Suñol, del azúcar en la prensa y en el Barça
Heredero de un imperio agroalimentario, fundó el diario 'La Rambla' y fue fusilado durante la Guerra Civil con sólo 38 años
No hace ni un mes del estallido de la Guerra Civil cuando un grupo de personas se adentran con un Ford de color negro, con banderita catalana, en territorio ganado por los golpistas en la sierra de Guadarrama, junto a Madrid. No es una incursión voluntaria, sino que se trata de un error de cálculo fatal. Cuando son parados por un grupo de soldados, descienden del coche con gritos a favor de la República: no lo saben, pero acaban de firmar su sentencia de muerte. Los cuatro pasajeros son fusilados pocos minutos después. Una de las víctimas es Josep Suñol, presidente del Barça, político y empresario, una circunstancia que añade cierto misterio al desenlace porque en situación de guerra Suñol habría sido una pieza muy valiosa para canjear al otro lado de la trinchera. Que no haya encontrado su cuerpo aumenta la extrañeza de los hechos.
De esta manera, y con 38 años recién cumplidos, puso fin a sus días a uno de los personajes capitales de la Cataluña de los años 30, alguien que podría haberse dedicado a vivir de la fortuna de los ancestros pero que prefirió asumir riesgos empresariales y personales por ser fiel a sus creencias.
La cómoda situación patrimonial de Suñol derivaba de los negocios familiares, centrados básicamente en el azúcar de remolacha, que experimentó un gran auge a partir de 1898 -precisamente el año de su nacimiento- como consecuencia de la pérdida de las colonias por parte de España. Con la independencia de Cuba, el acceso a la caña de azúcar quedaba cerrado y fue el de remolacha el que debía ocupar su espacio en los paladares españoles. El padre de Suñol, Josep Suñol Casanovas, junto al tío, Ildefons, y un amigo, Jaume Carner Romeu, pusieron en funcionamiento toda una serie de cultivos de remolacha que en 1911 se agruparían bajo la firma Compañía de Industrias Agrícolas. El joven Josep Suñol Garriga heredó el espíritu emprendedor de la familia, pero también la pasión por la política que destilaban Ildefons Suñol y Jaume Carner (Centro Nacional Catalán, Liga Regionalista, Solidaridad Catalana, Unión Federal Nacionalista Republicana), de forma que pronto entró en contacto con Esquerra Republicana de Catalunya, partido por el que sería diputado en Madrid durante la década de los treinta.
En la vertiente empresarial, invirtió muchos esfuerzos y dinero para hacerse un hueco en el mundo de los medios a través de la cabecera La Rambla (1930-1936), que inicialmente fue semanario para acabar convirtiéndose en diario. A través de sus páginas, Suñol intentaba injertar a la sociedad de los valores en los que creía, como el catalanismo, la cultura, las ideas progresistas e incluso la importancia del deporte para la formación de las personas. Esto último no está de más, dado que el propio Suñol había sido el creador del lema “Deporte y ciudadanía”, una consideración del deporte como herramienta para crear buenos ciudadanos, mucho antes de que algunas izquierdas metieran el deporte en cajón del opio del pueblo. Y la tercera pata de su activismo social tomó forma como socio del Barça, directivo y, finalmente, presidente hasta su muerte. Tanta actividad y tan diversa siempre tiene sus consecuencias, por lo que Suñol se convirtió en un personaje incómodo en muchos bandos: para los burgueses, demasiado de izquierdas; para las izquierdas, demasiado burgués.
El patrimonio familiar de los Suñol continuó aumentando después de su muerte, sobre todo con los negocios inmobiliarios, en los que se asociaron con los Figueras Bassols para crear Habitat, la inmobiliaria que en 1966 adquirió los terrenos de el estadio de Les Corts para hacer pisos.
Después de años de olvido, su figura empieza a ser reconocida ahora tanto en el ámbito político como en el imaginario azulgrana. La asociación Amics de Josep Sunyol le dedicó una placa en la Rambla con motivo del centenario de su nacimiento y el Barça ha bautizado con su nombre el palco de autoridades del Camp Nou. Por otra parte, la Fundació Suñol -dirigida hasta hace poco por su hijo- realiza una gran labor en el mundo del arte y la cultura.