Crimen tras crimen en Gaza

Si el ejército de Israel ha llegado a matar a gazatinos que se agolpaban para recoger comida, sería cuestión de tiempo que también matara a los voluntarios que iban a alimentarlos. De la primera matanza dijo que los soldados se sintieron inseguros ante el caos de la multitud hambrienta, y del asesinato de los cooperantes internacionales se ha encargado el propio Netanyahu con el cinismo de siempre diciendo que “estas cosas pasan en una guerra”. Sí, el trágico error habitual cuando se dispara contra una camioneta perfectamente logotipada y de cuya presencia se había avisado al ejército.

La diferencia es que mientras la suerte de los más de 30.000 palestinos muertos y las decenas de miles de desplazados apenas ha servido para que el mundo occidental regañara a Israel con cara de estar muy enojado, la muerte de los voluntarios de World Central Kitchen ha hecho levantar teléfonos. El chef José Andrés, un asturiano de nacimiento pasado por Catalunya y finalmente instalado en Washington DC, es una celebridad en Estados Unidos, y es especialmente popular entre los demócratas de la capital, a los que apoya públicamente. Andrés fue invitado a la Casa Blanca a cocinar el menú de la comida que siguió a una reunión entre Obama y el rey Juan Carlos en el 2010.

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La entrada criminal de Hamás en territorio israelí el 7 de octubre no podía reportar nada bueno a Palestina. Era una provocación suicida. La respuesta de Israel está siendo de una crueldad y desproporción igualmente criminales que eliminan cualquier simpatía comprensiva. Como siempre, son la gente que vive ajena a las estrategias de sus líderes los condenados a la tragedia.