El 'saludable' aguacate es todo lo contrario

Esta misma semana, en una conocida cadena de tiendas de alimentación catalana he encontrado aguacates llegados de Colombia. Y me he preguntado, ¿cuándo empezó el comercio a gran escala de este fruto? Quizás podemos situar la fecha en 1935, cuando el sr. Rudolph Hass patenta la variedad que lleva su apellido, con unas óptimas características para la exportación. Pero es cierto que la globalización de un producto exótico como éste también la podemos situar mucho antes. Por ejemplo en 1602, cuando nace la primera multinacional del mundo, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y que pocos años después ya monopolizaba el comercio de algunas especias desde estos lugares hacia Europa, como el clavo, la pimienta o la nuez moscada. El valor de esta última, a la que Amitav Ghosh le dedica todo un libro, era tal que "con un puñado se podía comprar una casa o un barco". También podemos situarla después del segundo viaje de Colón, cuando en el Caribe y al noreste de Brasil se extiende el cultivo a gran escala de la caña de azúcar. En el capítulo El Rey Azúcar y otros monarcas de su libro Las Venas Abiertas de América Latina, Eduardo Galeano explicaba que "el azúcar, que se cultivaba a pequeña escala en Sicilia y en las islas Madeira y Cabo Verde y se compraba a precios altos en Oriente, era un artículo tan codiciado por los europeos que incluso en los ajuares de las reinas llegó a figurar como parte de la dote". Porque da igual hablar de azúcar, nuez moscada, pimienta, cacao, café, tabaco... o de aguacate. Al fin y al cabo, hablamos de productos prescindibles que, convertidos en deseos, son motivo de una colonización que todavía destruye millones y millones de hectáreas de tierra, bosques o selvas.

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Quizás ya no hay soldados frente a estos negocios, pero sí multinacionales y fondos de inversión que, estableciendo plantaciones de aguacates, provocan deforestación, agotamiento de los acuíferos (es un cultivo que demanda mucha agua), desplazamiento de comunidades y toneladas y toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero debido a su transporte intercontinental. Cómo estamos viendo en el reportaje El lado oscuro de tu tostada de aguacate, el saludable aguacate, desde el punto de vista del planeta, es exactamente lo contrario.

Cataluña exporta aguacates

Y Cataluña, que no cultiva aguacates, tiene un papel importante en este entramado para satisfacer el deseo de comer lo que se ha vendido como un "superalimento". En 2022 llegaron a Cataluña unas 6.000 toneladas de aguacates provenientes de Andalucía (especialmente de Málaga, que ha extendido peligrosamente su monocultivo y que está rozando el colapso hídrico), más unas 26.000 toneladas de terceros países (mayoritariamente de América Latina). Nuestro consumo anual, muy elevado, es de 13.000 toneladas, el doble que hace diez años, representando un gasto total de más de 52 millones de euros en nuestros hogares. Del resto, una parte se comercializa en otros puntos del estado, pero la más sustantiva, unas 12.600 toneladas, llegando a Cataluña, salen hacia Europa. Es decir, los destrozos en Colombia o Málaga se alimentan fundamentalmente de las ambiciones empresariales para hacer dinero favoreciendo el consumo esté donde esté.

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Detrás de esta colonización agrícola, no sólo encontramos esta terrible guerra contra la naturaleza y contra las poblaciones locales. Tal y como aparece estos días en la revista Soberanía Alimentaria, el comercio de otros productos, como el pulpo y los dátiles, tienen relación con situaciones de guerra por el control de territorios, como sería el caso del Sáhara Occidental o Palestina. Hoy, más que nunca, resuena el poema de la escritora y campesina occitana Marcela Delpastre, "No es bueno, el pan de los demás: Lo han amasado con ceniza y sangre".