El regreso del Mobile abre el camino de la recuperación

La suspensión del Mobile World Congress en 2020 fue el primer aviso de la gravedad de la pandemia que nos caía encima. En ese momento todavía poca gente se creía que el coronavirus de Wuhan, como se conocía entonces, pudiera provocar el cierre casi total del mundo y una lista de muertos que a estas alturas, según la Universidad Johns Hopkins, se eleva a 3,9 millones de personas, con 180 millones de casos de contagios registrados. Si no ha habido más muertos es gracias a los adelantos en la medicina, que han conseguido reducir la siniestra lista, pero en todo caso ha bastado para provocar un golpe muy fuerte que no se veía desde hacía décadas.

La organización del MWC decidió entonces suspender la edición después de que se hubieran sucedido las cancelaciones de grandes empresas, preocupadas por los contagios y las consecuencias laborales y penales de enviar a sus empleados a un lugar tan concurrido y con gente de tantas nacionalidades. Fue una buena idea. Da miedo pensar lo que habría podido pasar si el congreso se hubiera celebrado. Posiblemente no podríamos celebrar ahora que la edición de 2021, más reducida, sí puede arrancar este lunes y que en principio parece que el MWC se mantendrá en Barcelona hasta el 2024, y podría ser que incluso más allá.

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Esta, sin embargo, será una edición diferente. Como bien dice John Hoffman, el consejero delegado de la GSMA, la entidad organizadora del congreso, el éxito de esta edición no se medirá por el número de asistentes -entre 25.000 y 35.000 presenciales, según los cálculos iniciales- ni tampoco por las cifras de negocio o los nuevos productos y gadgets que se presenten. El éxito del congreso ya es el hecho de que pueda abrir las puertas. Esta es el gran hito que empieza hoy y que permite divisar un horizonte de regreso a la normalidad, a una recuperación económica que necesita citas como esta y el retorno seguro de los turistas.

De momento, el MWC abre a medio gas, y esto se ha notado tanto en las reservas hoteleras -solo han abierto un 40% de los establecimientos, y los que han abierto han hecho ofertas a la baja extraordinarias para animar a los clientes- como en las reservas de restauración. Será una edición de tránsito, de prueba y ejemplo para futuras citas, en las que los controles anticovid estarán muy presentes y que exigirá a los asistentes pruebes de antígenos y aplicar estrictas medidas de distanciamiento e higiene.

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Con esto se tendría que ser muy estricto, porque Barcelona no se puede permitir un macrobrote fruto del Congreso. Lo que ha pasado en Mallorca y en otras localidades de costa con los viajes de final de curso demuestra que no se puede bajar la guardia. Sorprende que se hayan autorizado estos viajes, incluso que a alguien se le haya ocurrido organizarlos en estas circunstancias, pero lo que es imperdonable es que no se exigiera un control más estricto a unos jóvenes que, como ya se veía venir, estaban ansiosos de fiesta e interacción social y que con la relajación de las medidas se habían creído que eran invulnerables. Esto no puede volver a pasar. Ahora que ya tenemos el final cerca, no juguemos.