Barcelona, atrás

Dos años después de las elecciones municipales, en el ecuador del mandato, se pueden establecer, con certeza, las características del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, ​​del PSC en minoría. Y la más visible es la de la falta de propuestas.AHORA, 23 de diciembre de 2024).De los proyectos que no se pueden echar atrás, se sigue la inercia y se inaugura lo que se inició en los dos mandatos de los Comunes; pero lo que se comunica reiteradamente es la ruptura de la continuidad con un gobierno en el que participaron.

El desinterés en materia de vivienda quedó patente al eliminar la concejalía de Vivienda y Rehabilitación y establecer sólo un comisionado. Entre 2015 y 2023, en la prevención y atención de la emergencia habitacional, rehabilitación de barrios, compra de viviendas y convocatoria de concursos para viviendas nuevas se dio un salto cualitativo en inversión y redistribución. Y una de las realizaciones que mayor admiración ha obtenido en todas partes, las cooperativas de vivienda en cesión de uso, en su última fase del convenio ESAL, con cooperativas y entidades sociales sin ánimo de lucro, ha dejado de recibir impulso.

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Lo más emblemático es la tozuda intención de neutralizar la norma del 30% de vivienda asequible en las obras nuevas y rehabilitaciones integrales, un cambio que cuenta con complicidades poco éticas y motivo de polarización. Una medida que, con variantes, funciona en París, Nueva York y Vancouver. En realidad se han logrado 150 viviendas con la norma, aunque no todas construidas, y no 26 como se ha dicho. Mientras, la dificultad del acceso a la vivienda, tanto el alquiler asequible y garantizado como la compra, debido a los rentistas, la especulación, la gentrificación y el alquiler de temporada, sigue aumentando, con el goteo de la expulsión del vecindario.

Esta ausencia de proyectos se manifiesta en el área de Urbanismo y Vivienda, donde el mantra de los dos últimos años es: menos ejes verdes, menos árboles, menos participación, suficiente incremento de la protección del patrimonio y mayor densidad. Además de la tarta del Pla Endreça y la guinda del paseo de Gràcia pista de Fórmula 1.

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Por lo que respecta a los árboles en el espacio público, se está imponiendo la tendencia funcionarial y simplificadora de menos verde y más pavimento; es menos complicado y requiere menos mantenimiento. Se hace énfasis en el condicionante de unos subsuelos complejos que ya se vio en los ejes verdes de Consell de Cent, Girona, Rocafort y Comte Borrell; en línea con la nueva versión de las supermanzanas que el alcalde Jaume Collboni ha detenido, alegando que hará más interiores de manzana, de los que no se ha visto ninguna nueva. Y se comprobará pronto en las obras alrededor de la estación de Sants, donde se han reducido drásticamente los árboles que debían configurar el anillo verde en torno a la restaurada plaza de los Països Catalans.

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Esta política de pocos vuelos demuestra prepotencia al negarse a compartir decisiones con las asociaciones vecinales, estigmatizadas como enemigas. No gusta nada la participación de la ciudadanía, que puede traer problemas y complicaciones. Por tanto, se desprecia la FAVB, las plataformas vecinales y los movimientos ciudadanos. Y es que este Ayuntamiento, que se piensa autosuficiente y sesudo, no acepta ningún diálogo, sugerencia ni reivindicación.

En definitiva, se ha vuelto al Ayuntamiento gerencial y clientista de los últimos gobiernos del PSC, sin voluntad de innovación para atender a las personas y fomentar la biodiversidad y la salud. El horizonte mercantilista es el de no enfrentarse a los intereses de los inversores y del escaparate turístico, como si no hubiera nuevos problemas como la crisis de la vivienda, el cambio climático o la gestión de los recursos.

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Al gobierno de Ada Colau compañías como Agbar, varios lobis y otros agentes de poder le pusieron más de veinte pleitos, todos archivados, además de cientos de contenciosos administrativos por su gestión, subvenciones a la sociedad civil, normas de participación, disciplina de la vivienda y obras innovadoras. En cambio, el gobierno de Jaume Collboni no recibe ninguna crítica, ya que no ha incomodado a ninguno de los agentes que tienen sus expectativas de negocio sobre la ciudad. Y si no innovas no te arriesgas a equivocarte ni a molestar a ningún poderoso. Una política demasiado discreta, de todo ordenado, como es debido y en su sitio, con la que se perderán muchas oportunidades y que, en vez de ir adelante, nos está echando atrás.