La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha hecho este jueves su balance del año con los ya acostumbrados ataques a Pedro Sánchez ya los independentistas catalanes, pero sin duda lo que más asombra de su discurso es el victimismo respecto a cómo trata el gobierno español la capital del Estado. Resulta que, según Ayuso, Sánchez está "asfixiando" a Madrid de forma premeditada y le acusa de "permitir el colapso de los trenes de Cercanías". Este "asedio" a Madrid va más allá, ya que Ayuso también acusa al gobierno español de estar detrás de "rebeliones en sectores públicos concretos"; es decir, le acusa de estar detrás de las huelgas en la sanidad o la educación. Este discurso daría risa si no fuera que resulta especialmente lamentable visto desde Catalunya, donde las Cercanías son una herida abierta desde hace décadas y la ejecución presupuestaria no es ni la mitad de la de Madrid. Entonces, si lo que ocurre en Madrid es una "asfixia", qué será lo que ocurre en Catalunya, donde hay una infrafinanciación crónica que provoca un déficit fiscal de más de 20.000 millones anuales y no hay ningún efecto capital que lo pueda compensar?
Y mientras con una mano Ayuso despliega este discurso victimista contra el gobierno español, con la otra aprueba nuevas rebajas fiscales que el resto de comunidades autónomas no pueden permitirse y encima los "ropa" bases fiscales ofreciendo un tratamiento especial a los inversos extranjeros. Porque ésta es la medida más importante de las anunciadas hoy. Junto a mayores bonificaciones en el impuesto de sucesiones y desgravaciones para comprar vivienda con un impacto relativamente limitado, la medida estrella es la que afecta a los inversos extranjeros, a los que les permitirá la deducción del 20% del IRPF de la inversión que realicen. Eso sí, para beneficiarse deben mantener su residencia fiscal en Madrid durante un mínimo de seis años. Si Catalunya aprobara una medida similar, seguro que sería calificada de insolidaria por el resto de comunidades, pero parece que Madrid puede practicar lo que se conoce como "dumping fiscal" con total impunidad y sin que nadie levante la voz. Y después vienen las lamentaciones por la "España vaciada".
La otra parte del discurso de Ayuso ha estado centrado en prever que muchos "estrechos colaboradores" de Sánchez acabarán condenados por maniobrar contra ella y en marcar distancias con los pactos entre el PP y Junts. "Todo el mundo sabe lo que pienso del independentismo", respondió cuando se le preguntó por la cuestión. Aquí Alberto Núñez Feijóo, que este viernes hará su particular balance del año, tiene un problema gordo, ya que su acercamiento táctico a la formación de Carles Puigdemont molesta especialmente a la presidenta madrileña. Una de las grandes incógnitas del próximo curso político será ver si estas alianzas entre el PP y Junts tendrán continuidad, sobre todo en política económica, o si habrá sido una anécdota. Y entonces habrá que estar atentos a la reacción de Ayuso.