La culpa de todo es de las gallinas
Todos nuestros problemas son culpa de las gallinas. Estos días de apocalipsis zombi a la brasa una escuela rural de un pueblo de Lleida comunicó a sus padres que las tres gallinas que tenían ya no pueden estar con ellos. No han cambiado de centro. Tampoco se han escapado en Benidorm, ni en el parque temático Gallinaland y no han huido bailando swing al ast. Lo siento. Ésta es una historia triste, tristota, tristísima. Snif, snif. Continuamos.
Ring-ring. El colegio recibió una "llamada" de una oficina del departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat. Hola, una pregunta… ¿La explotación de autoconsumo que teníamos registrada en la escuela desde septiembre de 2018 seguía en activo? ¿Podemos reír ya? Tres miserables gallinas pedagógicas y aquí la dictadura del estado nacional-burocrático legal irreal ¿nos dice que los niños se están lucrando con un macrorestaurante (Don Pollo Kids?) por alifarras masivas capitalistas? Continuamos, que el pollo es mayor. Por favor, póngame jugo a la bestia y extra de patatas y una botella de salfumante.
Debemos explicarlo modo for dummies. Es decir, para seres que quizás tienen títulos, carreras, doctorados y son absolutamente iletrados en la asignatura de la Cataluña y el planeta real. La escuela (como otras) tenía tres gallinas para que los niños no sólo conocieran la existencia de animales no virtuales, sino que cosas como las truchas salen del interior de estas bestias. Los niños plegaban los huevos, hacían recetas con ellos… Aprendían hábitos, conocimientos, responsabilidad: la pedagogía de la realidad. Todo el mundo era feliz, también las gallinas, que eran muy queridas, y ya se sabe que el amor es importante, cuando nuestra granja Orwell de la moral-anormal-letal informa que a un kilómetro hay una granja de aves de corral y que el campesino la quería ampliar, pero no puede porque le dicen que hay… ¡la de la escuela! Coc-coc. Espere, que hay más cloqueo surrealista.
La delegación de Agricultura no pide a la escuela que se deshaga de las tres gallinas. ¡No! Sencillamente dice que el campesino no podrá ampliar su negocio si ellos siguen con el suyo. Hamlet se pega un disparo y luego vendemos los muslos a la arrastrería. La escuela (¡gracias!) con sentido común, cada vez menos sentido y menos común, se ve obligada a dar de baja su explotación de, recordemos, tres puñeteras gallinas escolares. Bienvenidos a la Cataluña irreal.
El pollo es éste: no quieren niños, no quieren campesinos, no quieren gallinas, no quieren pueblos, no quieren educar, no quieren realidad, no quieren nada. Da asco vivir en este país. Manía. Pena. Vivimos en la dictadura, legal, del analfabetismo existencial. Vivimos legislados por analfabetos. No quieren. No quieren que existamos. Y esto es grave. Gravísimo. Antidemocrático, antihumano, antitodo. Son los mismos que no quieren saber que uno nugget es un cadáver de pollo y que si les dices llaman al psicólogo de las emociones emocionales emocionantes 24 h para evitar que su hijo sufra traumas perpetuos soñando con gallinas de verdad. Todo emoción, cero razón. Prefiera matar a personas a gallinas mientras se come gallinas que no quiere saber que son gallinas y decís que no son gallinas y que no se las joda. Lo que viene será gordo. Muy grande. E incluso la gallina se vengará y descubrirá, por primera vez, la sangre de la vida y que también se podrá alimentar de cables coaxiales y vivir en gallineros de personas. Coc-coc.