Entrevista

Eva Jurado: “La resina para mí fue una terapia, una medicina. Cuando trabajaba me sentía muy feliz”

Pintora y empresaria

El VendrellEva Jurado es una cunitense que después de licenciarse en bellas artes trabajó como investigadora de cuadros antiguos. Una mala experiencia hizo que abandonara ese trabajo. Hace cuatro años descubrió la pintura con resina y ahora no sólo pinta con esta técnica, sino que da clases y tiene su propia marca de productos.

¿Qué es Green Maiden Art?

— Al principio era el nombre que le puse a un proyecto que no era un proyecto: era pintando yo en un garaje. Green Maiden fueron unas palabras que escribí en una libreta, y en poco tiempo descubrí la resina. Fue un proceso de volver a conectar con mis manos y empezar a crear. Mi padre tuvo un ictus y no podía hablar. Fue la excusa: lo que no podía poner en palabras, lo ponía en el arte. Cuando empezó, Green Maiden Art era investigación en un garaje sin expectativas ni proyecto de negocio.

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Y actualmente Green Maiden ¿qué es?

— Toda mi familia está trabajando en ello. Mi esposo y mis dos hijas. Es un proyecto en el que yo soy artista, pero enseño una técnica artística con resina epoxi, una técnica que no es fácil. Es un material muy novedoso en la creación artística. Hace cuatro años me compré unos botes y empecé a explorar. Primero me pareció una basura.

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Un primer contacto con la resina muy negativo.

— Horrible. Es un material que no es controlable. Me generaba muchísima frustración. Pero me compré otros dos botes. ¿Es difícil? Seguiré. La resina epoxi está formada por dos componentes que debes mezclar. Es transparente. Te haces los colores y empiezas a ponerlos en una superficie. Al ser muy incontrolable, es muy difícil hacer un paisaje, una representación, expresarme. Lo veía muy complicado, pero un día me encontré muy cómoda. Ya no tenía miedo cuando mezclaba. Me ponía la mascarilla muy contenta. Las horas no existían. De un día para otro empecé a expresarme con la resina.

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Fue como un clic.

— Sí, un clic. Y dije "eso, ahora lo tengo". Y fue cuando mi hija me dijo que entrara en las redes sociales. Empecé muy tímida, porque me daba mucho miedo exponerme. Me sentía muy vulnerable. Poco a poco colgué fotos, textos explicando lo que había detrás de cada cuadro. Y el 1 de enero del 2022 dije: “Quiero dedicarme a esto”. Venía del mundo de la investigación del arte y estaba muy frustrada. La última pieza me destruyó porque fue muy duro, con cosas algo oscuras del mundo del arte. Estaba en un punto en el que no le daba sentido a nada. La resina fue para mí una terapia, una medicina. Cuando trabajaba allí me sentía muy feliz. Hice investigaciones de materiales, porque era muy difícil encontrar a los que me gustaran. Teníamos que pedirlos a Australia, Reino Unido y Alemania, porque en España no los había. Tenía claro que quería dedicarme a esto el resto de mi vida. Pero no era fácil porque la situación económica familiar no era buena. Mi marido me dijo que continuara, que me apoyaba. En mayo del 2022 fui a una feria que se celebraba en Cunit y fue la primera vez que puse mis piezas en contacto con la gente.

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¿Y qué ocurrió?

— Tuve claro que lo que hacía no era sólo para mí y que tenía que compartirlo. Cinco personas me preguntaron si daba clases. Les dije que no. Y en junio me lo habían preguntado ya unas sesenta personas. Me empecé a plantear dar clases en mi garaje. Porque todo empezó ahí. Primero fueron cuatro alumnos y al poco me llamó una señora de Madrid, esposa de un exfutbolista muy famoso, y me preguntó si podía darle clases. Acepté. Luego uno workshop de Madrid, y allí hice la primera masterclass completa. Hasta ahora he hecho 22 masterclases en diferentes ciudades del Estado. Y siempre completas. Después han venido las clases privadas, y muchas personas que como yo lo querían como terapia o para encontrarse a sí mismas. Mucha gente ha venido rota, y trabajar con la resina les ha ayudado.

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¿Por qué cree que trabajar con la resina ayuda tanto?

— Cuando pintas al óleo tienes un tiempo ilimitado. Cuando haces resina tienes sólo 45 minutos a lo sumo desde que mezclas. No puedes ni tener el teléfono conectado. Es acción y mucha precisión. Es un material que no es fácil si no lo conoces. A nivel de seguridad y técnica, debes tener las cosas muy claras. Hasta que no estás muy cómodo no puedes soltarte. Lo que hago es quitarles el miedo y que no cometan los errores que cometí yo. Y es algo que haces directamente con las manos, sin pinceles ni espátulas. La gente puede representar momentos de su vida y curar heridas, porque cuando no salen con palabras es a través de las manos. Existe un punto terapéutico.

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¿Y de dónde vienen estos alumnos?

— Han venido de California, Florida, Venezuela, Colombia... Hay gente que vino a mi garaje tres días desde Guadalajara, México. Debe venir gente de Canadá, Suiza, Suecia... Y sólo con las redes sociales, sin poner dinero. Sólo orgánico. Doy muchos trucos, soy muy motivacional.

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Ha dado el salto al mundo empresarial.

— Desde hace un año tengo mi propia marca de resinas y pigmentos que comercializo. También doy clases online en todo el mundo, y los cuadros por encargo son un 90% de los que pinto. La falta de espacio nos hizo buscar un local y el pasado diciembre lo abrimos en El Vendrell. Estamos muy contentos, porque el espacio es muy bonito. He logrado vivir del arte.

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¿Y el futuro?

— No haré spoilers, pero estoy preparando algo muy grande y muy motivador. Estoy viendo muchas cosas guapas a través del arte, gente que ha hecho reparaciones después de tiempo de oscuridad. Y hay un mensaje que dar: detrás de esa profundidad, después se puede ver la luz.