Una película para reflexionar sobre nuestra propia libertad

¿Somos libres? Esta pregunta que se han hecho los mayores filósofos es el reto que, de una manera mucho más inocente y entretenida, nos plantea la protagonista de Poor things (Pobres criaturas), la película dirigida por Yorgos Lanthimos candidata a Oscar. Se ha resumido como una especie de Frankenstein en versión femenina. E igual que la historia de Mary Shelley, la trama nos invita a reflexionar sobre la vida, la muerte, qué significado le damos a Dios, la moral científica y, muy especialmente, sobre qué es lo que nos hace humanos.

A través del personaje de Bella Baxter, interpretada por la actriz Emma Stone, se construye una alegoría sobre el aprendizaje vital, especialmente el de las mujeres. La curiosidad innata de Bella se ve limitada por los miedos de las personas de su entorno que, con la intención de protegerla, la hacen crecer escondiéndole parte de la realidad. Quieren construirle un mundo a medida en función de lo que los demás consideran apto por sus capacidades. Pero sólo ella conoce sus límites. Pero la determinación para experimentar romperá los muros. Y entraremos en la dimensión del descubrimiento del propio cuerpo y la gestión de las emociones: el deseo, el miedo, el placer físico y el intelectual, el trauma, el dolor, la felicidad y el sufrimiento. La voracidad de la Bella, que se mueve gracias a la intuición superlativa y un desazón para aprender algo naïf, es un proceso de empoderamiento efectivo y rápido por una razón: la ausencia de culpa y de vergüenza, dos grandes losas que han pesado siempre sobre las mujeres. Su capacidad de prescindir de los roles de género, de las normas sociales o de las dinámicas de poder, le hacen avanzar contra los deseos del resto de los personajes que intentan imponerle una conducta en función de los prejuicios y los intereses personales. Bella desafía a pesar de todo el mundo sin remordimientos. Acepta como una aventura el riesgo de equivocarse, porque no se reprocha nada. Quiere una experiencia de vida plena sin cesar de preguntarse el porqué de todo lo que observa. Cuando un hombre le toma un libro de las manos, sabe que debe coger otro enseguida. Descubrirá cómo el mundo masculino es el que, a menudo, prescribe el relato que las mujeres deben tener sobre sí mismas.

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La película pasa del blanco y negro al color de una manera casi inadvertida. Poor things es una historia de transformación, a través de la vida, el amor y la muerte. De una transformación individual a pesar de los demás. Y lo que hace al personaje tan atractivo es que no hay azar, no hay intervención divina, no hay infortunio ni castigos. El camino de Bella Baxter lo determinan sus propias decisiones. El personaje crece porque arriesga, tiene en cuenta su criterio y sus instintos, procesa todo lo que aprende para interpretar el futuro, e ignora los límites que vienen impuestos por las convenciones y conveniencias de los demás. No es una opción exenta de dolor, pero la llena de sabiduría.

Bella es siempre fiel a sí misma y eso la hace temerariamente libre y sorprendentemente resiliente. La película nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia libertad. No vivimos en el surrealismo psicodélico que permite a Bella llevarlo al extremo, pero sí tenemos la posibilidad de cuestionarnos qué circunstancias de nuestra vida nos supeditan y nos atan y cuáles nos dejan crecer y avanzar.