¿Qué supone el regreso de la Caixa?

La salida ha durado poco más de siete años. La Caixa vuelve a tener su sede en su lugar de origen, en su espacio de referencia. Depende de cómo se mire, son muchos años o no son tantos: en todo caso, el retorno no deja de señalar la excepcionalidad que supuso un traslado que ahora, significativamente, la entidad define como "temporal" y que, como reconoce, no implicó "movimiento de personas ni de espacios o servicios corporativos". Barcelona siguió concentrando a los empleados y los centros de trabajo. El movimiento afecta a la Fundación La Caixa, que preside Isidre Fainé y dirige Josep Maria Coronas, y de la que depende el holding de participaciones CriteriaCaixa, que también vuelve. Ambas estaban en Palma. No vuelve, en cambio, CaixaBank, que seguirá en Valencia. ¿Dará nunca el paso y pondrá punto final a lo que ha sido para el resto un periodo de excepción?

El regreso de la Caixa a Catalunya, de donde se marchó en octubre del 2017 en el momento álgido del pulso independentista y de la dura reacción del Estado, supone un punto de inflexión en la normalización de la vida económica del país, tal y como ha defendido e impulsado el gobierno del socialista Salvador Illa. Flotaba en el ambiente que pasaría más temprano que tarde. En enero, el cambio en ese mismo sentido del Banc Sabadell, la otra gran entidad financiera catalana, así lo auguraba. No tenía sentido mantener la ficción de una sede social artificial fuera de su núcleo de decisión barcelonés. Además del Sabadell, antes ya habían revertido el traslado Laboratorios Ordesa, la cementera Molins y Agbar, en este caso con Àngel Simón como presidente. Un Simón que es el actual consejero delegado de CriteriaCaixa. La decisión de la Caixa debería incentivar a otras empresas que se vieron empujadas a irse a revertir la anomalía.

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La entidad financiera más importante de Cataluña y de España da por cerrado, pues, el paréntesis político que le había desubicado. La decisión de devolver se ha tomado "por unanimidad y en sesión extraordinaria" del patronato. En su comunicado anunciando la noticia, la Caixa hace constar su vocación social ligada a un compromiso con "las raíces" catalanas, es decir, su nacimiento en Barcelona en 1904 de la mano del abogado Francesc Moragas con el apoyo de diversas entidades de la sociedad civil. Es lo que se ha traducido en el "alma" de la Caixa. Un alma que, con la marcha de la Fundación, había quedado desdibujada por parte de la ciudadanía.

La fuga de empresas de octubre de 2017 se produjo gracias al denominado decreto Guindos, del gobierno del PP, un decreto que permitía a las empresas trasladar la sede social sin la aprobación de la junta de accionistas, y se dio en medio de una peligrosa fuga de los activos y de las empresas bancos catalanes. El clima de incertidumbre y la presión política determinaron la salida de la Caixa, pese a algunas voces internas que fueron la excepción y defendieron que la Fundació no abandonara Catalunya. La decisión de este miércoles recupera una Fundación excepcional en Europa y el holding en el que se apoya, profundamente arraigados en Catalunya.