Cobijo
Por la mañana, haciendo esa cosa tan preciosa que es "decorar la casa" para la celebración (es más celebración que fiesta), como una declaración de intenciones que viene a decir "Sois bienvenidos", leemos en el ARA las noticias del día. El departamento de Derechos Sociales ha firmado un convenio con las entidades para dar un techo a los desheredados de Badalona, que carecen de ellos y se resguardaron bajo un puente. Cada año, cuando el Institut d'Estudis Catalans elige el neologismo del año, jugamos a decir cuál es la palabra más "hermosa" en nuestra lengua. Cobijo es una de las que siempre ganan. Pues bien. Parece que la pondremos en práctica.
Podemos pensar lo que nos rote del "fenómeno" de la inmigración, que se debe regular, por supuesto, y podemos pensar lo que nos rote del "fenómeno" de la ocupación, por supuesto, pero si tenemos delante de los morros una pandilla de personas que no tienen donde pasar la noche, y si se las ha expulsado del lugar donde más se refugiaban de ultraderecha acaba pensando que ese daño hace demasiado ruido.
Nos conmueve la fábula del niño Jesús a la establecía, porque es cómodo y nada arriesgado conmoverse por cosas que ya son historia. Los expulsados de hoy, al estar, comen, cagan, ensucian y se nos parecen. Por tanto, es mejor que no los consideremos. Siempre me sorprende, toda esa gente que se emociona con la Guerra Civil Española pero, en cambio, le importa un bledo cualquier guerra en activo que pueda haber, ahora mismo, ahí al lado.
Cualquier ultaderechista auténtico sabe que a los trinchereros no se les expulsa en invierno, a las puertas de Navidad, que todos tenemos el corazón más blandito. Las buenas acciones o las malas acciones no pueden ser exageradísimas, o la propaganda se te vuelve en contra. Feliz Navidad.