Alligator Alcatraz
Ya no es noticia que Donald Trump se complazca en la burla a las personas y esté produciendo una presidencia que ofende a los sentimientos humanos. Ya sabemos que Trump disfruta atemorizando y escandalizando. Pero como las acciones de un presidente de Estados Unidos tienen eco, imitadores y, probablemente, herederos, no podemos considerar como una anécdota más de su presidencia la construcción de Alligator Alcatraz y los comentarios obscenos con los que la ha presentado.
La conducta patológica del personaje está contribuyendo a normalizar una tendencia del poder: la de eliminar a las personas que molestan, físicamente si es necesario. Y hacerlo a la luz del día y presumiendo frente a las cámaras. Esto ha ido viniendo: las guerras preventivas, los asesinatos selectivos, las zonas de exclusión, los bombardeos quirúrgicos con misiles "inteligentes", los no lugares como Guantánamo, las hojas de afeitar en las rejas... se han presentado como excepciones temporales que han ido a esto de soluciones, hay líderes que les ofrecen culpables. Venid, que veremos cómo se les comen los cocodrilos y nos daremos una risa. ¿Qué suerte que no te ha tocado a ti, verdad?
No hace ninguna gracia, claro. Si pueden hacerlo a alguien, cualquier día nos lo pueden hacer a nosotros. Un antecesor de Trump, George Bush, llegó a utilizar aquello del "conservadurismo compasivo", la idea de que una vez hecho el negocio, no hay que olvidar a la gente que no puede seguir. Ahora, ni eso. Compasión cero. Hasta hace poco hablábamos de la deshumanización del adversario. Ahora es ya la deshumanización del otro.