'EPIC FAILS'

El suicidio del 'LinkedIn alemán'

Xing había llegado a hacer sombra a LinkedIn en muchos países del mundo, lo que les llevó a vivir un progresivo proceso de extinción

Marc Amat
y Marc Amat

Quedaban 25 segundos para que los relojes marcaran las once y media del mediodía. En ese preciso instante, Iván, un niño de diez años de Vallecas, tapaba los alambres con la mano y desataba la euforia colectiva. “ ¡Tres millones de euros! ”, proclamaba emocionado, exhibiendo la afonía que arrastraba desde la noche anterior. La platea del Teatro Real enloquecía mientras él y su compañero de clase cantaban una y otra vez el número 79.250. Era el Gordo de Navidad del 2010. Pero no todo el mundo tiene un buen recuerdo de ese momento. A la misma hora, en el número 334 de la calle Consell de Cent de Barcelona, los trabajadores de Xing, una red social para profesionales, acababan de saber que la empresa había decidido despedirles. "Queremos concentrar esfuerzos en desarrollar el proyecto de forma centralizada desde Alemania", habían hecho público los máximos directivos de la empresa a través de un comunicado.

Los siete trabajadores que tenía Xing en España no entendían nada. La red social había aterrizado en Barcelona tres años atrás y, poco a poco, había ido ganando adeptos. De hecho, hacía tan sólo dos meses la empresa había exhibido musculatura haciendo públicas sus métricas: en España habían llegado al millón y medio de usuarios y no paraban de crecer a un ritmo sostenido. "El cierre al Estado fue un anuncio del todo sorprendente e inesperado", recuerda Manuel Moreno, periodista experto en redes sociales y creador de TreceBits, el digital que va a explicarlo en exclusiva. “Les estaban bien las cosas y, de hecho, hacía tan sólo unas semanas que habían contratado nuevos talentos -explica-. Pero los directivos alemanes decidieron cambiar de repente la estrategia empresarial y todo empezó a hacer aguas”, recalca. Xing había llegado a hacer sombra a LinkedIn en muchos países del mundo, lo que les llevó a vivir un progresivo proceso de extinción.

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La empresa había apostado fuerte por abrir oficinas físicas en España, Turquía, Italia y China, con la intención de arraigar en estos mercados. En España, Xing había entrado a golpe de talonario, comprando dos proyectos españoles que ya tenían cierto arraigo: Neurona y eConozco. Era 2007 y, en total, se gastaron más de siete millones de euros, según El Periódico. En 2010, la decisión de recentralizar la actividad en Alemania y operar desde allí dejó todo en papel mojado: las oficinas de Barcelona cerraron, y también lo hicieron las que tenía en Turquía, Italia o China. "Fue una decisión claramente errónea: en un mundo globalizado y, concretamente en el sector de las redes sociales, no se puede operar desde un solo país", opina Moreno. Y, aparentemente, la decisión no se tomó por motivos económicos: en el 2009, la facturación de Xing en todo el mundo subió un 28% respecto al año anterior y superó los 40 millones de euros.

Ahora Xing se ha convertido en una red social totalmente residual en España: Linked-In acabó ganándole la partida. "Xing, de hecho, ya lo tenía difícil para destronar la red estadounidense", asegura Frederic Guerrero Solé, investigador en redes sociales de la UPF. Para el experto, “las redes sociales deben entenderse como unas especies que viven en un ecosistema y que, cuando hay una que lo coloniza todo, ya no hay quien la desbanque”.

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La lección

"Aunque internet representa, en esencia, la globalización, a menudo la clave para hacer que los proyectos arraiguen en otros países es apostar por abrir oficinas físicas", explica Frederic Guerrero Solé, investigador de la UPF. "No se puede operar desde un solo país", remata Manuel Moreno, periodista especializado en redes sociales.