Déficit fiscal: ¿exageración o campaña de descrédito?
Últimamente se están empleando algunos esfuerzos en relativizar y desacreditar las estimaciones que hace el Gobierno sobre el déficit fiscal. El último, por parte del sr. Josep Burgaya en este mismo diario, tildando de exagerada la última estimación de la conselleria de Economía.
Argumenta que los cálculos son complejos, imperfectos y, por tanto, sólo relativamente ciertos. Esto no debería cuestionar su necesidad y, en todo caso, les haría mucho menos complejos que el Estado no negara la publicación de algunos de los datos necesarios para elaborar las balanzas fiscales. Pero convendría recordar algunos aspectos que el articulista omite. El primero, que las estimaciones de las balanzas fiscales que publica la Generalitat se basan en una metodología establecida por una comisión de expertos de todas las tendencias, constituida por el exconseller Antoni Castells en 2008, citado por el autor como un de los más "sólidos referentes" junto al Instituto de Economía de Barcelona (IEB), al que también pertenecen algunos de los componentes de dicha comisión. La segunda cuestión es que la publicación se hace en cumplimiento de un mandato legal del Parlamento de Cataluña y después de ser sometida sin reparos al Consejo Asesor en Política Económica de Cataluña (CAPEC), dentro del cual figuran algunos de los economistas miembros de aquella comisión y, casualmente, también del IEB. Así pues, las estimaciones de las balanzas fiscales de la Generalitat están avaladas por los mismos expertos que el sr. Burgaya cita como referentes.
El autor del artículo también omite que el Estado publicó una única vez por vía del Instituto de Estudios Fiscales (IEF) –dependiendo del ministerio de Hacienda español– unas balanzas fiscales de todas las comunidades autónomas referidas al año 2005. Lo hizo por los dos grandes métodos existentes, el del flujo monetario y el de la carga de beneficio, cada uno con diferentes posibilidades que no diferían demasiado sustancialmente en los resultados. Lo relevante es que los resultados para Cataluña no diferían sustancialmente entre las estimaciones de la Generalitat y las del IEF. Por el flujo monetario estamos hablando de un 8,4% del PIB (Generalitat) frente a un 8,7% (IEF). Por el método de la carga de beneficio, de un 6,0% (Generalitat) frente a estimaciones del 6,5% (IEF). Así, los cálculos pueden ser complejos e imperfectos, pero no son tan dispares ni relativos. Lo que es de lamentar es que España haya decidido que ese esfuerzo de transparencia no sólo no tenga continuidad, sino que niegue los datos necesarios.
El artículo reproduce uno de los habituales mantras de quienes no quieren oír hablar de déficit fiscal: que los impuestos y los servicios los pagan y reciben las personas, y no los territorios. Los impuestos quizás, pero los servicios se reciben mediante unas comunidades autónomas con grandísimas disparidades de financiación entre unas y otras, y sin tener en cuenta las diferencias de precios relativas entre territorios. Sólo hace falta tener presentes las diferencias entre los recursos públicos per cápita de las comunidades forales o de algunas también del régimen común con, por ejemplo, las del arco mediterráneo. En el caso de forales, un 80% superiores. Y si habláramos de inversiones públicas del Estado, ¿qué podríamos decir que no esté ya dicho? Sólo hay que recordar que en el período 2015-2021, la inversión pública estatal por habitante en Cataluña fue de 105 € por habitante, frente a una media estatal de 225 €. Y, por cierto, todavía seguimos pendientes de la publicación de los datos de 2022. El déficit fiscal y las causas que lo originan deben poder negociarse, y no sólo en términos de solidaridad sino también de eficiencia.
L articulista reclama unas balanzas fiscales claras. Estamos seguros de que coincidirá con nosotros en que el primer paso para tenerlos es la máxima transparencia en cuanto a los datos, y eso, desde hace ya varios años, brilla por su ausencia por la parte que afecta a quien los tiene. Agradeceríamos la misma firmeza en su exigencia.
Otros miembros del Colectivo de Economistas para el Bienestar: Albert Carreras, Juan B. Casas, Fernando Comet, Daniel Quer, Francisco Raventós.