¿Quién nos cuidará: humanos o robots?
El desequilibrio demográfico transitorio provocado por la caída de la natalidad combinado con el alargamiento de la vida, un rasgo más permanente, conduce a un envejecimiento pronunciado de las poblaciones europeas. Un hecho que está convirtiendo la provisión de los cuidados a la gente mayor en un problema crítico.
El papel de las máquinas (robots) en los cuidados es objeto de un debate intenso. La tecnología es beneficiosa si complementa los cuidadores humanos: ahorra esfuerzo, monitoriza a la persona cuidada y facilita un control global de calidad. Pero los robots también pueden sustituir a los cuidadores, y entonces el beneficio no está tan claro. La persona cuidada pierde contacto humano y el humano pierde su trabajo.
La evolución del mix humano-robot dependerá de tres factores económicos: la intensidad del deseo de los receptores de los cuidados por recibirlos de humanos, el coste de proveer el servicio con diferentes combinaciones de humanos y robots, y el nivel general de prosperidad económica. Son factores que interactúan de formas variadas. Describo dos escenarios. La realidad será mixta y en el eje temporal puede predominar uno u otro en grados diferentes.
Escenario con prosperidad limitada. Es el del presente. La sustitución de humanos por máquinas se ve impulsada, desde el mercado y la regulación pública (salario mínimo, por ejemplo), por un fenómeno en principio muy positivo: el crecimiento económico conlleva el crecimiento de los salarios, incluso de los trabajadores con menor formación. En cambio, el coste del servicio de las máquinas tiende a descender, ya que los incrementos de productividad que permiten pueden ser espectaculares. El resultado es el esperado: sustitución de personas por máquinas, en un grado que depende del diferencial de coste y de las prioridades individuales –expresadas individual o colectivamente– pero que en cualquier caso es grande. La ratio de personal de cuidado sobre receptores baja. El proceso de sustitución refuerza la tendencia. Para gestionar un entorno robotizado los responsables de los cuidados tienen que ser trabajadores calificados y compensados en correspondencia. Por lo tanto: menos trabajadores haciendo cuidados pero mejor pagados.
Un inciso sobre los robots humanoides. Los robots son máquinas que tienen que ejecutar con eficiencia el trabajo encomendado. Si solo fuera esto, su aspecto no sería humano. Por ejemplo, utilizarían ruedas, aunque la evolución nos las haya negado a los humanos. La carrera tecnológica para crear robots que caminen, corran y canten como los humanos tiene una lógica estrictamente de exhibición y competición tecnológica. Se hace porque es difícil de hacer y así el primero que lo hace recibe reputación, posiblemente monetizable. Otra cosa es que a los humanos nos guste que los objetos con los que nos relacionemos tengan formas que nos son amables. El buen diseño de objetos –una industria con tradición en Catalunya– es importante. Por lo tanto, es posible que el aspecto de los robots sea más humano de lo que es técnicamente necesario. Dicho esto, expreso una inquietud: la sustitución de humanos por robots incluirá inevitablemente asistentes digitales (estilo Siri, Alexa, etc.). Tampoco es necesaria una humanización extrema de estos asistentes y, en este caso, puede ser peligrosa. Tienen que hablar como una persona, pero no deberían fingir lo que no son haciéndolo a la perfección.
Escenario con prosperidad abundante y sostenible. Si, como debería ser el caso, el factor de prosperidad económica implica un aumento importante y continuado de la renta real de las personas, estas dispondrán de más recursos que, si lo desean, podrán dedicar a sostener unos cuidados con generosa presencia directa de proveedores humanos bien retribuidos. Un filón de empleo que iría muy bien en un mundo donde la automatización está en la base de los incrementos de productividad que hacen posible la prosperidad, pero que también es causa de pérdida de puestos de trabajo. La cuestión es, pues: ¿a medida que nuestra renta aumente, los humanos dedicaremos –por vía de mercado o por vía política– proporcionalmente más recursos a unos cuidados con presencia importante de cuidadores humanos? Tengo la convicción, o quizás solo la esperanza, de que será así. La naturaleza humana es esencialmente social y creo que en un estado de prosperidad vamos a dedicar recursos a asegurar el componente social de los cuidados.
Ahora bien: la prosperidad no cae del cielo. O impulsamos sin reservas una política de crecimiento (verde) o la gente mayor tendrá que depender de los robots más allá del punto donde estos mejoran el trabajo humano. Deberán hacerlo para sustituir trabajo, una pérdida en términos de contacto humano. Cuidados pero solos.