Bàsquet - Euroliga

Xavi Pascual: "Jasikevicius está llamado a ser el entrenador dominador de Europa los próximos años"

Quim Salvans
y Quim Salvans

BarcelonaXavier Pascual i Vives (Gavà, 1972) dirigió el Barça durante una de las etapas más exitosas de su historia (2008-2016). Posteriormente, aterrizó en Grecia de la mano del Panathinaikos (2016-2018), donde ganó tres títulos y obtuvo siempre el billete para los play-off de la Euroliga. Después de un año de desconexión, en febrero del 2020 aceptó la propuesta que le ofreció el Zenit de San Petersburgo. Su equipo ha acabado en primera posición en la liga regular rusa y disputará los cuartos de final de la Euroliga precisamente contra el conjunto azulgrana. Su competitividad y manera de hacer lo han conducido a una maravillosa carrera llena de éxitos. Pascual atiende al ARA días antes del reencuentro.

Se lo ve muy cómodo y adaptado en el Zenit. ¿Qué lo hizo decantarse por este nuevo proyecto?

— El año 2019, cuando no tenía equipo, tenía propuestas encima de la mesa que no me hacían sentir lo que los entrenadores tenemos que percibir para aceptar alguna. Más adelante, a media temporada, con el Zenit me pasó lo contrario. Veía a un equipo nuevo, con ganas de hacer bien las cosas y en estado de crecimiento. También veía que me dejarían trabajar con tranquilidad y sin muchas interferencias. Decidí firmar en el mes de febrero hasta final de temporada, pero cuarenta días después apareció la pandemia. Esta temporada, que la hemos podido hacer entera, se han cumplido las expectativas y han respondido por qué firmé aquí. Nuestro presupuesto no es de los más grandes de la competición, pero estoy tranquilo en un club que escucha y que está llamado a dar grandes pasos en un futuro.

Líder en la VTB (liga rusa) y clasificados para el play-off de la Euroliga. ¿Se esperaba estos resultados al inicio de la temporada?

— La verdad es que no. Son unos resultados inesperados para todo el mundo. De hecho, es la primera vez en la historia que el equipo se clasifica para unos cuartos de final de la Euroliga y que acaba primero en la liga regular de la VTB. Desde el comienzo de la temporada, la idea que teníamos era mejorar las prestaciones del año anterior y ser muy competitivos. Hoy en día, el equipo todavía sigue estos principios.

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No le gusta el tópico del "entrenador que toca con una varita mágica a un jugador". En el caso de Kevin Pangos parece que lo haya hecho. ¿Cómo ha conseguido convertir a un jugador que tenía un rol secundario en el Barça y perjudicado por las lesiones en uno de los bases más dominantes de Europa?

— Desde el principio tuvimos claro que teníamos que apostar mucho por él. Queríamos que fuera nuestro líder y base principal. Hemos tenido una sintonía perfecta, es mi extensión en la pista y ha ido creciendo poco a poco. Es una de las temporadas que me lo estoy pasando mejor. Me recuerda al primer año que entrené a Marcelinho Huertas, cuando la conexión táctica que establecimos fue muy especial. Kevin está haciendo una campaña genial y ha demostrado estar entre los diez o quince mejores jugadores de la fase regular de la Euroliga.

Sin ir más lejos, es el 21º jugador mejor valorado.

— Todavía tiene más mérito. Normalmente, los jugadores pequeños están menos valorados que los grandes. Su dominio se ha plasmado en el impacto que ha tenido en el juego, más allá de los números.

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¿Cómo fue la planificación de la plantilla? El sistema de licencias es muy diferente del de la Liga Endesa.

— En cada país es diferente y es una característica que tienes que considerar. En la VTB se permiten tener hasta ocho licencias extranjeras, de las que solo puedes utilizar seis, junto con seis jugadores rusos. Es un añadido que tienes que tener presente cuando confeccionas la plantilla. Cada competición tiene unas reglas que condicionan la elección de los jugadores. Es cuestión de tenerlo presente.

Llegan a los play-off con un buen estado físico y con muy buenas sensaciones en el juego. ¿Cómo afrontáis la eliminatoria contra el Barça? En San Petersburgo, en la liga regular, ya los ganasteis y en el Palau Blaugrana competisteis contra ellos e hicisteis un muy buen último cuarto.

— El partido que jugamos en casa contra ellos tiene mucho mérito. No solo porque competimos muy bien, sino porque nos enganchó el coronavirus y no disponíamos de cuatro jugadores que se infectaron el día anterior. En cambio, en el Palau el Barça fue claramente superior y no tuvimos opciones de poder ganarlos. Como bien dices, en el último cuarto sacamos nuestro carácter y demostramos que somos un equipo muy competitivo. Ahora afrontamos la eliminatoria desde el reto de jugar contra el mejor equipo de Europa, con ilusión y con ganas de ser fieles a nuestra identidad. Tenemos que ser competitivos, seguir nuestro plan de partido y esperar nuestro momento. Si se nos presenta la oportunidad de ganar, que no será fácil, tenemos que morder y creer, porque si no nos ganarán ellos.

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Si pudiera vetar a un jugador del Barça para que no disputara la eliminatoria, ¿a quién escogería?

— [Ríe.] Es prácticamente imposible escoger a uno, lo tienen absolutamente todo. Físicamente son más altos que nosotros en todas las posiciones y probablemente más fuertes, tienen capacidad de pasar la pelota a un nivel altísimo, tienen grandes tiradores, juegan muy bien al palo bajo, cogen muchos rebotes de ataque y tienen jugadores muy rápidos. Además, defensivamente pueden hacer de todo porque son muy grandes. Pueden hacer cambios en todos los bloqueos, pueden ser más agresivos o más conservadores. También tienen un gran entrenador, que es una pieza vital porque el equipo esté educado en todos los sentidos. Todas estas cosas hacen que el Barça sea uno de los equipos más inaccesibles de la competición.

