Una legislatura de diálogo
La elección de Josep Rull (Juntos) como presidente del Parlamento marca el inicio de una nueva legislatura que, como reiteró quién es en adelante la segunda autoridad del país, sería bueno que fuera de diálogo desde el respeto a la pluralidad de voces y la libertad de palabra de los miembros electos de la cámara, con el deseo de dejar atrás tanto la represión de los últimos años –de la que él mismo ha sido objeto como preso político– como la confrontación. Con referentes como el músico pacifista Pau Casals o el poeta Salvador Espriu, Rull, un nacionalista clásico y un demócrata convencido, ha reclamado este lunes avanzar por la vía de los acuerdos, pactos y consensos para construir un país de acogida, con el catalán como lengua común necesitada de apoyo y en el que no se pregunte a nadie de dónde viene, "sino a dónde queremos ir juntos como sociedad". Sin obviar lo ocurrido en los últimos años, el tono de su parlamento ha sido más de futuro que de pasado, con vocación de apertura a una nueva etapa constructiva. Éste es el talante del nuevo presidente.
Rull fue elegido con los votos de su formación, de ERC y de la CUP, los tres grupos independentistas, que ya no suman mayoría absoluta. Habrá que ver qué recorrido tiene esta alianza de cara a la elección del presidente de la Generalitat. No es descartable que, en este caso, la pluralidad se exprese con otras sumas. Quedan semanas de negociaciones. La interpretación más compartida es que Junts se ha asegurado la presidencia del Parlament ante la posibilidad más que plausible de no poder alcanzar la presidencia de la Generalitat, para la que está mejor situado el socialista Salvador Illa, ganador de las elecciones y que , en el caso de la presidencia del parque de la Ciutadella, ha renunciado a jugar la carta del apoyo del PP para impedir a un presidente independentista.
De momento, pues, parece que hay gestos de distensión. Necesarios si, efectivamente, quiere mirarse adelante. No será fácil. En Europa, y también aquí, soplan vientos de extrema derecha. La aplicación de la ley de amnistía aprobada en el Congreso ya se ha visto que no será fácil, con una alta judicatura politizada y dispuesta a interferir con ella. Y si nos ceñimos a la misma cámara catalana, la presencia de grupos de extrema derecha no hará fácil la labor de Rull ni el trabajo legislativo o de control gubernamental. En los prolegómenos de la primera sesión ya se ha visto que el PP y Vox, siguiendo la búsqueda del choque represivo que todavía colea, han anunciado acciones judiciales contra la mesa de edad del Parlament que ha permitido los votos por delegación de los diputados exiliados . Costará pasar página.
En todo caso, tanto en el Parlamento como en el Palau de la Generalitat es importante que se avance hacia un nuevo clima político con vocación de estabilidad y de servicio al conjunto de la ciudadanía, que ya hemos visto en las recientes elecciones europeas que en Cataluña, de forma mayoritaria, ha decidido quedarse en casa, expresión de su distanciamiento del mundo político e institucional. La recuperación del prestigio de la política sólo llegará si sus representantes actúan y son percibidos como servidores públicos útiles al servicio del progreso y la igualdad de oportunidades.