Feminismos

Rubiales ensancha la base del feminismo

Las expertas subrayan que la reacción social al beso forzado supondrá un "punto de inflexión" a la hora de tratar a las violencias machistas

Barcelona¿Cómo se explica el eco mediático, social y político, también fuera de las fronteras españolas, que está obteniendo beso que Luis Rubiales dio a Jennifer Hermoso en el estadio de Sydney? Incluso la ONU ha apoyado a la futbolista. Lo cierto es que hoy, quizás como ningún otro caso anterior de machismo evidente, el gesto del todopoderoso presidente de la Federación Española de Fútbol ha recibido una contestación de rechazo casi unánime, sin precedentes, aunque todavía hay quien se enroca en los argumentos del machismo de manual y también quién se retrata con su silencio.

¿Dónde debe encuadrarse este episodio en el recorrido feminista? Para Isabel Morant, historiadora del feminismo y catedrática emérita de la Universidad de Valencia, el beso es la culminación de un largo camino del movimiento que se va ensanchando a base de escándalos. Para entender la evolución, asegura que no puede obviarse la primera sacudida que supuso el llamado Tren de la Libertad del 2014, el preludio de la gran manifestación en Madrid por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y en contra del proyecto de Alberto Ruiz-Gallardón de restringir el aborto. La presión obligó al gobierno del PP a moderar la idea inicial de la ley e hizo dimitir al ministro. Un éxito rotundo. Cuatro años más tarde, en 2018, la sentencia de la Manada de Pamplona movilizó a miles de personas bajo los gritos de Sólo sí es sí y Hermana, yo sí que te creo. El gran éxito de ese caso fue que se va trasladar a las leyes y el Código Penal, consagrando el consentimiento y considerando agresiones sexuales lo que hasta entonces eran abusos.

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Desborda el feminismo

En cada una de estas sacudidas se han ido sumando personas ajenas al movimiento feminista más clásico, subraya Morant, que admite que le sorprendió la presencia de muchos jóvenes (chicas y chicos) y algunos hombres adultos, que nunca habían sido el público de manifestaciones en favor de los derechos de las mujeres. Para utilizar un concepto político, la reacción de matón de Rubiales no ha hecho sino ensanchar la base del feminismo, hasta convertirse en una gran "condena social". Hombres y mujeres aprenden, a veces, a identificar agresiones y agresores que hasta ahora quedaban invisibilizados. Para la antropóloga Ana Burgos, esta explosión de rechazo social marcará un punto de inflexión y "un precedente histórico", al menos por cómo se sitúa la sociedad y la política respecto a las violencias machistas. Esto hace, según Morant, que por fin se cumpla "el sueño de las feministas" según el cual el grueso de la población (y no sólo las militantes) se convenza de que la "revolución feminista" tiene que ver con "modernizar y hacer más libres" las sociedades. "Es la gota que ha colmado el vaso", continúa Burgos, que también encuadra la protesta en el "momento histórico" que vive el feminismo en España, forjado en torno al debate social por leyes polémicas, por el concepto del consentimiento o por el caso Alves.

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El caso supondrá un punto y aparte a la hora de saber "identificar y denunciar" comportamientos machistas que históricamente había denunciado el feminismo frente a los intentos de normalizarlos de la extrema derecha, señala Lídia Arroyo, investigadora del Gender and ICT Research Group de la UOC. Apunta que no tiene ninguna duda del papel crucial que ha jugado la "repercusión internacional" -de la ONU a la FIFA y la prensa mundial- a la hora de condenar la agresión machista, porque ha puesto el foco en que un comportamiento como éste es "inadmisible en entornos laborales".

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La respuesta a la 'machoesfera'

No se puede decir que Rubiales se haya quedado solo, porque mantiene un grupúsculo mediático que le defiende intentando desprestigiar a Hermoso y repitiendo el corpus ideológico de la extrema derecha, una "reacción a la revuelta" feminista, en palabras de Morant. Pero la gran lección del beso, apunta el sociólogo y profesor de la Universidad de Girona Paco Abril, estudioso de "la masculinidad tóxica", es que a esta "machoesfera"han plantado cara muchos hombres que "no habían tenido una visión feminista" y que ahora, en cambio, se han sentido interpelados para denunciar públicamente "la misoginia y las dinámicas machistas".

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La imagen retransmitida en directo por la televisón del máximo responsable de una institución besando a una trabajadora de un sector tan masculinizado como el deporte "ha destapado el machismo que todo el mundo intuía", pero que quedaba en "el ámbito privado" por el miedo a perder el trabajo o de complicarse la vida, indica Abril. En este sentido, Morant subraya la importancia de que sean mujeres jóvenes, con una influencia social, las que se hayan plantado para decir "suficientemente y mostrar el enfado" por las discriminaciones. no hay ningún ámbito libre de machismo lo demuestra el grito de las bibliotecarias, una profesión fuertemente feminizada, que han aprovechado el #ShaAcabado para denunciar los acosos e insultos cubiertos bajo el velo del silencio o con el cuestionamiento de la gravedad de los hechos. El colectivo Comisión Feminista del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona sostiene que ser capaces de señalar a los agresores "es la ruptura delstatu quo patriarcal", pero que de nada servirá si no hay una "revisión profunda, personal y colectiva, sobre la cultura del consentimiento" y si las instituciones no impulsan políticas antimachistas. Es igual de importante, según Burgos, que Hermoso haya convertido su caso en una lucha social y colectiva haciéndose representar por el sindicato Futpro, creado por futbolistas mujeres para defender sus derechos.

Aceptando la hipótesis de que el asunto Rubiales supondrá un cambio en la mirada de las actitudes y violencias machistas, los expertos coinciden en que la sacudida social debe ir acompañada de cambios materiales para abordar la paridad en los órganos de decisión, la brecha salarial, etc.” Ahora hay que dar el paso de hablar de las desigualdades en las condiciones materiales que permiten esta violencia simbólica y real", reflexiona Arroyo.

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