Aislados: vivir en las islas más remotas del planeta
En una época en que parece que puedes atravesar el mundo de punta a punta en pocas horas, algunas comunidades todavía viven medio aisladas del resto del planeta. Ya sea porque forman parte de bases científicas o militares en islas remotas o para defender su forma de vida tradicional, muchas personas habitan islas situadas a cientos de kilómetros de cualquier otro lugar habitado de forma permanente. Algunas, con la construcción de aeropuertos, han visto cómo les cambiaba la vida. Pero otras siguen solo conectadas con el resto del mundo por barcos que llegan de vez en cuando. Estas son algunas de las islas habitadas más aisladas del planeta
Las islas de la Desolación (Francia)
Bueno, oficialmente se llaman islas Kerguelen, pero el otro nombre es más poético, ¿verdad? Se trata de un archipiélago a medio camino entre Madagascar y Antártida, en una zona por donde no pasa ninguna ruta comercial porque no lleva a ninguna parte. Seguramente por eso este archipiélago no fue descubierto hasta 1772, cuando una expedición comandada por Yves Joseph de Kerguelen de Trémarec fue a parar ahí. Durante décadas, por aquí solo se dejaban caer balleneros como el británico John Nunn, que acabó pasando tres años ahí después de naufragar. Actualmente viven en la isla unas 150 personas. Se trata de personal científico y militar francés que se renueva de vez en cuando. Una vez cada tres meses llega el barco Marion Dufresne, a veces con turistas que pagan una milionada para pasar unos días en estos parajes preciosos.
Isla Ámsterdam (Francia)
La isla Ámsterdam ya fue vista por Magalhães y Sebastián Elcano en su viaje para convertirse en los primeros en dar la vuelta en el mundo, pero quien la bautizó por primera vez fue el neerlandés Anthonie van Diemen en 1633. Pero como es una isla en medio de la nada, la gente la olvidó. No fue redescubierta hasta 1842, y en 1843 Francia tomó posesión del terreno. Hubo intentos de explotar las islas para la agricultura y la ganadería, pero no fueron exitosos. Y ahora hay una pequeña base científica, la base Martin-de-Viviès, donde viven 28 científicos estudiando las corrientes y la naturaleza.
Las islas Cocos (Australia)
Convertido en un destino turístico desde que tiene aeropuerto, este archipiélago australiano destaca por sus playas y, claro, por sus cocos. Sí, durante décadas su gran industria eran los cocos. Descubiertas por los británicos en el siglo XVI, estas islas no empezaron a ser habitadas hasta hace unos 200 años, cuando las autoridades británicas levantaron una pequeña ciudad donde llevaron a personal colonial proveniente de India, Sri Lanka y Malasia, motivo por el que buena parte de la población actual es musulmana. A pesar de su posición, las islas Cocos han sido utilizadas por inmigrantes asiáticos que huyen de la pobreza y la violencia para intentar entrar en territorio australiano.
Takuu (Papúa Nueva Guinea)
A 250 kilómetros de la isla más próxima, este atolón de coral en el norte del Pacífico pertenece a Papúa Nueva Guinea. Takuu, durante décadas, tenía prohibida la entrada a misioneros europeos y turistas, motivo por el que es una isla de 600 habitantes que han mantenido vivas sus tradiciones y costumbres. Como no llegan turistas, la mayor parte de la población vive de la pesca, y ven con preocupación cómo sube el nivel del mar.
Nauru
Nauru, el estado más aislado del planeta, está a 300 km de Banaba, una isla de Kiribati. Nauru, una isla en medio del Pacífico, era un paraje tan remoto que fue de las últimas islas de la zona en ser descubiertas. Los alemanes la ocuparon en el siglo XIX y descubrieron que era rica en sulfatos, y de este modo empezó la industria local. Nauru, que era una isla con palmeras y playas bonitas, ha acabado siendo víctima de un desastre ambiental por culpa de la extracción masiva de sulfatos, que ha modificado los paisajes locales. Actualmente viven ahí 11.000 personas, la mayor parte descendentes de las poblaciones autóctonas.
