Alba, con todo el cariño
Hay compañeros de trabajo que nada más entrar por la puerta transmiten la confianza de que pase lo que pase ellos no fallarán para asumir lo que venga. Son gente aseada, con las prioridades claras, una actitud positiva y un sentido de la responsabilidad que se manifiesta en cada encargo, sin querer dar lecciones a nadie. Y así, a base de discreción y de trabajo bien hecho, se gana la estima general.
Durante doce años he tenido la suerte de coincidir cada mañana con una persona de estas cualidades, Alba Om, que ahora cambia de trabajo, y en cierto modo cambia de vida, porque deja las jornadas interminables de noticias 24/7 para pasar a la comunicación corporativa. (Bueno, y también le cambiará la vida porque ya no tendrá que soportar el maltrato casi diario de Cercanías, que utilizaba para entrar en Barcelona y que nos ha proporcionado unas crónicas vividas sobre retrasos y latas de sardinas que eran de risa para no llorar.)
Estos días que tanto se habla de los currículos es un buen momento para recordar que en muchas posiciones laborales más importante que la aptitud es la actitud. Que existen ciertas normas básicas para ir por la vida que, más allá del carácter personal, tienen que ver con cómo te han educado en casa y no con el título que tengas, y que retener así un talento es fundamental para cualquier empresa.
Cuando empezamos a coincidir en Ara Vídeos, Alba tenía 25 años y toda la vida por delante. Hoy también la tiene, pero ya tiene dos hijas detrás, con una de las que nos saludábamos con entusiasmo por la pantalla durante los extraños días de confinamiento del 2020, en los que las reuniones de equipo debían estar a distancia. Alba, gracias por haberlo hecho todo tan bien y tan fácil todos estos años. Te echaremos de menos.