El Vendrell, exilio económico de barceloneses
La capital del Baix Penedès ha doblado a la población en 20 años y empieza a sufrir indicios de gentrificación
El Vendrell"Si preguntas, algunos te dirán que esto es el Penedès, otros que es el Camp de Tarragona, pero también hay quien te dirá que es el área metropolitana de Barcelona". Jon Olano es sociólogo y profesor de la URV. Conoce muy bien a El Vendrell. Vive allí desde los diez años, cuando su familia emigró de un pueblo del País Vasco. Además, realizó la tesis doctoral sobre este municipio. Le hacemos caso y preguntamos al propio alcalde, Kenneth Martínez: "No, no, sí que lo tenemos claro! Somos Tarragona. A efectos prácticos somos área metropolitana de Barcelona y todo lo que pasa en Barcelona nos afecta directamente, pero por tradición y por cultura, miramos a Tarragona y hacia el Penedès, claro. Estamos en medio de todo", concluye.
El Vendrell es la capital del Baix Penedès y pertenece a la demarcación de Tarragona. Es una comarca difícil, formada por el centro (Vendrell), que es donde vive el 87% de la población, y por pequeños barrios como Coma-ruga o Sant Vicenç de Calders. Hay hasta diez y todos tienen sus realidades. En algunos de ellos predominan las urbanizaciones, que han ido creciendo con el paso de los años, a medida que El Vendrell no paraba de sumar población.
"Aquí ha venido mucha gente del extrarradio de Tarragona y Barcelona que vendieron su piso y aquí se compraban uno mejor, porque los precios eran más económicos", explica Maria Glòria, que tiene 75 años y asegura que en el centro de la población todavía se conoce a todo el mundo. "Mira, mira esta calle de aquí. Todos nos conocemos y nos saludamos", destaca mientras dice adiós a una vecina. En la plaza Nova, bajo la mirada del Monumento a Pau Casals, uno de los más ilustres hijos del municipio, ve cómo pasa el día Rafael Medina, de 75 años y nacido en Extremadura. "Cuando vine a vivir aquí, hace 62 años, éramos 7.000 personas. Nos conocíamos todos. Ahora somos 40.000", dice remarcando la cifra.
En realidad, no hace falta ir tan atrás para encontrar el boom de habitantes que ha transformado el Vendrell. En 1998 vivían 20.002 personas y este 2024 ya eran 40.526. "De 2000 a 2008 crecíamos del orden del 10% y ahora crecemos un 4%, que tampoco es poco", explica el alcalde. Buena parte de estos nuevos vecinos son gente que ha tenido que irse de Barcelona por culpa del incremento de los precios de los pisos. "Cada vez que sentimos que aumentan los alquileres en Barcelona, nosotros ya vamos abriendo la puerta", ilustra. También hay barceloneses que se han vendido su piso en la gran ciudad y se han comprado un pequeño chalet con piscina en alguno de los barrios marítimos de El Vendrell.
Uno de los que ha dejado la capital para venir hasta aquí es Jaume Lázaro, de 53 años. Abandonó el barrio de la Barceloneta en el 2008, después de separarse de la pareja, y al tener familia en El Vendrell, se compró una casa en una urbanización. "Estoy soberbio, el pueblo me encanta y está muy tranquilo", dice. Profesionalmente no pasa por un buen momento pero está contento del cambio que hizo. Eso sí, el barrio en el que nació no le olvida: "Los que somos de la Barceloneta siempre diremos que somos de la Barceloneta, pero es que allí un piso de 33 metros cuadrados cuesta 200.000 euros", se exclama.
Como en cualquier otra ciudad catalana, también hay algunos que vienen de más lejos, como Dareeck (44 años), nacido en Nador, aunque ya lleva años viviendo en Sant Jaume de Domenys. Recientemente se ha divorciado y busca piso en El Vendrell. "Los precios se dispararon, se doblaron en poco tiempo", lamenta. Tiene un buen trabajo, pero otros muchos migrantes aún no lo han encontrado. En la oficina de Cáritas, la gran mayoría de las personas que se atienden son migrantes. "Tienen trabajos precarios y no pueden asumir los precios de los alquileres actuales", explica Aroa García, integradora social de este espacio. "Desde hace un año, cada semana nos encontramos con alguien recién llegado". El camino que deben transcurrir hasta que consiguen la documentación para poder trabajar es muy complicado. "Si no tienen papeles, no tienen derecho a ninguna ayuda económica, a lo sumo a la comida que da Cruz Roja", recuerda.
