Homenots y Donasses

La mujer que llevó al 'Washington Post' a la cima del periodismo

Katharine Graham fue la editora del diario que impulsó la publicación del caso Watergate y los papeles del Pentágono

BarcelonaLa fotografía tiene cerca de medio siglo, pero no ha perdido ni una brizna de intensidad: una mesa gigantesca en forma de letra o, rodeada por más de una veintena de hombres anodinos con traje gris que miran sonrientes hacia el objetivo de la cámara. En un extremo de la mesa destaca una mujer con traje azul, la única mujer de la composición. Ella es Katharine Graham, definida como la mujer más poderosa de América, y la fotografía es de 1975, cuando ella ya tenía el control absoluto de uno de los diarios más influyentes de Estados Unidos, el Washington Post.

Pese a que había sido educada en los centros de mayor prestigio del país, como correspondía a un miembro de las élites de la costa este norteamericana, no estaba destinada a liderar el negocio familiar de prensa, en un tiempo en el que para dirigir una empresa principal valor era ser un hombre. Esto último era muy determinante, tanto como para que el padre de Katharine Graham legase la titularidad del diario a su yerno y no a su hija. Pero en 1963 todo cambió repentinamente. El marido de Graham, alcohólico y víctima de depresiones, se suicidó, por lo que ya ningún obstáculo debía interponerse entre ella y la dirección del Washington Post. Y entonces empezaron a pasar cosas sorprendentes.

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La gestión de Graham, primero como presidenta ya partir de 1969 también como editora, supuso un punto de inflexión en la trayectoria del diario, que pasó de ser un producto de consumo local y escasamente rentable, a escalar posiciones en el ranking de los medios de comunicación más influyentes. El primer gran golpe editorial fue en 1971, cuando Graham se atrevió –a pesar de las presiones de la Casa Blanca– a publicar documentación secreta sobre la Guerra de Vietnam (los famosos papeles del Pentágono) Pero el gran premio llegó un año más tarde, cuando apoyó absolutamente a sus dos periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward a raíz del descubrimiento del caso Watergate, el gran escándalo de la administración Nixon. La publicación del dossier implicó amenazas personales hacia Graham procedentes del deep state estadounidense, pero ella no se encogió. En 1974, dos años después, el presidente Nixon tuvo que plegar a consecuencia de las revelaciones publicadas por el Washington Post.

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El golpe de efecto del caso Watergate supuso el gran salto del diario como medio de referencia en Estados Unidos, mientras que el prestigio de la editora se disparó. Su óptima gestión no lo fue sólo desde el punto de vista periodístico, sino que también sobresalió en el ámbito puramente empresarial. Su filosofía de negocio se basaba en endeudarse poco y limitar mucho las compras de otras empresas (a diferencia de sus competidores), así como en minimizar el dividendo porque prefería reforzar el balance de la compañía.

En esta política, su gran aliado y consejero fue el célebre inversor Warren Buffett, al que conoció a mediados de los años 70, cuando el Oráculo de Omaha adquirió una participación en el diario. Desde ese momento formaron un tándem inseparable, así como con Ben Bradlee, al que promocionó como director ejecutivo de la publicación. Su gestión se caracterizó también por la promoción de la igualdad de género dentro de la compañía, en consonancia con los movimientos que empezaban a aparecer en el país a finales de los años 60.

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En 1972 accedió a la máxima responsabilidad del holding empresarial creado en torno al diario, por lo que fue la primera mujer en liderar una compañía del índice Fortune 500 (el ranking de las 500 mayores firmas de Estados Unidos). Mientras ella era la máxima responsable de la empresa, el negocio se expandió hacia otros sectores, como los canales de televisión por cable, las compañías de telefonía y también la industria de la formación.

Aunque en 1979 ya empezó a desvincularse del día a día de la empresa, su prestigio se mantuvo intacto en las siguientes décadas. Prueba de ello es que en 1998 recibió el prestigioso premio Pulitzer por la publicación de sus memorias. Hoy en día la cabecera ya no pertenece a la familia, porque en 2013 fue vendida al propietario de Amazon, Jeff Bezos, a cambio de 250 millones de dólares.

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