"Quien no confía demasiado no confía lo suficiente"
La historia de amor de la abogada Lourdes Parramon
La abogada Lourdes Parramon y Orland se conocieron en el Conservatorio del Liceu, donde ambos estudiaban piano. Ella tenía dieciséis años y él le pareció un chico muy determinado. Con el tiempo, comprobó que esa primera impresión era cierta. “Orlando confía mucho, confía en lo que él puede hacer y en lo que yo puedo hacer. A mí esto me gusta, porque pienso que quien no confía demasiado no confía lo suficiente”, dice Parramon.
Y como a menudo la memoria tiene forma de cuento, la abogada afirma que, pasadas por la criba de la racionalización, las primeras impresiones son a menudo “bromosas”. “La memoria es disidente, es una recreación. De la misma forma, el relato de una relación va cambiando con el tiempo. Y está bien que así sea, porque a lo largo del tiempo lo vas reinterpretando y generando oportunidades de cagarla pero también de redimirte”. En la vida, dice, está bien tener la puerta abierta a cambiar, a mirarte las cosas de forma distinta. “Yo soy huérfano desde los 18 años, y eso es algo que marca. Pienso que en la vida debes tener terceras y cuartas oportunidades”.
Parramon y Orlando se conocieron a través de la música, pero ella pronto dejó las clases. “Yo soy más de palabra y de letra. Podría decir que él pone la música y yo la letra, pero es muy cursi y no es real. El azar o el inconsciente van a lo suyo: a mí me apuntan a piano porque dicen que la música amuebla la cabeza y yo lo que hago es enrollarme con un músico”, dice risueña la abogada.
Para explicar por qué su amor ha permanecido tantos años, Parramon evita hablar de fórmulas claras. “Nos inventamos las cosas, y el amor también. No me gustan mucho las recetas, ni en la cocina ni en la vida. Cocinar no es obedecer”, reflexiona. Quizás el amor, dice, son sencillamente oportunidades. “Todos los individuos son sagrados y únicos, incluso si somos sólo basurilla cósmica, como dice una amiga. No somos medias naranjas, yo no quiero estar partida ni rasgada. El amor es una comunidad de afectos que construyes, pero no sólo con la pareja, sino también con los hijos, amigos…”
Sobre sus hijos, la abogada señala: “Hay gente que dice que no tiene hijos porque no le gustan los niños, pero en la vida hay muchas etapas y la relación con sus hijos también será muchas cosas: un día también será una relación entre adultos, o incluso entre personas viejas, y esto es muy bonito”.
El amor, dice Parramon, es una de esas cosas que “no necesitan pruebas ni indicaciones, sólo expresiones, tangibles o no”. “Mi abuela, que era muy sabia, decía: «Si miras verás, si escuchas oirás». Hay cosas, como el amor, que están ahí para ser percibidas”.