Riesgo de gentrificación
Pero en El Vendrell no sólo llegan migrantes o personas que no pueden permitirse el lujo de vivir en Barcelona. "Desde la pandemia, por primera vez nos encontramos con que hay gente que valora el nivel de El Vendrell y, intencionadamente, deciden venir a vivir", explica el alcalde. Bienvenido sea este nuevo perfil de vendrellenses, si bien también están generando un problema. "Ya está bien que incorporemos familias con cierto nivel económico, pero si solo se nos colocan a un lado del municipio corremos el riesgo de sufrir segregación social y eso es peligroso. Tenemos que ver cómo lo gestionamos porque este fenómeno se está produciendo con cierta velocidad", explica Martínez.
Estos nuevos vecinos se concentran sobre todo en Sant Salvador y una parte de Coma-ruga, la zona marítima, donde ya se están encendiendo las alarmas ante una posible gentrificación. De hecho, según el alcalde, en esta parte de la ciudad en el 2019 se fusionaron dos escuelas porque no tenían suficientes alumnos y ahora las han tenido que ampliar. "El problema es el tempo. Estamos hablando de un crecimiento que empieza en el 2021. ¡Son sólo tres años!", exclama, al tiempo que destaca la imposibilidad de adelantarse como alcalde a retos de esta magnitud: "¿Cómo prevés que vendrá una pandemia y que comportará un cambio de valores que va a preguntar nuestro lugar?
Martínez teme que algunas familias que viven en el centro también se desplacen hacia esta zona que se está revalorizando y el corazón de El Vendrell se acabe vaciando. Este proceso es especialmente curioso porque, antiguamente, los barrios que ahora están disparando su valor eran los menos atractivos: "Todos estos terrenos los heredaban las mujeres, porque constantemente entraba el agua del mar y no tenían mucho valor. Los herederos, en cambio, se quedaban las tierras del interior, mucho mejor valoradas", recuerda Montse Salvó, recuerda Montse Salvó.
Difuminar la identidad
Si la zona marítima es la que está de moda, el centro no parece pasar por su mejor momento. "Estamos yendo hacia abajo", lamenta Meritxell Nin, que tiene una mercería en pleno centro. Según denuncia, "El Vendrell se está convirtiendo en una ciudad dormitorio y ni la gente que vive aquí viene a comprar a los comercios", que se ven abocados a ir cerrando poco a poco. "¡El sábado por la tarde cierra todo el mundo y antes era el mejor día! El centro cada vez es más triste", lamenta Dolors, una vecina de 65 años.
Olano, el profesor de la URV, advierte que "el problema es que la gente acaba haciendo vida en Barcelona". Según denuncia, "el comercio que había antes ya no está, no hay grandes marcas. Cuesta ir de compras a las tiendas del pueblo. De hecho, puedes hacer vida sin pisar la plaza Vella", dice. El crecimiento tan pronunciado de nuevos vecinos, independientemente de cuál sea su perfil, está aislando al centro y difuminando su identidad.
Este riesgo está muy presente, según reconoce el propio alcalde. "Como ayuntamiento, nuestro gran reto es la identidad", dice. Martínez teme que algún día le pregunten a un vendrellense de dónde está y él responda "de Barcelona", como ya ocurre con algunas ciudades metropolitanas. Para remediarlo, el mandato pasado llenaron todas las rotondas de entrada al municipio con grandes letras que indican el nombre de la población. "No lo hacemos por la gente de fuera. ¡No! Lo hacemos porque queremos que la gente de El Vendrell sepa que vive en El Vendrell!". El año pasado se inauguró el Museo del Tabaris en Coma-ruga también con la voluntad de contar la historia del municipio a sus habitantes. A menudo, según el alcalde, no se tiene suficientemente presente la potencia cultural de El Vendrell, con nombres como Pau Casals, Àngel Guimerà o Andreu Nin.
Como Martínez y tantos otros vecinos, otra de las personas que lucha contra el riesgo de la pérdida de identidad es Gemma Sivill, de la quinta generación de carniceros Milà. "Si quieres encontrar la parte mala, la encontrarás, pero tienes que ponerle ganas. Yo estoy encantada de la cultura, del comercio...". Y ella es de las que le pone ganas: con 22 años es la presidenta del Mercado de El Vendrell y también hace de bastonera, además de intentar convencer a los amigos de que hacen vida en Barcelona que se queden en El Vendrell. "Aquí se puede hacer de todo", dice orgullosa.