Nadie lo hace como Andreu Buenafuente
Andreu Buenafuente ha vuelto a TV3. O ahora debemos llamarlo al 3Cat. Él mismo tampoco lo tenía muy claro al arrancar el Vosotros mismos. Desconcierta tener que ir a buscar a uno de los presentadores más emblemáticos de la historia de la cadena en el espacio digital en vez de encontrarlo en el prime time de la pantalla tradicional. Es como si hubiera vuelto por la puerta de servicio. Ya se entiende que se necesitan cebos para que la audiencia haga clics en la nueva plataforma, pero es como si volviera Messi y le hiciéramos jugar en el Barça B.
A estas alturas, nadie sabe decir los monólogos como lo hace Buenafuente. Y no tanto por el guión como por la actitud. Una actitud desinhibida que, de hecho, es la clave que hace que los engranajes del nuevo programa funcionen en armonía y con eficacia. “Mi etapa más madura”, comenta él con ironía después de una payasada de las suyas. Pero esa es la gracia. Es esa madurez la que parece haberle abocado a una liberación desnuda de cualquier artificio, de toda impostura televisiva. En ese momento de su trayectoria, Buenafuente comunica verdad, que es lo que percibe y valora más al espectador. Parece relajado, contento y alejado de cualquier presión. Evidencia un talante que tiene más que ver con el juego que con la ejecución de un trabajo. Al inicio del programa comenta que está un poco harto de las conversaciones con los artistas de siempre que están de promoción, con encontrarse a menudo con los mismos famosos que ya sabe lo que le dirán. Y es por eso que en este nuevo formato quiere entrevistar a personas anónimas que, previamente, han solicitado conversar con Buenafuente. Y eso, que desde el punto de vista del espectador puede parecer una idea que da pereza, acaba siendo la base de un planteamiento humorístico original. “Vosotros para que no se veáis, pero sois la hostia”, dice foteta recordando todo tipo de comentarios inauditos que le hace la gente cuando se le encuentra por la calle. A esta idea se le añade el factor inesperado. Supuestamente, el equipo del programa lo prepara todo hasta el último detalle y Buenafuente sigue sus instrucciones para encontrar la sorpresa en directo. Y esto conecta con estas ganas de jugar y la búsqueda del divertimento personal. Es la manera de sacar máximo partido a la espontaneidad de Buenafuente, convertido en comediante, payaso y director de pista, todo a la vez.
La primera invitada le llevaba una cinta de casete grabada en 1996. En la grabación, Buenafuente le decir entonces que en el futuro quería realizar un programa para hablar con la gente. Esa conversación fue una delicia. A partir de ahí, todo fluyó. El decorado diáfano se convierte en un espacio flexible, enérgico, móvil, positivo, amable, sorprendente, inusual y con sentido de la creatividad y el espectáculo. Tiene la duración justa y te pone de buen humor.
“Soy un poco mayor que cuando me fui” dice. Sí, mayor pero también mejor, que no siempre ocurre en las estrellas televisivas. Saber evolucionar, por lo general y especialmente en el mundo del humor, es un reto. Y no todo el mundo sabe hacer del bagaje el mejor equipaje.