Karel Čapek, un autor que nos hace sonreír en tiempos oscuros como los nuestros
En 'Apócrifs' hace caer del pedestal personajes como Prometeo, Alejandro Magno, Arquímedes, Hamlet y Romeo y Julieta
BarcelonaKarel Čapek (Malé Svatonovice, 1890 – Praga, 1938) tiene un lugar destacado en el panteón de la historia de la literatura. Se lo tiene por haber escrito La guerra de las salamandras, su novela más celebrada, o el drama RUR (Rossumovi univerzální roboti). Recordemos estas porque las ha publicado la editorial Males Herbes, están vivas y tienen valor en el debate encendido sobre la inteligencia artificial.
En RUR una empresa construye autómatas mecánicos (robots) para aliviar la carga de trabajo a los humanos; pero éstos tienen el don de pensar, lo que provoca un levantamiento que acaba destruyendo a la humanidad. En La guerra de las salamandras se reproduce el mismo tema, pero desde una óptica distinta. Aquí las salamandras son convertidas en una subclase doméstica al servicio de los hombres, y no hace falta decir que los reptiles se rebelan contra su opresor, con funestas consecuencias para la especie humana. Pero más allá de esos clásicos universales que nos interpelan, Čapek también escribió cuentos y libros de viajes, artículos incisivos de prensa –algunos ya alertaban a la población del peligro que suponían los nazis– y una colección de textos breves, Apócrifos, publicados también por Males Herbes, en la colección Distorsiones, y traducidos por Montse Tutusaus.
Apócrifos es una colección de relatos breves, escritos entre los años 1920 y 1938, que hacen caer del pedestal ciertos personajes y episodios históricos, a menudo extraídos de la Biblia, en especial del Antiguo Testamento, pero también de Homer o de Shakespeare . Hay que decir que son personajes tan destacables como Prometeo, Agatón, Alejandro Magno, Arquímedes, Pilato, Abraham, Atila, Lázaro, Hamlet, Romeo y Julieta, Don Juan, Napoleón, etc. Por lo general son textos cortos, diálogos, escenas o esbozos, fruto de la fecunda imaginación de Čapek, que iluminan el mito histórico a través de una –digamos–, mirada diferente, a veces absurda ya menudo cargada de misantropía. El autor, de hecho, parece un cronista lejano, lo que proporciona el envoltorio de un distanciamiento mordaz y una espléndida socarronería, aunque se plantean dilemas éticos y políticos de primer orden. Es evidente que humor y fatalismo van ligados a la escritura de Čapek, al igual que su compromiso social. Apócrifos es un ejemplo perfecto y jocoso de su humor; o sea, de la visión del mundo que tenía el autor.
Čapek no deja de ser un pensador y concibe la literatura como agente idóneo para exponer sus particulares ideas filosóficas, a menudo expresadas a través de creaciones utópicas negativas y visiones satíricas del mundo que nos espera. Para muchos es un autor que destaca por su literatura de ciencia ficción, pero quizás sería mejor llamarla literatura de avanzada o del mañana. Y es un realista, en el sentido de que algunos de sus libros se ambientan en sociedades cercanas en las que alguna alteración, a menudo un cambio tecnológico, histórico o político, sacude los cimientos de la sociedad con consecuencias catastróficas. Los libros de Čapek –no Apócrifos, que es un libro de lo más irónico, pero en este sentido distinto– son auténticas pesadillas ligadas a contextos históricos dominados por el capitalismo criminal y los totalitarismos. Por eso es un autor adecuado en tiempos oscuros, como los nuestros. Leerlo, en cualquier caso y en cualquiera de sus visiones literarias, es disfrutar de una experiencia reflexiva ya la vez extrañamente divertida; pero deja el rastro de una sonrisa abatida.