Niue (Nueva Zelanda)
La Roca del Pacífico. Una isla con su propia bandera, su propio gobierno y sus propias leyes. De hecho, según su estatuto político, es un estado soberano de 1.600 habitantes que ha escogido estar asociado con Nueva Zelanda, que respeta su autogobierno. La mayor parte de la población es autóctona, descendentes de los guerreros que en 1774 casi acaban con la vida del capitán James Cook, que fue el primer europeo en llegar ahí. De hecho, Cook la bautizó inicialmente como “la isla salvaje”. Bien aislada de buena parte del mundo a pesar de que ahora tiene un pequeño aeropuerto, tiene unos bosques salvajes que hacen las delicias de los amantes de los pájaros, y donde durante siglos, según la cultura local, no se podía entrar.
Pitcairn (Reino Unido)
Habitada por 50 personas, es la isla más aislada del planeta, con una única ruta utilizada cuatro veces al año que lo une después de 5.215 kilómetros con Nueva Zelanda. Pitcairn fue el refugio ideal para los marineros amotinados en 1789 en el HMS Bounty, el barco británico que acabó inspirando más de una película. Los marineros no querían volver a casa porque se habían casado con mujeres de Tahití y acabaron en Pitcairn después de amotinarse. En esta isla no encontraron un paraíso y se pelearon entre ellos, porque había más hombres que mujeres. Al cabo de nueve años solo quedaban dos amotinados, once mujeres tahitianas y sus hijos. Algunos de los primeros habitantes habían muerto en peleas, otros de enfermedades. En 1808 el capitán norteamericano Mayhew Folger, del barco Topaz, fue a parar a la isla y encontró una pequeña comunidad muy organizada, ahora con más mujeres que hombres. En 1838 los descendentes de los amotinados se convirtieron en colonia británica. Y ahí siguen.
Isla de Pascua (Chile)
La isla remota más conocida. Ahora se puede llegar desde Santiago de Chile volando, pero antes estaba muy aislada. Conocida en la lengua local como Rapa Nui, tiene un pequeño Parlamento con una limitada autonomía respeto al gobierno chileno. Situada a 2.088 km de la isla Pitcairn y a 3.767 km de la costa chilena, está habitada por unas 600 personas. La mayor parte viven del turismo, una industria que ha cambiado el destino de esta isla, donde los catalanes no siempre somos bien recibidos, puesto que en 1862 Joan Maristany y Galceran, un mercader de esclavos del Masnou, atrajo la población con el cebo del comercio y capturó a más de 1.400 personas. La isla casi no se recupera del golpe.
Georgia del Sur (Reino Unido)
La isla de Georgia del Sur forma parte de los territorios de ultramar británicos de Georgia del Sur y Sandwich del Sur. Situadas a 1.450 km de las islas Malvinas y a 4.700 km de Suráfrica, estas islas están llenas de leones marinos, ballenas, focas, pingüinos... Y también hay 30 personas, científicos que controlan la zona. A pesar de ser un lugar tan aislado, un incidente en Georgia del Sur entre soldados argentinos y un grupo de exploradores británicos fue el primer episodio de la Guerra de las Malvinas en 1982, puesto que los argentinos también reivindican la propiedad del territorio. Actualmente solo llegan algunos barcos al año, para traer científicos o turistas.
Tristan da Cunha (Reino Unido)
Bautizado con el nombre del marinero portugués que puso los pies en su tierra por primera vez, este archipiélago es seguramente el más complicado de alcanzar. Situado a medio camino entre América del Sur y África, está a 2.173 kilómetros de la tierra habitada más próxima, la isla de Santa Helena, donde murió Napoleón. Tristan da Cunha tiene unos 290 habitantes, que viven buena parte del año aislados. En 1810 Jonathan Lambert, proveniente de los Estados Unidos, llegó a las islas y se declaró su propietario, pero al cabo de poco tiempo los británicos ya habían instalado una guarnición militar. Los habitantes son descendentes de balleneros o militares, familias que han rechazado abandonar la isla cuando se les ha ofrecido la oportunidad y que viven organizados de manera comunitaria.
Spitsbergen (Noruega)
No debe de ser fácil convivir con tantos osos polares, especialmente cuando se acostumbran a la presencia de los humanos y llegan a las casas de los 2.600 habitantes de Spitsbergen, la isla más grande del archipiélago de Svalbard, en el círculo polar ártico. Estas islas no fueron descubiertas hasta el siglo XVII, cuando llegaron ahí los holandeses. Los primeros núcleos habitados no se establecieron hasta finales del siglo XIX, cuando se empezó a vivir una guerra fría entre Noruega y Rusia para explotar sus recursos de minería. Actualmente este archipiélago se ha convertido en un destino importante para los científicos que estudian el cambio climático.