Escribir sobre Caldes de Malavella da un poco de respeto porque ya "han escrito" textos sobre este municipio grandes escritores como Joaquim Carbó, Josep Pla, Josep Maria de Sagarra, y hace pocos años Rafael Nadal (El hijo del italiano), entre otros muchos. En el propio Caldes, en la calle, se pueden leer algunos fragmentos de textos de estos autores. Recojo éste, de Palau i Fabre: “Antes de casarse con mi padre, mi madre ya iba a Caldes a tomar las aguas, porque estaba mal del hígado. Más adelante fuimos toda la familia. Nos instalamos en el Balneario Prats. una fiesta en el edificio del Vichy. Era una especie de baile de disfraces en la que se producían unas situaciones muy atrevidas, teniendo en cuenta la época.
Paseo por Caldes de Malavella con Regina Gispert, del área de Turismo del municipio, y Pep Casas, historiador, recién jubilado y con muchas ganas de contar cosas.
Estamos en la colina de Sant Grau, en la yema del huevo del pueblo. Tenemos frente a las magníficas termas romanas, donde hay una "piscina" central, bastante bien conservada.
"Una de las singularidades de estas termas es su carácter religioso. Los dioses concedían el beneficio de la curación a través del agua", me explica Pep Casas.
De pequeña, Regina solía jugar –y saltar– en las termas. Ahora están protegidas. "Las termas se han conservado gracias a que durante siglos, desde la época medieval hasta la segunda mitad del siglo XIX, fueron el hospital de los pobres y transeúntes –subraya Pep–. Esto evitó que fueran utilizadas como cantera, es decir, que se llevaran piedras para casas", añade.
En esta colina, junto a la ermita, que todavía se conserva, estaba el antiguo cementerio. "El agua termal hacía que los cuerpos de los difuntos duraran muchos años", explica Regina. "¿Qué quieres decir?", le pregunto. "Sí, el agua no corrompía los huesos, sino que los solidificaba –me responde–. Ibas a enterrar a la abuela y en el nicho encontrabas a la bisabuela. Por eso trasladaron el cementerio fuera de la muralla", explica.
Andando, Pep "me reivindica" la figura de Pau Estapé, industrial de El Masnou, que compró la fuente de los Bullidors, con la intención de embotellar agua. Esta fuente, que tenemos a cuatro pasos de donde estamos, es uno de los principales manantiales de aguas minerales bicarbonatadas sódicas que existen en el municipio. Hoy sigue funcionando.
"Viene mucha gente de Caldes y quieren llevarse agua... Pues facilitémosles las cosas", dijo Estapé. También tenía el objetivo de hacer un balneario, pero no lo logró. No tuvo tanta suerte como la competencia, capitaneada por Modesto Furest, el impulsor del Balneario Hotel Vichy Catalan, que sigue hoy activo. "En otros tiempos, las surgencias de Vichy Catalan eran visitables. Ahora no. Además, los restos de unas termas romanas similares a las de la colina de Sant Grau han sido invisibilizadas, y quizás han sido eliminadas", me dice Pep. "¿Qué quieres decir, unas termas romanas eliminadas?", exclamo. "Bueno, o están enterradas, ocultadas o las han hecho desaparecer. Y estaban ahí: hay un dibujo del Centro Excursionista de Cataluña del siglo XIX en el que se ven muy bien. Desgraciadamente no hay fotos", explica.
Pau Estapé es quien patrocinó la excavación de las termas romanas de la colina de Sant Grau, que fue dirigida por Norbert Font i Sagué, sacerdote, geólogo, espeleólogo, naturalista y escritor. Pau Estapé, pues, quiso hacer bien visibles las termas, contrariamente a lo que hizo Modesto Furest. Eran dos personajes contrapuestos. Casualmente, ambos eran del Maresme. El primero de El Masnou y el segundo de Sant Pol.
El agua embotellada que comercializaba Estapé tuvo distintos nombres como Agua Xala o Vichy Caldense. Hasta que se llamó Agua Imperial, que se "hermanó" con San Narciso (la que tenía el lema "Agua San Narciso beber se preciso").
Nos detenemos ante el lavadero de la colina de Sant Grau, que ha sido recuperada. Uno de los privilegios de las mujeres es que podían lavar con agua caliente (sí, todo eran mujeres). Y todavía pueden hacerlo ahora, las mujeres y los hombres. Tanto la temperatura como la mineralidad de sales y carbonatos que contiene el agua facilitan la limpieza y el blanqueamiento de los tejidos.
"Caldes vivió un segundo estallido del termalismo a finales del siglo XIX –remarca Regina–. Es entonces cuando se inicia la práctica del veraneo, que espoleó la construcción de un conjunto de casas con claro regusto modernista", añade.
Cabe destacar la Casa Rosa, que tiene una originalísima puerta de entrada en forma de as de picas, y la torre Manegat, hecha construir por el doctor Jaume Manegat, que había hecho fortuna en Uruguay (y tenía otra casa en Caldetes: ¡le encantaban los balnearios!). Murió sin descendencia y legó esa preciosa torre a su criado dominicano.
En la casa del servicio de Can Manegat veraneaban sus familiares, Lluís Manegat, escritor y periodista, director del Noticiero Universal, y Juli Manegat, novelista, autor de teatro y periodista, que fue el primer director de la Escuela de Periodismo de Cataluña, del Centro de Influencia Católica, CIC.
Estamos ahora en la fuente de la Mina. Sale un chorro fantástico, de agua bien caliente. "Es de un sabor finísimo y sabroso, sin el carbónico intenso que tienen las otras aguas embotelladas", me dice Pep. En esta fuente es donde Pep viene a buscar agua con frecuencia, y llena unas cuantas garrafas. Se hacen colas por llenar garrafas de esta agua, para beberla en casa y también para remojar y cocer garbanzos, judías,.... "Cojo" agua con la mano. Se cuela entre los dedos, pero no lo suficiente para disfrutar unos sorbos. ¡Es excelente!
Aquae Calidae: aguas calientes
Caldes de Malavella se fundó en la época romana gracias a sus aguas termales. Recibió el nombre de Aquae Calidae, que significa "aguas calientes".
Probablemente el hecho de estar al lado de la Vía Augusta, y su proximidad a Gerunda, atraía bastantes pasavolantes, que querían disfrutar de las aguas termales. Todo esto lo explica con detalle el Espai Aquae, situado en el castillo de Caldes.
El agua termal sigue formando parte de la esencia de Caldes. Actualmente hay varias empresas embotelladoras de agua de Caldes y también dos balnearios: Vichy Catalán y Prats. Por otra parte, el Ayuntamiento tiene el proyecto de hacer unos baños termales públicos.