Cuento de Navidad en Badalona
Terrible la situación de los cientos de desalojados de Badalona. Terrible para ellos, desarraigados y sin techo en pleno invierno, abocados al submundo de la delincuencia y de las adiciones, con un futuro negro como el hollín. Pero no son los únicos que piden nuestra atención: su presencia es un quebradero de cabeza para los badaloneses que llegaron antes de ellos, que mayoritariamente viven un día a día precario, con servicios públicos deficitarios ya los que sólo faltaba toparse con recién llegados desconcertados y/o violentos, que son de otras razas, lo que revierte algunos intentamos subyugar y que la derecha y la ultraderecha tratan de aflorar en la superficie para convertirse en un ideario, una visión del mundo y de la gente.
García Albiol es un político atrevido. Antes de Vox y de Aliança Catalana, sacó a pasear sus políticas de "limpieza" sin ningún complejo, y las aderezó con una actitud populista y muy mediática, haciéndose presente ante las cámaras con la actitud de un sheriff justiciero. En las últimas elecciones municipales obtuvo una mayoría absolutísima, por tanto la cosa no va sólo de él (porque nunca ha mentido), sino de los miles de badaloneses que le votaron. No es en Albiol a quien debemos tratar de comprender, sino a quienes le votan. No todos son malas personas, ni insolidarios, ni racistas. Son gente que, por culpa del populismo, ha dado la espalda a la complejidad.
Muchos de esos que aplauden al alcalde Albiol tienden a repetir el mismo argumento: "Si defiendes a esos que han desalojado, métete un par en casa". Pero no. No creo que estos infortunados tengan que repartirse por las casas de la gente que los defiende. Pienso, en cambio, que nuestros impuestos deberían servir para mejorar los servicios sociales y la seguridad, para hacer una política de vivienda digna de ese nombre. Y, sí, también, para una política sensata de inmigración que evite situaciones de penuria y conflicto. Pero, sobre todo, para que nadie, sea de donde sea, pase el invierno al raso.
Y mira que es viejo ese debate. Yo me crié en la Badalona de los años setenta, y cuando volvía de escuela, si en una esquina oía palmas corría en dirección contraria porque los que nos atracaban con navajas eran "charnegos" o "quinquis", cuyos padres vivían en suburbios o en chabolas de lo alto de Badalona o de Santa Coloma. La Badalona de hace 50 años era una ciudad con gran conflictividad social, como la de ahora. Con autóctonos que se sentían arrinconados por los recién llegados (y por un régimen que reprimía la catalanidad). Había gente comprensiva y gente insolidaria, como ahora. La aventura de aquellos recién llegados del sur de España ha sido glosada, con épica social, por la película El 47. Los africanos desalojados del Instituto B9 puede que no generen ninguna leyenda.
Este tipo de comparaciones irritan al partido de Albiol. Alejandro Fernández, líder del PP catalán e hijo de inmigrantes asturianos, escribió esto en la red X: "Lo de intentar comparar a las honradas y humildes familias que legaron a Cataluña desde otros lugares de España con los empleos desalojados en Badalona, es la prueba de que la izquierda ha perdido definitivamente el..." Me exclamo por su sinceridad, pero también le agradezco. Fernández deja claro que lo importante de toda esta cuestión es si los sujetos son españoles o no. Comparar a un inmigrante africano con uno español, para él, debe ser un insulto. Y eso también vale para Albiol, cuyo padre vino desdebuscarse la vida", según leo en el diario La voz de Almería. Por suerte para él, a diferencia de los buscavidas actuales, él tenía el correcto DNI.