Homenots y Donasses

El hombre que convirtió a Pittsburgh en capital mundial del aluminio

Bajo las órdenes de Arthur Vining Davis, Alcoa llegó a producir el 90% de este material en EE.UU.

Que el exitoso equipo de fútbol americano de Pittsburgh (con seis Super Bowls ganadas) lleve por nombre Steelers da una idea de la importancia del metal en la ciudad de Pensilvania, donde el acero, pero también el hierro y el aluminio, fue la columna vertebral de la economía durante décadas. No es casualidad, por tanto, que en esta ciudad surgiera hace 135 años la que fue la empresa más importante del mundo del sector del aluminio, es decir, Alcoa (Aluminum Company of America). Y si pensamos en Alcoa, el primer nombre que viene a la cabeza es el de Arthur Vining Davis, que fue directivo durante casi siete décadas.

La historia de Davis comienza en Nueva Inglaterra, donde nació y estudió, para después mudarse a Pensilvania, donde empezó su carrera profesional trabajando para una compañía llamada Pittsburgh Reduction Company. La empresa acababa de fundarla un amigo de su padre y en las etapas iniciales contó con el apoyo del banquero Andrew Mellon. La gran ventaja de esta compañía fue disponer del método más eficiente para aislar el aluminio: si tradicionalmente costaba 115 dólares por libra, con sus procesos el coste era de sólo 8 dólares.

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Años más tarde, la empresa tomaría el nombre de Alcoa, con la clara intención de identificarse como la firma americana por excelencia del mundo del aluminio. Esa primera experiencia laboral a los 21 años acabó siendo la definitiva porque ya no se movería hasta su jubilación. Aunque Davis entró como simple operario (fue el primer trabajador de la compañía), en pocos años fue escalando posiciones hasta convertirse en el primer ejecutivo en 1910 y presidente del consejo en 1928. También llegó a ser el principal accionista de la firma.

Era un tiempo en el que el aluminio se empezaba a utilizar para todo y se le consideraba casi un material mágico: todo tipo de utensilios de cocina, cables eléctricos, bicicletas, tapones de botella y, incluso todo, algunas partes del avión de los hermanos Wright. Pero, ligado a este período de expansión, llegó también toda una serie de conflictos entre los productores y el gobierno de Estados Unidos por su posición dominante de mercado, que chocaba con lo que las leyes antitrustpretendían limitar. Y es que bajo las órdenes de Davis, Alcoa llegó a producir el 90% del aluminio de EE.UU.

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El papel de Davis durante las dos guerras mundiales resultó clave para los aliados, porque les proporcionó todo el aluminio que necesitaban, que en el caso de la aviación resultaba imprescindible. Por este motivo, recibió el Certificado Presidencial en el Mérito, así como un reconocimiento del ministerio de Defensa de EEUU.

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En 1948, con 81 años, abandonó los cargos ejecutivos y se mudó a la cálida Florida, donde se dedicó a la inversión inmobiliaria ya las obras benéficas. Allí invirtió tanto que se dice que llegó a ser el propietario de más del 10% del suelo de Miami-Dade, además de ser accionista de una treintena de empresas locales. Tiempo después (1957), cuando dejó la presidencia de la empresa, se le consideró la tercera persona más rica del mundo y al morir, cinco años más tarde, su patrimonio subía hasta los 400 millones de dólares. Sólo una parte pequeña de la fortuna fue legada a personas individuales (murió sin hijos), ya que el grueso de la herencia fue destinado a su fundación, Arvida (bautizada a partir de un acrónimo de sus nombres y apellido ).

Su vida privada siempre fue muy desconocida, algo que él mismo atribuía a trabajar “dieciséis horas diarias”. Las fundaciones que dejó en funcionamiento se dedican a la educación privada superior, a los medios educativos públicos, a ámbitos religiosos, a los cuidados paliativos ya las soluciones para el medio ambiente. Hasta el día de hoy repartieron 300 millones de dólares en donativos.

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En la actualidad, Alcoa sigue siendo una de las diez grandes compañías mundiales de aluminio, con una facturación superior a los 12.000 millones de dólares anuales y un capital atomizado entre un puñado de fondos de inversión.