Juan Moya: “Hacer un producto 'made in Catalonia' trae mil dolores de cabeza”
Consejero delegado de Lulabytes, creadores de RooDol, un innovador sistema de entrenamiento para ciclistas
Fundaron la empresa en el 2012, pero el producto no vio la luz hasta febrero del 2015. ¿Les fue complicado sacar el proyecto adelante?
Ciertamente, ha sido un proceso lento. Todo empezó en el 2012, cuando mi hermano -cofundador de la empresa y ciclista amateur- se dio cuenta de que a las carreras donde competía le faltaba una herramienta para poder calentar bien los músculos. Así fue como nació la idea de crear RooDol, un sistema de entrenamiento ligero, portátil y plegable que consiste en una plataforma con rodillos para colocar la bicicleta sobre ella. Después de diseñar el producto nos propusimos buscar financiación. Era una época en la que la palabra business angel se había puesto muy de moda. Ahora bien, nosotros no logramos encontrar ninguna y perdimos todo un año. Finalmente, decidimos autofinanciarnos para crear diez prototipos y poder validar la tecnología. El producto gustó mucho dentro del sector y ahora está funcionando muy bien, aunque se fabrica totalmente en Cataluña. Ya hemos vendido cerca de 2.000 unidades.
¿Lanzar al mercado un producto 100% catalán es un problema?
Sin duda. Hacer un producto made in Catalonia lleva mil dolores de cabeza. Una empresa pequeña como la nuestra necesita encargar la fabricación de cada prenda a empresas especializadas, y en nuestra casa cuesta mucho encontrarla con la maquinaria adecuada. La industria catalana no invierte en tecnología punta y esto la conducirá a la muerte. Cuando buscábamos proveedores las propias empresas nos decían que fuéramos a fabricar a China, que es donde están las mejores máquinas del mundo y donde el coste de producción es más barato. Evidentemente no les hicimos caso. Hacer país no es envolverse con una bandera, es apostar por la industria local, aunque el resultado vaya en contra de nuestros intereses.
¿Cuánto facturan?
Cerramos nuestro primer año facturando 60.000 euros y este 2016 esperamos conseguir hasta 150.000. Estamos contentos.
Son una empresa pequeña jugando en un mercado de grandes multinacionales, la mayoría de ellas extranjeras. ¿Tienen miedo de acabar siendo absorbidos?
Nos daría mucha pena. He trabajado toda mi vida como diseñador industrial para grandes multinacionales alemanas y japonesas, y sé que, de quedarse con el proyecto, RooDol saldría perdiendo. Aunque no lo parezca, los alemanes no son mejores que nosotros, sino que aprovechan nuestro capital humano y conocimiento para colgarse las medallas. Los políticos reciben a las multinacionales extranjeras con la alfombra roja sin darse cuenta de lo perjudicial que es eso para las empresas locales. Debemos acabar con la admiración por este tipo de compañías y creer más en nosotros mismos. Por eso hacemos un producto 100% catalán.
Un producto totalmente fabricado en Cataluña, pero que ya ha dado el salto fuera.
Exacto. De momento ya tenemos distribuidores en Japón y en China, y en Europa por ahora vendemos a través del e-commerce. Sin embargo, nuestro mercado objetivo es el norte de Europa, países que tienen una cultura ciclista muy potente y también un clima frío, lo que potencia el uso del producto. Ahora estamos centrados en crear un RooDol electrónico que permitirá conectar el teléfono móvil para monitorizar el ejercicio e incluso simular carreras de cuatro personas.