua actúa básicamente un mecanismo: el mimetismo. "Si su entorno se pasa al castellano cuando se encuentra a una persona castellanohablante, los niños hacen lo mismo", afirma Galindo. Es una "conducta aprendida" que ven en los padres, profesores, monitores y otros referentes, y es la que aplicarán automáticamente desde que tendrán suficiente dominio oral. "Los niños hacen lo que ven hacer", corrobora la profesora de lingüística en las universidades de Girona y Perpiñán Carla Ferrerós. En efecto, el 75% de catalanohablantes adultos cambian de lengua cuando alguien se les dirige en español.

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"Pero ya no es sólo eso, a veces ni esperamos que nos hablen en una o en la otra lengua, sino que elegimos el castellano también a la hora de dirigirnos a interlocutores desconocidos, porque el castellano es la lengua no marcada. Sabemos que elegir el castellano nos va a dar menos problemas, asumimos que así seguro que van a entendernos. Lo que llamamos «norma de convergencia» es habitual en lenguas que se encuentran en una situación de subordinación respecto a otra lengua dominante", añade Ferrerós. Las cifras de nuevo lo corroboran: sólo el 23,6% de catalanohablantes inician las conversaciones siempre en catalán.” Esta situación de desigualdad lingüística seguro que los niños la perciben. Hablamos en castellano con desconocidos, no mantenemos el catalán si alguien habla castellano. Ellos reproducen estas actitudes", concluye la profesora. Los padres, pues, son los primeros que deberían cambiar y guiar los hábitos lingüísticos de los hijos si pretenden oír más catalán.

Pero que ésta sea la única lengua escolar ya es muy difícil. Los bagajes lingüísticos de los alumnos pueden ser mucho más complejos que el binomio catalán-castellano. Uno de cada 10 alumnos habla una tercera lengua en casa y es una tendencia al alza. "Tener gente que domine otras lenguas es un capital lingüístico, cultural, económico y social por la riqueza que representa. La diversidad es un recurso importante –asegura Isidor Marí–. Una de las grandes cuestiones pendientes es que se informe mejor a todas las familias cómo educar a sus hijos en varias lenguas. Educar a una criatura en 3 o 4 lenguas sin problema, si se hace bien", concluye.

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