Bizum y Hacienda: entre el fraude y la privacidad
Una de cada cinco personas en España prefiere pagar en efectivo en lugar de utilizar un medio electrónico. Es poco. De hecho, es el porcentaje más bajo de Europa. Así lo afirma un estudio de la consultora PwC recién salido del horno. Y todo indica que esta tendencia sólo puede crecer, con la explosión del uso de Bizum y de su futuro despliegue a escala europea.
Ahora que pienso en ello, yo misma sólo conozco a un par de personas que prefieran el efectivo. Una de esas personas es responsable de banca digital en un gran banco. «Lo saben todo», me dice, y se entiende que no es necesario que tus propios compañeros de trabajo tengan acceso a lo que haces o dejas de hacer. La otra tiene una pequeña empresa unipersonal; no me da detalles, pero sé que sufre para sacarla adelante. Mismo comportamiento, dos motivos distintos: la privacidad y el fraude fiscal -que no deja de ser otra forma de privacidad, pero con motivaciones económicas.
Hoy en día, preservar la privacidad, incluso cuando hay poco que esconder, tiene un coste elevado. Pagar con el móvil —este inseparable apéndice de nuestro cuerpo— es tan extremadamente fácil que no admite comparación con ir cargado de monedas, contarlas, o arriesgarse a que el comercio no tenga cambio. Cuando se confrontan valores como la privacidad con otros como la conveniencia y la comodidad, casi siempre ganan estos últimos. Y si no se lo cree, pregúntalo en el pequeño comercio, en el de la calle. Por eso, de éste uno de cada cinco que paga en efectivo, diría que son pocos los que lo hacen para preservar la privacidad. El grosor restante apunta hacia el fraude fiscal.
Pero el cambio que Hacienda impone sobre empresas y profesionales para principios de año es sobre las transacciones electrónicas. Se trata de un control más estrecho sobre cobros y pagos por Bizum, una herramienta que nació pensada para intercambios entre particulares, pero que se ha extendido de forma generalizada a cobros profesionales. Y pasará de un control anual a uno mensual, bajo la premisa de que a mayor frecuencia de información, mayor capacidad de vigilancia y respuesta.
Para quienes no son empresas ni profesionales, se añade también un nuevo control si se superan los 25.000 euros en movimientos en una tarjeta de crédito o débito. Es un umbral alto pero no exageradamente alto. Los bízums entre particulares quedan fuera. Esto no significa que, en su caso, Hacienda no pueda pedir información al banco. Hay que tener presente que las transacciones con medios electrónicos quedan siempre registradas, y que Hacienda no tenga un formulario específico para declararlas o alarmas a partir de ciertos umbrales no es ninguna garantía ante una posible inspección fiscal.
El volumen del fraude fiscal no puede conocerse con exactitud. Sin embargo, sabemos que en el 2024 Hacienda recuperó casi 19.000 millones, pero algunos expertos apuntan que esto sería sólo la punta del iceberg. Si así fuera, la cantidad que se recaudaría permitiría mejorar los servicios públicos e, incluso, rebajar la presión fiscal de quienes sí cumplen.