"Yo no sabía amar, me ha enseñado mi mujer"
La historia de amor del divulgador científico Joan Anton Català Amigó
Antes de conocer a Pilar, Joan Anton Català Amigó le escuchó la voz. Corría el año 1986 y el divulgador científico empezaba a trabajar en el Centro Informático de la Generalidad de Cataluña, un proyecto lleno de jóvenes entusiastas que debían crear lo que sería “la informática de Cataluña”. En esos inicios cuando llamaban a alguien por teléfono y la persona no contestaba le avisaban por megafonía. “Un día oí una voz por megafonía que me enamoró. No sabía quién era porque nunca había hablado, pero intuí a quien pertenecía: a una chica a la que había visto por los pasillos y que me había gustado”, recuerda el divulgador.
Un día, como quien no quiere la cosa, se acercó y comprobó que, efectivamente, era ella. Y no sólo eso, sino que Pilar también se había fijado en él. Empezaron a salir juntos y en un principio lo mantuvieron en secreto, y no fueron los únicos. "Muchos de mis mejores amigos también se conocieron allí", afirma Català Amigó. Al cabo de un tiempo pensaron que ya no tenía sentido esconderlo y en 1990 se casaron.
El divulgador reconoce que no habría podido dedicarse a su profesión como lo ha hecho si no hubiera sido por el "apoyo incondicional y el gran sacrificio" de Pilar. Ella, añade, con su forma de hacer y de ser, le ha “enseñado a amar”. “Yo no sabía amar. Era un chico estudioso de la ciencia, muy vergonzoso, que dedicaba muchas horas a estudiar y no tantas a las relaciones personales. Mi padre murió muy joven y creo que nunca le dije que le quería, ahora pienso que me hubiera gustado decírselo. Mi madre tiene 94 años ya ella sí que se lo he dicho. Ha sido Pilar quien me ha enseñado qué significa el amor. Si tuviera que cuantificar la graduación del amor, estoy muy por debajo de lo que ella es capaz de hacer”.
Con Pilar, dice, también comparten unos valores que los han mantenido unidos. “Vemos el mundo de una forma similar, compartimos valores ecologistas, de conciencia social y de defensa de la paz. Somos personas dispuestas a ayudar a otros, muchas veces incluso si esto nos va en contra”, asegura.
En cuanto a la ciencia, Català Amigó dice que es necesario acercarse con amor. “La ciencia siempre ha cometido el pecado de hablar raro. Hemos creado un resquicio entre la gente y la ciencia y debemos romper con esto. Cuando explicamos la ciencia debemos hacerlo ligándola con el amor, el amor a esta tribu que se llama humanidad. Hemos perdido un poco la sensación de tribu y debemos recuperarla a través de la emoción. La emoción de saber que increíblemente magnífico que es ese experimento de la naturaleza que se llama vida y que ahora mismo me permite hablarte y emocionarme y amar”.