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"Soy mayor, pero no idiota": la edad en el sector tecnológico, un motivo más de exclusión social

El conjunto de estereotipos, discriminaciones y prejuicios basados ​​en la edad de las personas se intensifican en entornos como las empresas tecnológicas. ¿Por qué ocurre y qué medidas se pueden adoptar para revertirlo?

Hace dos años, Carlos San Juan estaba de enhorabuena. El hombre, de 78 años, había logrado reunir a 600.000 firmas bajo el lema "Soy mayor, no idiota", una campaña para reclamar a las entidades bancarias españolas que no cerraran más oficinas y que reforzaran la atención a las personas mayores. En definitiva, el jubilado pedía un trato más humano a los bancos. Éste es uno de los movimientos con más fuerza que ha habido en España a la hora de poner en el centro del debate público el fenómeno del edadismo. Se trata del conjunto de estereotipos, discriminaciones y prejuicios basados ​​en la edad de las personas. Puede darse en todas las franjas de edad, pero especialmente afecta a las personas mayores. Ahora bien, existen otros colectivos y entornos concretos donde el edadismo tiene, también, un impacto relevante. Es el caso del mundo tecnológico. ¿Qué significa hacerse mayor y trabajar en gigantes tecnológicos como Apple, Google, Microsoft o Meta? A menudo, es incompatible.

"En las empresas tecnológicas, hay una tendencia clara a contratar a profesionales menores de 30 años: hacen suya la idea muy extendida a la sociedad sobre el hecho de que los jóvenes tienen más afinidad con las tecnologías digitales que los mayores", explica en el ARA Andrea Rosales, investigadora del grupoCommunication Networks & Social Change (CNSC)y profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Para la experta, la cultura de estas empresas se ha nutrido de las historias de Silicon Valley, donde algunos chicos muy jóvenes han creado grandes empresas en el garaje de su casa. "Esto ha asociado la idea de que programar es cosa de jóvenes entusiastas, apasionados por la programación y dispuestos a hacer de la oficina su casa", apunta. Sin embargo, esta percepción no siempre se corresponde con la realidad.

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Rosales asegura que a menudo se piensa, de forma errónea, que los profesionales mayores no serán tan productivos, que no estarán dispuestos a aprender todo lo necesario para mantenerse al día en la industria tecnológica, o que sus prioridades familiares les distraerán del compromiso con el sector. “Pero también existen empresas emergentes lideradas por personas de más de 30 años y programadores de más de 40, altamente competentes y con la ventaja añadida de ¡la experiencia!", recuerda la profesora. La experta se queja de que todavía circula con mucha fuerza la idea generalizada de que los programadores mayores de 35 años ya no están en forma para seguir el ritmo de la industria tecnológica.

Hacerle frente no es sencillo. El primero, alerta Rosales, es sencillo: ser conscientes de ello. "Además, es fundamental poner especial atención para que los procesos de selección no estén influidos por los estereotipos de edad y para que el ambiente de trabajo no excluya socialmente a las personas por este motivo", apunta.

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El edadismo, omnipresente

No se habla tanto como otras discriminaciones, pero, aparte del sector tecnológico, el edadismo está presente en muchos ámbitos de la sociedad. Mireia Fernández-Ardèvol, también miembro del CNSC y profesora en la UOC, lo refleja en una infografía detallada, publicada por esta universidad. En el sector bancario, por ejemplo, el cierre de oficinas y la digitalización acelerada han excluido a muchas personas mayores de los servicios. En los medios de comunicación y la publicidad, la gente mayor está infrarrepresentada y, cuando aparece, a menudo se presenta de forma estereotipada. Esto, dice la experta, perpetúa una imagen sesgada de este colectivo.

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En cuanto al diseño digital, muchos servicios tecnológicos no tienen en cuenta las necesidades de las personas mayores, partiendo de la idea errónea de que no están interesadas o que no tienen capacidad para aprender. La experta también recalca en la infografía que esta falta de inclusión se ve agravada por los sesgos en los algoritmos de inteligencia artificial, que a menudo discriminan a este grupo por falta de datos que los representen adecuadamente.

Otro ámbito en el que se evidencia el edadismo está en el campo sanitario. Algunos ensayos clínicos generalistas suelen excluir a las personas mayores. "Los primeros experimentos de vacunas contra la Covid excluyeron a las personas de más de 65 años", recuerda. En el ámbito laboral, tanto los jóvenes como las personas a partir de los 45 años sufren formas específicas de discriminación: la población joven, por la elevada tasa de paro, y los mayores de 45 años, por las dificultades de reinserción en el mercado laboral.

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Los peligros del edadismo

El edadismo tiene graves consecuencias y de gran alcance para la salud, el bienestar y los derechos humanos de las personas, especialmente en el caso de las personas mayores. Así claro es el informe mundial sobre edadismo publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los autores asocian esta forma de discriminación con una esperanza de vida más corta, una salud física y mental más precaria, una recuperación más lenta de las discapacidades y un acelerado deterioro cognitivo. Además, señalan que puede reducir la calidad de vida, aumentar el aislamiento social y la soledad, limitar la expresión de la sexualidad e incrementar el riesgo de violencia y abuso contra las personas mayores.

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Ahora bien, más allá de afectar a cada individuo, el edadismo tiene un impacto colectivo. Según el estudio de la OMS, esta discriminación contribuye a la pobreza y la inseguridad económica en la etapa de la vejez. Además, recuerda que no sólo afecta a las personas mayores: entre los jóvenes, puede reducir la motivación y la productividad. Para reducir el edadismo, la OMS identifica tres estrategias principales que han demostrado ser efectivas: las políticas y legislaciones, las intervenciones educativas y las iniciativas de contacto intergeneracional.