Más difícil todavía para el superviviente Sánchez

No será la cita de más autoridad para un día como hoy, pero ahí va esa frase de Gabriel Rufián: "El PSOE, como partido de estado, como partido del régimen, tiende a según qué inercias. El PSOE no hace, al PSOE se le obliga a hacer". Y Junts sólo ha logrado obligar al PSOE a cumplir una parte de los acuerdos. Igual, por cierto, que le está pasando a Esquerra con la financiación singular.

Pero ésta sólo ha sido una parte del problema. Porque la habilidad del superviviente Sánchez es que cuando le conviene actúa como guardián de la monarquía parlamentaria y del sistema bipartidista, y cuando le conviene es capaz de decir que hay jueces españoles que hacen política, es capaz de enfrentarse a Trump ya la OTAN, y hace frente a Israel abanderando el reconocimiento de Palestina. ¿Y cuándo es que elige ser el hombre de estado o ponerse el disfraz de última esperanza de la socialdemocracia europea? La respuesta es sencilla: cuando le conviene. Reconociendo a Palestina o negándose a aumentar (más) el gasto militar, ha pretendido matar todo lo que le podía crecer electoralmente por la izquierda. Pero, sobre todo, lo que le conviene es que se hable de lo que él quiere, aunque sea del cambio de hora. Y los acuerdos con el independentismo ya le han costado votos suficientes. Si Vox está más cerca de gobernar, será por culpa de Junts, dirá.

Cargando
No hay anuncios

La naturaleza escurridiza de Sánchez es un signo de los tiempos que corren. Cuando Pujol llenaba el cubo con pescado socialista o popular era una época en la que los acuerdos se cerraban con una cena con las parejas y los gobiernos caían si no eran capaces de aprobar unos presupuestos. Ahora Sánchez dice en público que él piensa gobernar hasta el 2027, pase lo que pase. Nunca los votos de un partido catalán habían sido tan decisivos en el Congreso como los de Junts (hicieron presidente a un perdedor de las elecciones), y rara vez ha costado tanto que lo pareciera.