Precisamente, durante la temporada 2012/2013 entrenó a Saras Jasikevicius cuando estaba en el tramo final de su carrera. ¿Lo veía con opciones de estar sentado donde usted estaba en ese momento?

— Sí. Cuando Saras era jugador, pensé durante muchos años que acabaría siendo un muy buen entrenador —y cuando lo conocí personalmente, todavía más—, por sus inquietudes, por su manera de pensar y por la manera que tiene de ver el baloncesto. Actualmente, Saras está llamado a ser el entrenador dominador de Europa de los próximos años. Aún así, es muy difícil decir quién es el mejor entrenador, porque yo no creo que estos tópicos existan. Pero si hacemos el símil con el automovilismo, Saras es uno de los mejores pilotos y tiene el mejor coche. Por lo tanto, está llamado a ser el claro dominador de la Euroliga.

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También coincidió con Nick Calathes en el Panathinaikos. ¿Qué es lo que más resaltaría de él y qué recuerdo tiene?

— Fue una etapa muy buena y teníamos mucha sintonía. Es un jugador que defensivamente es buenísimo, con muchas capacidades de defender el uno contra uno, de robar pelotas, de tapar y de hacer muy buenas ayudas. En partidos importantes, se multiplica y está en todas partes. Y ofensivamente tiene la ejecución de paso más veloz de Europa. Cuando ve algo, coloca la pelota ahí con una velocidad increíble. Tiene muchísima calidad y una gran capacidad para jugar en los momentos más importantes. Sin duda es uno de los mejores bases de Europa. Recuerdo dos años muy buenos con él.

¿Cómo ha visto la llegada de Pau Gasol al Barça?

— Estoy muy contento de que esté aquí. Que cierre el círculo de una carrera increíble en el Barça nos tiene que poner muy contentos a todos. Es como si se tratara de un sueño perfecto, en el que el mejor jugador de la historia del baloncesto español acaba donde empezó. También es muy buen chico y muy competitivo. En poco tiempo se ha tenido que adaptar al baloncesto europeo y a un equipo nuevo, al que cada día ayudará más. Es una pieza más en este maravilloso puzzle que el Barça ha confeccionado.

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Durante los ocho años que dirigió el Barça, consiguió un legado espléndido ganando doce títulos. Cinco años después, el club ha cambiado de entrenador hasta cuatro veces y solo ha ganado tres Copas del Rey. ¿A qué cree que se deben estos malos resultados desde que se marchó? 

— Lo que sí ha hecho el Barça desde que yo me marché es aumentar su presupuesto. Mis últimos dos años teníamos presupuestos bastante discretos. La prueba es que podemos comparar la plantilla que teníamos en ese momento y cómo ha ido creciendo posteriormente. Esto es una realidad que ha sucedido y ahora yo no estoy dentro del club como para opinar nada. Como has dicho, nuestra etapa fue muy exitosa y con muchas cosas bien hechas. Conseguimos que la gente se acostumbrara a que quedáramos primeros de la liga regular de la Euroliga y de la ACB. Nos veían siempre como los preferidos y todo el mundo estaba acostumbrado a la victoria. Cuando pasamos de este favoritismo a dejar de ganar, se consideró que se tenía que cambiar de entrenador. Es parte de nuestra vida.

Cuando ganó la Euroliga en 2010, Laporta presidía el club. Usted, que ha tenido trato con él, ¿cree que es la solución que la entidad necesitaba?

— Los años que estuve con Laporta de presidente han sido mis mejores años. Él apostó por mí y conseguimos juntos la Euroliga del año 2010. Siempre me ha tratado extraordinariamente bien —y a todo el mundo que estaba conmigo en ese momento—. Tiene una capacidad de liderazgo increíble, sientes que te apoya y te hace sentir el mejor. Esto es muy importante para un club que quiere mirar a todo el mundo desde arriba. La mentalidad es muy importante y él volverá a traer una mentalidad positiva y ganadora al club. No se sabe nunca qué puede pasar en el futuro, pero yo estoy muy contento de que vuelva a presidir el Barça, porque él y yo vivimos una etapa fantástica. La armonía que había en el club también era muy buena. Todos los trabajadores y entrenadores nos llevábamos muy bien. Fue una etapa genial.

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En su libro Pensar en l'equip (2011) decía: "El baloncesto desgasta mucho y no sé durante cuantos años seguiré teniendo fuerza para seguir rindiendo así. De todas maneras, a diez años vista, todavía me veo intentando entrenar... a alguien". Situados cronológicamente en este punto, ¿mantiene esta reflexión si le pregunto por su futuro?

— Sí, la mantengo. En 2019 me fue muy bien parar un tiempo. Vivimos a un nivel de intensidad muy alto y de trabajo total. Disputamos muchísimos partidos y los cuerpos tienen límites. Seguramente, si ahora volviera a escribir el libro, diría esto de los diez años otra vez.

¿El Xavi del banquillo del Barça y el del banquillo del Zenit son muy diferentes?

— Las personas estamos en constante evolución. Cualquier cosa que pasa nos hace ser diferentes. Después de esta entrevista, ni tú ni yo seremos los mismos, porque las cosas nos hacen evolucionar y nos aportan cosas. Por lo tanto, no soy el mismo en absoluto, pero seguro que no han cambiado los valores, los fundamentos de mi personalidad ni mi manera de hacer. A partir de aquí, hay muchos matices que he aportado en mi conocimiento y que forman parte de la experiencia y de la evolución.

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Podem decir que ha seguido siempre sus principios.

— Sí, sin duda. Esto no ha cambiado nunca.