Carta a Richard Branson: 'El multimillonario'
Mira que hemos hablado de ti estos días, a raíz del viaje que has hecho al espacio, y no ha habido ninguna vez que, ante tu nombre, no hayamos añadido con toda la intención del mundo el epíteto “el multimillonario”. Es interesante analizar a quién llamamos multimillonario y a quién no.
Calificar a alguien de multimillonario no sirve para explicar la fortuna que tiene aquella persona, sino para censurarle públicamente por haber decidido gastársela en lo que nosotros consideramos frivolidades, ya sea haberse comprado una isla, haber tenido múltiples hijos por gestación subrogada, haber hecho donaciones filantrópicas que escapan a nuestra razón o, como es tu caso, haberte afanado en salir en cohete hacia el espacio para poder decir que has sido el primero de una carrera que ahora continuarán Jeff Bezos y Elon Musk.
En este caso, es como si tuviéramos prohibido referirnos a vosotros como empresarios (y todavía menos como emprendedores, no fuera caso que se destilara alguna connotación positiva), porque tiene que parecer que el dinero os ha llovido del cielo de una forma tan abundante que no sabéis ni cómo quitároslo de encima, que ya no tenéis forma humana de gastároslo en la Tierra y, por eso, os tenéis que poner en órbita para ir dejando una estela de dólares que empiece por la troposfera, continúe por la estratosfera y vaya todavía algo más allá.
Por más dinero que tenga, no presentaremos nunca como multimillonario alguien a quien admiramos. Leo Messi, por ejemplo. Y no es solo porque las magnitudes de dinero que mueve él no se puedan comparar con las tuyas, porque tampoco he visto que nos refiriéramos con esta etiqueta a Juan Roig, el propietario de Mercadona, con una fortuna que supera los cuatro mil millones de dólares, las mismas cifras que te calculan a ti. Ni siquiera a Amancio Ortega, propietario del grupo Inditex, le llamamos multimillonario, si bien él ocupa la undécima posición de la lista Forbes de personas más ricas del mundo, y tú, el lugar 589. Y es que, por definición, los multimillonarios son extranjeros. Igual que los magnates. Los turbios siempre son los demás. Y son hombres. A las mujeres se les reserva el papel de viudas o de herederas de ellos.
Cuando te pasen la compilación de prensa de lo que hemos dicho de ti por aquí abajo, verás con qué obediencia estricta hemos seguido todos la norma no escrita de acompañar tu nombre con el epíteto de multimillonario. El lenguaje no es ni ha sido nunca inocente, pero cada vez se vuelve más unánime.
P.D. Ganaste tu primer dinero con la Virgin Records, editando los discos de los Rolling Stones, y después vendiéndolos también en las tiendas Virgin. Una admiración por Mick Jagger que te ha acompañado toda la vida, hasta el punto que ahora me parece que os asemejáis. Fíjate en los ojos y la boca que te ha dibujado Àlex Gallego. Son los de Jagger.